La ornamentación festiva, una costumbre muy popular al aproximarse las fiestas decembrinas, no solo embellece los entornos, sino que también impacta de forma directa en el ánimo de los individuos y puede llegar a modificar sus hábitos de consumo, señala Jorge Pastor, quien coordina la carrera de Psicología en Línea de la Universidad Europea. “El acto de decorar tiene un componente emocional. Diversos estudios en psicología ambiental señalan que preparar un espacio para un evento significativo incrementa la sensación de control, anticipación positiva y conexión social”, subraya.
Se reconoce de forma general que los tonos cromáticos ejercen una influencia psicológica.
Según se indica, son especialmente los colores los que ejercen un efecto psicológico ampliamente reconocido: el rojo, vinculado a la vitalidad y el fervor, evoca un ambiente de celebración y una impresión de confort; por su parte, el verde, con su nexo con la naturaleza, simboliza optimismo y revitalización.
Por su parte, los tonos dorados y plateados, que se emplean a menudo en ornamentación, se asocian con el lujo y la sofisticación. “El uso de estos colores no solo embellece los espacios, sino que también crea asociaciones emocionales profundas, despertando recuerdos y reforzando tradiciones”, indica Jorge Pastor.
En contraste, las corrientes contemporáneas favorecen colores más discretos, tales como blancos, grises y matices pastel. “El auge de los estilos minimalistas refleja una necesidad de equilibrio y calma en espacios que invitan al recogimiento, a diferencia de la explosión de dinamismo que generan los colores tradicionales”, señala el especialista.
Esta modificación cromática no se limita a las residencias, sino que también se manifiesta en locales comerciales, utilizándose para ajustar los entornos a una clientela más variada y con mayores expectativas. Por consiguiente, en el sector comercial, las tonalidades juegan un papel crucial en la conformación de atmósferas. El carmesí y el áureo, específicamente, son componentes esenciales para captar el interés de los compradores y fomentar las adquisiciones.
El propósito del diseño de las vitrinas es crear una impresión de necesidad o anhelo.
Pastor destaca que “la decoración en los escaparates está diseñada para detonar emociones específicas y generar una sensación de urgencia o deseo. Esto no es casualidad --asegura--: la psicología del color es una herramienta poderosa en el ámbito del marketing”.
La influencia emocional de los adornos de Navidad trasciende los tonos. Las siluetas, las sensaciones táctiles y los elementos de construcción son igualmente cruciales y fomentan la consideración de la ecología. Es cada vez más común observar ornamentos creados a partir de elementos reutilizados o combinados con artículos de origen cercano.
Para Pastor, “este cambio cultural hacia prácticas más conscientes no solo responde a la búsqueda de sostenibilidad, sino también a la necesidad de personalizar la experiencia navideña, haciendo que cada detalle tenga un significado más profundo”.
Encontrar un equilibrio entre la emoción y la utilidad es fundamental.
No obstante, señala que es crucial hallar un punto medio entre la emoción y la utilidad. “Aunque decorar puede incrementar la anticipación y la alegría, mantener los adornos durante periodos prolongados puede generar saturación emocional. Esto afecta tanto a nuestro entorno como a nuestro bienestar mental”, finaliza.


