Buena parte del ocio infantil y juvenil vive su máximo apogeo en verano y justamente en los meses más calurosos: julio y agosto. Casales y campamentos toman el relevo a la escuela como propuesta educativa para que el periodo estival sea variado y también como medida de conciliación familiar. Lo mismo sucede con los parques, que se convierten en un recurso imprescindible para llenar las horas de vacaciones en la ciudad. Pero la mayoría de actividades se desarrollan o en espacios abiertos o en instalaciones escolares, muchas de ellas poco adaptadas a la emergencia climática. ¿Cómo se adaptan estas propuestas de ocio a un clima cada vez más hostil? Los organizadores tiran de ingenio, pero solicitan poder disponer de más refugios climáticos.
“Minimizamos las actividades más movidas en las horas de máxima insolación”, cuenta Asun Gil, responsable de la campaña de verano de Fundesplai, que para esta temporada tienen una previsión de 1800 actividades diferentes y casi 111.000 inscripciones. En esta entidad cuentan que hace años que adaptan sus actividades a veranos cada vez más tórridos, un ajuste que sufrió un antes y un después tras la pandemia, coincidiendo además con las restricciones por la sequía. Entonces la situación se hizo sumamente complicada por no poder hacer uso del fundamental elemento agua tanto como necesitaban.
Combatir la insolación
Variar las actividades previstas y buscar ventilación cruzada
Y aunque se adaptan las actividades, desde Fundesplai reconocen que no siempre es fácil porque hay que buscar un “equilibrio” para que no se conviertan en propuestas sedentarias. Han ampliado los momentos de remojarse y han constatado el dilema que supone cómo lograr que las consecuencias del cambio climático no “desvirtúen demasiado la actividad” porque hay momentos que debes dejar de hacer excursiones “porque hay ola de calor o riesgo de incendio”.

Priorizar actividades con agua se convierte en crucial en verano
En ciudades como Barcelona son también populares las propuestas de casal gestionadas por el ayuntamiento. Desde el consistorio explican que cuando se activa un aviso de calor, desde el Institut Barcelona Esports (IBE) se hace llegar toda la información a los casals y campus así como a los referentes de distrito. De esta forma, cada gestor “adapta las actividades a las condiciones meterorológicas y buscan reubicar actividades en espacios a la sombra”. Cuando no es posible, buscan la rotación de espacios. Y se tiene presente “incrementar la hidratación” así como ofrecer más actividades de piscina o que comporten juego de agua”.
Escuelas poco adaptadas
La asignatura pendiente: contar con espacios climatizados
Y es que el recurso de la piscina o la remojada casi a diario, buscar espacios de sombra y promover las ventilaciones cruzadas se hacen imprescindibles en los días de máximo calor aunque con el dilema y control de no “desperdiciar” el agua, apuntan desde Fundesplai. La entidad también apuesta por refugios climáticos como pueden ser las bibliotecas. Y en este punto, reclaman la “asignatura pendiente” de poder contar con más espacios climatizados porque en muchos casos los casals se desarrollan en escuelas, la mayoría de las cuales no lo están. Por eso buscan bibliotecas o otros emplazamientos municipales que sí cuentan con aire condicionado y los priorizan. Y lamentan que falta mucho por hacer para conseguir que los patios escolares sean espacios más frescos.
En esta adaptación del ocio de verano al calor cada vez más extremo, no solo se busca la frescura en los espacios. También en lo que comen y beben los niños y jóvenes que participan en estas actividades. Los días de calor extremo, los responsables de muchos casales envían circulares tranquilizadoras a las familias apuntando que los encargados de las actividades siguen la consigna de “control de hidratación continua” y que modifican actividades para evitar las horas de máximo calor. “En el checklist de los monitores está recordar a los niños que beban agua y se les ofrece más fruta y alimentos frescos”, apunta Asun Gil de Fundesplai.
Y aunque si la previsión es de calor extremo se modifican propuestas, desde la entidad reconocen que hay actividades “complicadas de cambiar”. También apuntan que se dan puntualmente situaciones como que espacio de comedor es pequeño, algo que obliga a hacer turnos y a niños a estar en algunos momentos en el exterior. En las colonias o campamentos de días es más fácil readaptarse, aunque aquí también se ha notado el aumento de temperatura. “Las estancias se hacen en casas con paredes de piedra anchas que hasta ahora preservaban la temperatura fresca por las noches, pero ahora esto ya no sucede”, lamentan las entidades.
En paralelo a estas actividades, los parques infantiles son en verano cruciales para los niños, participen o no en casales. Y aunque algunos empiezan a incorporar el agua, los espacios de sombra son aún asignatura pendiente. La arquitecta experta en urbanismo Carla Silva Otero midió la temperatura de los parques madrileños en los meses de verano para constatar que en el 64 % de ellos se superan los 41 grados de media, con picos que pueden superar los 50. La medición, extrapolable a otros espacios del resto de España, advierte de la urgencia de repensar unos espacios en los que las sombras escasean y en los que se construyen toboganes cada vez de más dimensiones, pero metálicos y que se convierten en inservibles durante muchas horas del día más si se usan con prendas que no cubren la piel de las piernas.