El caso de Antonio, el vecino de Valencia cuyo cadáver descubrieron hace unos días de forma accidental en su piso y que llevaba 15 años muerto sin que nadie lo hubiese echado en falta, ejemplifica muy bien una de las principales discriminaciones que sufren las personas mayores: la invisibilidad. Así se puso de manifiesto durante el Congreso sobre Edadismo organizado por la Diputación de Barcelona, el primero que se celebra en España con el objetivo de abordar la discriminación por edad desde las políticas locales.
La profesora de humanismo y resiliencia social de la Universidad de Utrecht Anja Machielse dejó claro que el de Antonio no es un caso aislado y lo vinculó al individualismo reinante. “En esta sociedad no sabemos relacionarnos con personas con las que no tenemos vínculos; los jóvenes no se relacionan con gente de otras edades que no sean sus familiares y, por otra parte, también es difícil que un vecino se implique en el cuidado de otra persona que quizá no quiere que se metan en su vida”, explicó.
En esta sociedad no sabemos relacionarnos con personas con las que no tenemos vínculos
Se trata, dijo, de una realidad preocupante que precisa de políticas comunitarias que estimulen las relaciones intergeneracionales para establecer vínculos y contribuir a una mayor cohesión social. “Hay que crear una comunidad donde unos cuiden de otros y los jóvenes aprendan que es normal llamar a la puerta del vecino y preguntarle cómo está”, enfatizó.
Y aseguró que, en Países Bajos, muchas administraciones locales ya están impulsando iniciativas en esa línea, como exigir a los jóvenes que trabajen durante una semana con personas mayores. “Después de esa experiencia muchos dicen haber descubierto que se puede hablar con los mayores, que son ‘personas normales’, porque inicialmente los veían como una categoría diferente; por eso hay que invertir en relaciones” intergeneracionales, justificó Machielse.
Y esa fue una demanda en la que coincidieron la totalidad de ponentes: la promoción de espacios y actividades donde convivan e interactúen diferentes generaciones. Porque, explicaron, romper las burbujas en que viven, por separado, las personas mayores y los jóvenes, y construir sociedades para todas las edades, no sólo contribuiría a reducir el edadismo y los estereotipos de edad sino también la soledad y el aislamiento, además de favorecer el envejecimiento saludable y la cohesión.
“Hay que mirar el edadismo con visión de ciclo de vida y promover las relaciones intergeneracionales a través de un propósito compartido; jóvenes y mayores son los que más sufren la discriminación por edad, y eso da una oportunidad de combatirla desde todas las generaciones”, afirmó Elena del Barrio, socióloga e investigadora en el Instituto Matia.
Eso exige un cambio de actitudes y de políticas. “Si el ayuntamiento tiene una sección que trabaja con jóvenes y otra que lo hace con mayores y no colaboran entre ellos, eso es un problema; como lo es si en la web municipal se priorizan unos u otros, o si no se dan las mismas oportunidades de aprendizaje a los vecinos de todas las edades”, ejemplificó Nena Georgantzi, directora de políticas sobre derechos humanos y no discriminación de Age Platform Europe.
Y coincidió con Francesco Cocco, arquitecto especializado en diseño inclusivo, en que el urbanismo y la planificación de los equipamientos públicos también son una potente herramienta para combatir el edadismo y facilitar el encuentro intergeneracional.
Porque, como enfatizó la presidenta de la Diputación de Barcelona, Lluïsa Moret, al inaugurar el Congreso, el reto es dar visibilidad y facilitar la participación de las personas mayores en la sociedad. “Crece la esperanza de vida y esos ciudadanos existen y son personas activas que pueden aportar a sus pueblos y ciudades; no podemos perder el 20% del talento y la experiencia del país porque sean personas de más de 65 años”, afirmó Moret.
Pero esa es la realidad que viven muchos profesionales al cumplir años -en especial en algunos sectores y si son mujeres-, como relataron las actrices Mercè Comes y Vicenta Ndongo. “Si quieres seguir activa has de buscarte tú la vida; yo participo en dos obras de teatro porque las he escrito y producido yo”, dijo Comes. Ndongo denunció una doble invisibilidad: la falta de personajes de mujeres mayores en los guiones y el ostracismo al que se somete a las actrices de más de 50 años: “Es una batalla que te escuchen y que traspasen tu físico, que entiendan que tu cabeza funciona”.
La Diputación destinará 1,1 millones a acciones municipales contra el edadismo
Con la organización del primer congreso centrado en la discriminación por edad de todo el Estado, la Diputación de Barcelona quiere convertirse en referente de la lucha contra el edadismo. Pretende hacerlo por la vía de la reflexión y de recabar experiencias de expertos nacionales e internacionales en la materia, pero también por la de implementar estrategias y acciones concretas para combatir esta discriminación desde la administración más cercana a los ciudadanos, los municipios.
En este sentido, Lluïsa Moret anunció ayer que la Diputación destinará este año 1,1 millones de euros a financiar iniciativas pioneras de los ayuntamientos, en colaboración con el tejido asociativo local, que tengan que ver con acciones concretas contra los estereotipos de edad. Además, promueve una exposición itinerante con ilustraciones de Raquel Gu para visibilizarlos.



