Investigadores catalanes descubren una nueva enfermedad hereditaria del cerebro

Avance científico

Detectados 13 casos en todo el mundo, los científicos consideran que en dos años aparecerán muchos más

Aurora Pujol, segunda por la izquierda, junto a miembros del grupo de investigación en enfermedades neurometabólicas

Aurora Pujol, segunda por la izquierda, junto a miembros del grupo de investigación en enfermedades neurometabólicas 

Idibell

Un equipo internacional liderado por el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) ha identificado una nueva enfermedad genética del neurodesarrollo a partir de las mutaciones de un gen que se han detectado en 13 personas en todo el mundo.

La identificación del gen responsable de una enfermedad minoritaria -en este caso el gen RPS6KC1, cuya intervención es clave en el metabolismo de lípidos y proteínas- es un gran paso adelante, en tanto abre la puerta a futuras investigaciones y permite dar un diagnóstico genético a pacientes que llevaban años sin una respuesta clara.

El descubrimiento, publicado en la revista American Journal of Human Genetics, corresponde a un grupo internacional de 45 investigadores encabezados por la profesora Icrea Aurora Pujol, investigadora de Idibell, en el marco de un gran proyecto de genómica para diagnosticar pacientes que tienen afectación en la sustancia blanca del cerebro causada por patologías desconocidas.

Las mutaciones descubiertas en el gen RPS6KC1 provocan una diversidad de manifestaciones clínicas a los afectados

Las mutaciones identificadas en el gen RPS6KC1 provocan un amplio catálogo de manifestaciones clínicas. Desde abortos espontáneos en fetos afectados hasta pacientes con leve deterioro neurológico que pueden llevar una vida normal. Entre los síntomas figuran problemas de desarrollo intelectual, rigidez en el tono muscular, problemas de marcha y equilibrio o, en algunos casos, autismo.

La patología descubierta ha sido bautizada como enfermedad asociada al gen RP6KC1. Presenta unos síntomas parecidos a los del síndrome de Coffin-Lowry, un trastorno genético minoritario, identificado hace tres décadas, provocado por las alteraciones en el gen RPS6KC1, miembro de la misma familia que el RPS6KC1. “Pero ahora ya no se lleva, como hace 30 años, poner nombres de sus descubridores a las enfermedades”, apunta Aurora Pujol a La Vanguardia.

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Imágenes del cerebro 

Getty Images

Según la investigadora, el descubrimiento tiene muchos efectos prácticos. En primer lugar, pacientes que han llegado a pasar más de diez años desde la aparición del os síntomas ahora saben a qué obedece su enfermedad. “Es el primer paso para empezar a hacer estudios de clínica para saber cómo evolucionará la enfermedad, es decir, tendremos la posibilidad de hacer su historia natural”.

Por el momento se ha detectado la mutación en 13 personas de 8 familias de todo el mundo, sin relación de parentesco entre ellas. La doctora Pujol considera que en los próximos dos años los laboratorios de diagnóstico podrán identificar muchos más casos y podrá avanzarse en el desarrollo de terapias. Pero no dejará de ser un trastorno minoritario, por lo que difícilmente concitará el interés de las empresas farmacéuticas y la investigación de medicamentos correrá a cargo de los laboratorios académicos.

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El descubrimiento ha sido posible gracias a la aplicación de nuevas herramientas de genómica clínica y a un nuevo algoritmo computacional desarrollado por el equipo de enfermedades neurometabólicas de Idibell. “Este algoritmo que hemos creado mediante IA lo que hace es encontrar un match entre las mutaciones que encuentra en los 20.000 genes que tenemos y los rasgos clínicos que presentan los pacientes”, explica la investigadora.

Uno de los casos de la nueva enfermedad corresponde a un atendido en el hospital de Bellvitge. Posteriormente aparecieron tres casos más en EE.UU., Reino Unido y Alemania, identificados gracias a GeneMatcher, una plataforma que pone en contacto a médicos e investigadores de todo el mundo para acelerar el descubrimiento de enfermedades nuevas.

El descubrimiento permitirá avanzar en el diagnóstico, predecir la evolución de la enfermedad y desarrollar tratamientos

Para entender mejor la participación del gen RPS6KC1, los investigadores de Idibell estudiaron durante casi cuatro años el impacto de sus mutaciones a través del análisis de biopsias en la piel de los pacientes y desarrollaron modelos experimentales con la misma alteración genética. En el modelo experimental animal (mosca de la fruta) se observó lo mismo que ocurre en el cerebro de los pacientes: la sinapsis entre el músculo y la neurona motora no es correcta.

El equipo de Idibell ha descubierto otras 11 enfermedades genéticas del neurodesarrollo y presenta una tasa de diagnóstico en pacientes con patología sin determinar muy elevada, del 70%, cuando lo normal se sitúa en un 30%. “El nuestro es un modelo de éxito”, afirma Aurora Pujol, “porque combina la parte de diagnóstico mediante algoritmo computacional con la parte funcional, que consiste en demostrar en laboratorio qué gen está causando la patología. Esto nos hace avanzar muy rápido, nos permite aumentar la tasa de diagnósticos y encontrar enfermedades desconocidas”.

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