En estos últimos tiempos, mucho se hablado (y es necesario hacerlo) de la salud mental de los niños y adolescentes y quizás menos de sus docentes. Un estudio presentado hoy en sociedad de la Fundación Mapfre y Siena Educación, organismo especializado en el sector educativo, señala que en general, el profesorado considera su propio estado de salud mental como bueno (49,3%) o muy bueno (12,5%), aunque un 27,6% lo tilda de regular, un 8,1% de malo y un 2,5% de muy malo.
Es decir, uno de cada diez cataloga su salud mental de mala o incluso muy mala. “No es bajo ese porcentaje”, advirtió el doctor Javier Urra, uno de los responsables del estudio. De nombre El estado de la salud mental en el aula 2025 -y que incluye 850 respuestas cuantitativas de docentes de todo el Estado (sobre todo de secundaria y bachillerato) y dieciséis grupos de discusión cualitativos-, revela un desgaste emocional en el ejercicio de la docencia. Los signos más señalados de agotamiento mental son el estrés (31,2%), la falta de motivación (24,5%) y la irritabilidad (21,1%).
Las respuestas aportadas inciden en que el malestar docente no se debe únicamente a la interacción con el alumnado, sino también a las condiciones laborales y al contexto social. La sobrecarga de trabajo, la burocracia y el agotamiento físico son citados como principales fuentes de desgaste que acaban teniendo un impacto directo en el aula, ya que la mitad de los profesores (50,8%) percibe que esa carga emocional reduce significativamente su capacidad para identificar problemas de salud mental en sus estudiantes.
Esta realidad se da en un colectivo profesional que “no solo debe inducir en el aprendizaje”, en palabras de Urra, “sino preparar al niño para la sociedad, que es muy cambiante”.
Respecto a los alumnos –y según el mismo informe-, el 90% de los profesores señala la ansiedad como el principal problema en las aulas, por delante de la agresividad/bullying (48,3%) y el estrés (48,1%). “Nuestra sociedad va acelerada y los niños también sufren ansiedad”, subrayó Urra.
El profesorado considera que los factores más influyentes para el bienestar mental del alumnado, por delante de la presión académica, son los conflictos familiares (60,6%), la influencia de las redes sociales (57,1%) y los amigos (42,4%).
Preocupan en particular las redes. Tanto, que existe un consenso casi unánime sobre el impacto negativo de las plataformas digitales: el 97,9% de los docentes cree que las redes sociales afectan negativamente a la salud emocional de los alumnos, siendo su principal efecto la inseguridad y la baja autoestima que generan (72,5%).
Existe un consenso casi unánime sobre el impacto negativo de las redes sociales
Los contenidos que estiman que tienen un mayor impacto son los estándares de belleza irreales (33,2%), el contenido violento o agresivo (27,3%) y la pornografía (18,8%). Además, el 74% del profesorado opina que el uso de estas plataformas disminuye la capacidad del alumno para manejar sus emociones. “Hay que poner límites a la redes sociales. Tenemos un problema. Muchos niños se bañan en ese ámbito confuso”, arguyó Urra.
Los profesores entienden que para minimizar los riesgos emocionales derivados del uso de las redes sociales sería conveniente implementar en los centros, entre otros, la promoción de su uso crítico (76%), de actividades offline que promuevan la socialización (56,9%) y limitar el acceso a dispositivos electrónicos durante el horario escolar (49,5%).
Alumnos realizando las pruebas de las PAU
En lo que respecta al entorno familiar, señalan factores como los estilos parentales muy permisivos o muy autoritarios (85,9%), seguidos por la separación o divorcio reciente de los padres (76,6%) y la falta de seguimiento académico en casa (70,7%). Asimismo, su percepción sobre la respuesta de las familias es crítica, ya que más de la mitad de los profesores considera que solo en el 53,2% de los casos identifican y atienden adecuadamente los problemas de salud mental de sus hijos.
Por otra parte, los docentes identifican dos obstáculos en la capacidad de los centros para atender la salud mental de los alumnos: la falta de tiempo (79,8%) y de formación (60,3%). De hecho, un 30,6% no se siente capacitado para identificar problemas de salud mental en el alumnado.
Falta de tiempo y formación
Sus principales demandas son el incremento de la formación y capacitación docente (26,8%), la incorporación de más psicólogos escolares y profesionales de apoyo (16,8%), una mayor implicación de las familias (9,1%) y una mejor coordinación con servicios externos (8,5%). Estiman como muy importante (70,9%) la creación de un protocolo de salud mental en los centros educativos.
