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Arde sobre quemado

Las consecuencias de la ola de calor

Diversos parajes, como la Culebra, repiten grandes incendios, cada vez más frecuentes

Un bombero intenta aplacar el fuego que afectaba ayer a la aldea de Lamas, en Ourense

Brais Lorenzo / EFE

Quema sobre quemado en la sierra de la Culebra, en Zamora, donde en el verano del 2022 más de 66.000 hectáreas (ha) fueron pasto de las llamas en dos de los mayores incendios de la historia de España. Dejaron un saldo de cuatro muertos, más de medio centenar de municipios afectados, decenas de poblaciones evacuadas y una catástrofe en la reserva de la biosfera, paraíso del lobo ibérico. Aquel año ardió el 6% de la superficie de la provincia de Zamora y fue el más devastador para España desde que hay registros, en 1968, con más de 306.000 ha quemadas, el triple del promedio anual en las últimas dos décadas.

Entre el 2014 y el 2023, la media de la superficie quemada en el país se redujo en un 13% respecto de la década anterior. Ha disminuido en este periodo la cifra de fuegos, pero incrementa en un 25% la cantidad de los denominados grandes incendios forestales (GIF), los que superan las 500 ha afectadas. Según WWF, aunque apenas representan el 0,2% de los siniestros (23 al año de media en la última década), los GIF son responsables del 50% de la devastación con graves consecuencias ecológicas, sociales y económicas.

Al igual que en Zamora, también arde sobre quemado en Galicia, donde los incendios activos se han cobrado ya más de 31.000 ha. Entre el 2001 y el 2014, esta región sufrió el 38% (87.367) de los fuegos contabilizados en España (223.818). Especialmente devastadores resultaron los de octubre del 2017, una oleada de más de 350 fuegos de alta intensidad y sorprendente velocidad de propagación que arrasaron 47.000 ha en las cuatro provincias gallegas.

El año pasado fue una maravillosa excepción. Ningún incendio de magnitudes de récord se produjo en España. Pero en las últimas dos décadas raro es el verano sin siniestro de proporciones históricas. En el 2023 fue el de Arafo-Candelaria, en Tenerife, que arruinó 13.600 ha, la mayor parte en el parque nacional de la Corona Forestal, el mayor espacio protegido de Canarias. También en el archipiélago, el incendio de Valleseco arrasó en el 2019 10.000 ha, el 6,5% de la isla de Gran Canaria.

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Además del fuego de la sierra de la Culebra, en el 2022 destacó el de Bejís (Castellón), con 19.000 ha de bosque y la declaración de zona catastrófica. En el 2011, Navacruz (Ávila) sufrió el considerado cuarto mayor incendio en España, con 22.000 ha quemadas, mientras en sierra Bermeja (Málaga) ardían 7.500 ha y 3.000 personas eran evacuadas por un incendio considerado paradigma de los de sexta generación (provocan una variación de las condiciones climatológicas). En el 2017 quemaron 8.000 ha en Donaña, buena parte en zonas protegidas. En el 2015, 7.800 ha, también de gran valor ecológico, en la sierra de Gata (Cáceres). En el 2004, 35.000 ha de monte de Huelva y Sevilla ardieron en el pavoroso incendio de Minas de Riotinto, que causó dos muertes.