Borja Jiménez corta una oreja y roza la puerta grande

Toros | Feria de San Isidro

Dos bravos toros de Jandilla, magnífica faena de Castella y Manzanares, de puntillas

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El diestro Borja Jiménez en la lidia al primero de los de su lote, al que recibió de rodillas en su faena de muleta 

Borja Sánchez-Trillo / EFE

En sus noventa y cuatro años desde su inauguración, la historia de la plaza de Las Ventas está jalonada de efemérides ya sean triunfales, trágicas o curiosas. De entre las primeras dos, tal día como este 5 de junio y en años consecutivos, 2008 y 2009, con José Tomás y Esplá en cada una y toros de Victoriano del Río en ambas.

Aquel 2008, José Tomás volvía a Madrid tras seis años de ausencia y lo hizo a lo grande en sus dos toros, cuatro orejas como balance numérico y la huella de su toreo inmarcesible. Un año después, Esplá, en su adiós (ochenta tardes en Las Ventas, el que más después de Antonio Bienvenida), y el toro Beato como cómplice necesario para dejar sobre la arena y en la memoria el compendio de su cabal tauromaquia.

Esplá, no con la muleta, pero sí con la palabra, sigue sentando cátedra, y el silencio de José Tomás dura ya tres años tras sus dos apariciones en Jaén y Alicante (la tierra de Esplá). Citado el recuerdo, la actualidad lleva a la corrida de este 5 de junio (otro “no hay billetes”): Sebastián Castella, José María Manzanares (segunda comparecencia en la Feria ambos), Borja Jiménez (primera tarde) y los toros de Jandilla-Vegahermosa.

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Momento de apuro para Castella cuando al abrirse de capa en el que abría festejo éste le hizo un extraño y se le vino encima, obligándole a tomar el olivo. Después, la lidia en los primeros tercios pasó sin nada relevante. Inicio de faena con muletazos por bajo y en redondo las series de inicio que el de Jandilla tomó con embestidas repetidoras como mejor virtud. Menos acople al natural y de regreso a la diestra ya la faena no remontó. Estocada en la que el toro le golpeó con el pitón en el pecho dejándolo dolorido pero, aparentemente, sin más consecuencias.

Bonito toro el cuarto -no el nombre, Zafio- y trámite capotero de Castella, como también de trámite el paso por el caballo. Ceñido quite por chicuelinas y magnífica la lidia de José Chacón llegados a banderillas. Brindó Castella al público y por estatuarios en las líneas del tercio el inicio de faena, rematados con pase del desdén y trincherazo. El toro, respondiendo.

Cambiado por la espalda para la primera tanda en redondo a la que, tomándolo de lejos, siguió otra muy mandona y ceñida en los medios rematada con un cambio de mano largo y lento. Tanda al natural muy templada, acorde a las embestidas y otra, aguantado un parón, de igual nivel.

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Sebastián Castella trastea con el segundo de su lote 

Borja Sánchez-Trillo / EFE

Pase de las flores, terrenos de cercanías y muletazos por delante, por detrás y al bies. Sonó un aviso, montó la espada Castella... Media estocada, fallo con el descabello y premio tangible que se esfumó. La vuelta al ruedo reconoció lo hecho y la ovación postrera al toro, también.

José María Manzanares, torero elegante dentro y fuera de los ruedos, lucía un terno (estrenado en Sevilla), digamos, sui géneris, azul oscuro y bronce, o así. Verónicas que el toro tomó con brío, dos medidos puyazos de ese gran picador que es Paco María y aplaudidas chicuelinas de Borja Jiménez en el quite.

El pitón izquierdo apuntó posibilidades y por ahí empezó la faena Manzanares con muletazos de buen trazo. Una serie en redondo le hizo volver al toreo al natural pero las series resultaron de desigual acople y tras nuevo intento con la diestra, a por la espada, efectiva al segundo envite.

La espada acabó cerrando la puerta grande al diestro sevillano en su primera tarde en la feria

A poco de irrumpir en el ruedo, el quinto se lesionó en una acometida al burladero quedando descoordinado, el usía sacó el pañuelo azul y salió el sobrero, también de Jandilla, con sus 600 kg en los lomos que embistió a frenado al capote de Manzanares y pasó sin emplearse por el caballo. Ninguna clase en las embestidas, no tocaba otra que abreviar pero tras la estocada, el toro en tablas complicó el uso del descabello hasta que dobló.

Buen juego de brazos de Borja Jiménez en las verónicas de saludo al primero de su lote, bien y suavemente lidiado por el propio torero de Espartinas para llevarlo al caballo. Al público el brindis y de rodillas el primer muletazo, cerca de tablas para seguir semi genuflexo en muletazos mandones y muy toreros.

Una primera tanda en redondo a pies juntos provocó olés como también las siguientes en muletazos largos, reunidos y ligados. El toro tomaba la muleta con humillación y los naturales, encajada la figura, templados los pulsos, fueron de clamor. Toro bravo, torero entregado (y viceversa), estocada que cayó baja, pero de efecto fulminante. Y esa, la estocada, dejó el premio en una sola oreja. Orejón, diría. El toro, faltaría más, ovacionado en el arrastre.

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José María Manzanares ve cómo uno de sus astados pierde las manos 

Borja Sánchez-Trillo / EFE

Con la puerta grande entreabierta, Borja Jiménez saludó al jabonero sexto de 620 kg de bella estampa con acompasadas verónica y un media esplendorosa. Medido el castigo en varas y variado quite de Borja.

Enfrontilado con el toro -torazo-, de rodillas en los medios ligó un tanda en redondo de mano baja con el toro respondiendo. Ya de pie, la misma determinación en el torero, algo menos en el toro. Naturales de uno en uno, redondos exprimiendo las embestidas cada vez más renuentes.

La espada, que se fue a los bajos, le cerró esa puerta grande que tuvo a su alcance.

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