“Me gustas mucho. Tal y como eres”. La frase que Mark Darcy (Colin Firth) le dedica a Bridget Jones (Renée Zellweger) podría ponerse en boca de los turistas que visitan el barrio londinense de Notting Hill. Y precisamente por eso, algunos vecinos del barrio han decidido que sus portales de postal dejen de ser como son. Por si así gustan menos. Varias fachadas de Notting Hill son ahora de color negro, en un intento de hacerlas menos atractivas a los turistas. Entre los vecinos, explica The Times, se debate ahora si extender esta especie de luto visual si el resultado es que los influencers —los de profesión y los que aspiran a serlo— dejan de visitarles.
Creado a finales del XIX como residencia para obreros industriales, tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en destino de la inmigración, fundamentalmente caribeña. Notting Hill fue, en agosto de 1958, el foco de una tensión contra los inmigrantes. El 29 de aquel mes, los disturbios llegaron a su punto álgido cuando unos 400 vecinos de raza blanca comenzaron a atacar a personas y negocios inmigrantes. El ataque concluyó en enfrentamientos, con 140 detenidos.

Lancaster Road, en Notting Hill, en un día de lluvia.
De aquel enfrentamiento nació una reconciliación en torno al Carnaval Caribeño, que arrancó en 1959 y se convirtió con el tiempo en el Carnaval de Notting Hill, germen del barrio diverso, multicultural y —sobre todo— pacífico que retrató la película Notting Hill, estrenada en 1999 y protagonizada por Hugh Grant y Julia Roberts.
Vecinos contra turistas
Notting Hill fue una de las joyas de una década brillante de la comedia romántica británica, desde Cuatro bodas y un funeral (1993) a Love, actually (2003). Sumado al fenómeno de Bridget Jones, el barrio se convirtió en destino turístico y escenario fotográfico. Con la aparición de las redes sociales —y la necesidad de dejar impronta, o de sentirse parte de algo— se llegaron a formar colas en los muy reconocibles portales de Notting Hill para hacerse la foto del momento.

Fotograma de 'Notting Hill'
El problema es que esos portales dan a casas en las que viven personas que a veces tienen que pedir permiso al fotografiado para entrar en su domicilio. Al margen de que, como es normal, no les hace particular gracia que la entrada de su casa aparezca en cientos, miles, de fotos en redes sociales.
Convertir los portales coloridos de Notting Hill en edificios negros no es algo que haya surgido de súbito. Muchos vecinos pusieron cintas o cadenas en sus portales para evitar que los visitantes subieran las escaleras exteriores hasta la puerta de sus domicilios. Pero las cintas se pueden quitar y las cadenas saltar.
Falta “educación”, sobra “agresividad”
The Times recoge varios testimonios de vecinos que explican las incomodidades con las que conviven. Una residente en Notting Hill explica que su esposo sufre una discapacidad visual “y durante las temporadas altas de turismo no puede salir de casa. Él apenas ve, pero la gente no se aparta, así que es demasiado peligroso”, dijo Christine, quien no quiso dar su apellido. Dos vecinos más lamentan la “falta de educación” y la “agresividad” de los turistas que buscan la foto, que —dicen— “no entienden que esto es una vía pública”.
Otro se conformaría con que los turistas fueran “corteses”, con que el ayuntamiento colocase carteles para recordar a los visitantes de que se trata de residencias privadas y con que los viajeros “no se ofendieran si les pido que se aparten para que poder entrar en casa”. Por eso la iniciativa de pintar las fachadas de negro le parece “interesante”.