Tláloc, el díos de la lluvia mexica, cuenta con una escultura en Santillana del Mar, Cantabria, en el palacio de un indiano que hizo fortuna en la antigua tierra de los aztecas. La apelación a este culto religioso ancestral quizá no vendría nada mal para solucionar por la vía más efectiva las graves crisis que sufren sobre todo Galicia, Castilla y León y Extremadura. El líquido caído del cielo fue, de hecho, el que puso fin a la virulenta ola de incendios de Asturias en 2023, como ya había sucedido en las terribles que asolaron a Galicia en 2006 y 2017.
Sin embargo, los partes meteorológicos no resultan en esta ocasión nada esperanzadores. “No hay previsiones de lluvias hasta el jueves y la que se espera que caiga será poca”, apuntan fuentes de la Xunta de Galicia. Las expectativas se centran en el anunciado descenso de las temperaturas, a partir de mañana, cuando según la Agencia Estatal de Meteorología, Aemet, debería terminar la ola de calor, cuya alerta desde el 3 de agosto.
Como no se esperan lluvias copiosas, las expectativas se centran en que este lunes cese la ola de calor
“No os podéis ni imaginar la emoción que siento al ver llover”, confesó en Twitter el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, a mediodía del 2 de abril de 2023. A primera hora de la mañana, cuando el agua había empezado a caer sobre la principal arteria de Oviedo, la calle Uría, lo habitual en un territorio verde como el asturiano se convirtió en una gran y benéfica noticia, en días de gran angustia. “Pudo ser una tragedia”, afirmó el alcalde ovetense, Alfredo Canteli, quien enfatizó que las llamas procedentes del incendio del monte Naranco, habían amenazado la ciudad. Cuando empezó a llover, había 70 incendios activos en el reducido territorio asturiano. Pero esa misma tarde ya pudo empezar la retirada de los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias.
Se repetía así el efecto salvador de la lluvia justo cuando el fuego forestal se había convertido en un grave problema de seguridad urbana, como sucedió en Vigo, durante la tremenda ola que vivió Galicia, como el centro y el norte de Portugal, en el fin de semana del 14 y el 15 de octubre de 2017. Desde el viernes al lunes ardieron 50.000 hectáreas, bajo unas condiciones meteorológicas extremas, causadas por la llegada a la península de los restos de una tormenta tropical. El entonces presidente de la Xunta, Alberto Nuñez Feijóo, denunció la existencia de un intenso “terrorismo incendiario”.
Riesgo extremo hoy por calor, con Catalunya a 44 ºC
El nivel máximo de peligro por calor llega hoy a Catalunya con temperaturas que podrían rondar los 44 grados en las Terres de l’Ebre y el Alt Empordà, según el Servei Meteorològic de Catalunya. Toda la región tendrá calor muy intenso desde mediodía y durante toda la tarde. Las comarcas con riesgo muy alto son: Montsià, Baix Ebre, Ribera d’Ebre, Terra Alta, Priorat, Baix Camp, Tarragonès y Alt Empordà. De madrugada, el calor nocturno intenso afectará a las comarcas del litoral central, del litoral y prelitoral sur, las Terres de l’Ebre, las comarcas de Ponent y el Alt Empordà. El SMC prevé que la ola de calor dure hasta mañana. Ayer, según la Aemet, estuvieron activas las alertas de nivel rojo (riesgo extremo) en zonas de Andalucía (44 grados), Catalunya y Comunidad Valencia, mientras que en once comunidades se mantuvo el nivel naranja (riesgo importante) y en Galicia y Canarias, amarillo (riesgo). El aviso rojo en Catalunya afectó a la depresión central y el prelitoral sur de Tarragona, donde la máxima alcanzó 42 grados. En el resto, aviso naranja, con 40 grados en la depresión central de Lleida (como la Comunidad de Madrid) o 39 en Barcelona y Girona. En la Comunidad Valenciana, máximas de 42 grados; en Extremadura o Aragón, 41; Castilla-la Mancha o La Rioja, 40; Castilla y León, entre 37 y 39. En Baleares también se superaron los 40. En Galicia, hasta 38 grados en el sur de Lugo y Ourense.
El peor momento se produjo el domingo por la noche, cuando las llamas, transportadas por las hojas ardientes de eucalipto, llegaron al centro de Vigo. Sin embargo, durante esa misma madrugada y a lo largo del lunes empezó a llover y todo se acabó.
El agua caída del cielo corto también el otro gran episodio crítico que vivió Galicia durante este siglo, en la primera quincena de agosto de 2006, cuando se quemaron alrededor de 80.000 hectáreas, en la fachada atlántica y en la provincia de Ourense. Se trató de unas jornadas dramáticas que se iniciaron con la muerte de dos mujeres en una carretera del municipio pontevedrés de Cerdedo, al ser alcanzadas por las llamas. La Xunta de PSOE y BNG denunció entonces el “terrorismo incendiario”, mientras Feijóo, en la oposición, criticaba la gestión del dispositivo de extinción del fuego.
Esta vez, sin perspectivas de grandes lluvias salvadoras, la cuestión reside en si basta con la bajada de la temperatura.