Era su primer concierto de estadio y el de miles de chicas y chicos que ayer se congregaron en Montjuïc para descubrir por primera vez qué se siente en un macroconcierto. Lo mismo que Aitana desde el escenario, unida a su público por una experiencia que muchos melómanos no comprenderán (algunos la desaprobarán directamente), aunque eso no importe a quienes anoche fueron testigos en la consagración de la catalana, que dio el salto de OT a las grandes ligas.
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