Hace una semana, una turista de visita a Vernazza, uno de los municipios que confirman las Cinque Terre de la región de Liguria (Italia), tuvo que ser rescatada por los vecinos del pueblo tras ser arrastrada el mar. La belleza del pueblo y de la geografía llevó a la mujer a romper los límites de la prudencia en busca de una foto memorable. “La chica estaba prácticamente muerta… no respiraba y no tenía pulso”, explicó el alcalde de Vernazza, Marco Fenelli, tras el accidente.
Este tipo de sucesos no son infrecuentes en el pueblo, aunque este en concreto ha sido la gota que ha colmado el vaso. Porque la visitante, de nacionalidad italiana y a la que acompañaba un amigo, fue advertida del peligro. Pero al tratarse de un día soleado y aparentemente tranquilo no hizo caso. Una ola golpeó el espigón y se la llevó al mar. Tuvo que ser asistida por un equipo de rescate que la trasladó al hospital en helicóptero. La mujer pasó seis noches ingresada. Por fortuna, sobrevivió.

Turistas en el espigón de Vernazza.
Cansados de viajeros que se saltan barreras, se acercan a los acantilados o ignoran las señales de advertencia —que son precisamente para los foráneos, porque los locales conocen bien los peligros del suelo terroso y la bravura del mar—. Una nueva ordenanza municipal llevará al cierre de zonas de riesgo, multiplicará la presencia policial e intensificando las patrullas policiales.
Además, la policía impondrá multas de 50 euros —hasta ahora todo era una amonestación verbal— a los que rompan los límites. Dos municipios más de lasa Cinque Terre, Riomaggiore y Monterosso, valoran hacer lo mismo. Portofino, a 90 kilómetros de Vernazza, multa con hasta 275 euros a quien transitara por las denominadas como zonas rojas, de acceso prohibido.