La semana que viene se sentará en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Lleida. Es un vecino de la Val d’Aran, un presunto depredador sexual acusado de agredir a siete menores, entre las que se cuentan sus dos propias hijas. Se enfrenta a una petición de pena de 38 años de cárcel.
Esas agresiones sexuales se repitieron, con algunas de las víctimas, nueve años. Entre 2011 y 2020. El acusado habría empezado con esos presuntos abusos en su propia casa, con sus dos hijas. Después amplió su radio de acción y empezó a atacar, recoge el escrito de la Fiscalía, a amigas de sus hijas y a otras menores en encuentros familiares o reuniones en casas de amigos, ha avanzado el Diari Segre.
La Fiscalía relata que abordaba a las menores en reuniones familiares y encuentros en casas de amigos
Abordaba a esas menores, cuando no le veía nadie, y las sometía a tocamientos. Lo hizo durante casi una década sin ser descubierto y sin que ninguna de esas niñas le denunciara. ¿Cómo consiguió el silencio de sus víctimas? Ese vecino de la Val d’Aran lo tenía todo muy bien estudiado. Se hacía con los teléfonos de las niñas tras los primeros ataques sexuales y les mandaba mensajes para ganarse su confianza y asegurarse que no dirían nada.
El hombre se obsesionó, relata el fiscal, especialmente con su hija mayor. Con ella las agresiones sexuales se habrían iniciado en 2011, cuando era aún una niña, y se prolongaron durante casi una década. Por esos hechos se le pide una condena de 15 años de prisión.
Se hacía con el teléfono de sus víctimas para ganarse su confianza con mensajes y asegurarse que no le denunciaran
Con la hija más pequeña, las agresiones se habrían consumado durante el año 2015 (le piden otros 5 años) y con las otras cinco menores los ataques ocurrieron durante esos nueve años en esas reuniones con familias y amigos.
Le daba igual, queda reflejado en este escrito, si esas víctimas eran hijas de parientes, conocidos o compañeros. Su depravación no parecía tener límite. Por esas agresiones a esas cinco niñas el fiscal pide para el acusado penas que van entre los dos y cuatro años de cárcel.
El acusado se beneficia de la ley más benévola al ocurrir los hechos antes de la norma del “sí solo es sí”
El acusado no podrá ser condenado con la ley del “solo sí es sí” porque los hechos ocurrieron antes de la reforma del Código Penal. Así que en este caso la acusación -al ser la más beneficiosa para él- es por abuso sexual y no agresión sexual.
Además de la condena de prisión, la Fiscalía solicita que en la sentencia se dicten medidas de alejamiento, libertad vigilada una vez cumplida la condena y prohibición de comunicarse con las víctimas.
En concepto de daños morales el fiscal fija indemnizaciones que pasan de los 70.000 euros. La mayor, de 50.000 euros, para la hija que se asegura sufrió esos ataques sexuales entre el 2011 y el 2020.
