Una historia de amor como la del hombre mayor que relata a su esposa con demencia los recuerdos en común para que ella también los reviviera, como la que se narra en El Diario de Noah (The Notebook, 2004), quizá no sea considerada una obra maestra por los más cinéfilos, pero no deja indiferente. Igual sucede con Cinema Paradiso (1988), en la que un cineasta vuelve a su pueblo natal después de muchos años, recordando su infancia, sus primeras experiencias con el cine y la influencia de su mentor. A partir de ahí, el presente se vive de otra forma.
Estas son solo dos de una larga lista de películas en las que se desarrollan un montón de mundos, pero en las que la nostalgia se respira de principio a fin. Reflejan cómo, a medida que pasan los años, ese sentimiento se va instalando a través de recuerdos de juventud, relaciones perdidas o diferencias entre generaciones. Todos aquellos flashbacks conectan a las personas con su pasado, sobre todo, en las personas mayores.
¿Por qué nos ponemos más nostálgicos con la edad?
La vida real no es tan distinta a lo que nos muestra el cine, en este caso. Hay muchos factores de la cotidianidad que nos pueden hacer sentir nostalgia, desde un cambio de estación del año hasta volver a ver a amigos o conocidos de la infancia con quienes no coincidíamos desde hacía mucho tiempo. Los recuerdos nos remecen y se unen a lo que sentíamos antes y ahora. “Cualquier estímulo como un olor, sabor, una canción o una foto puede transportarnos al pasado, desencadenando emociones de diferente magnitud, pudiendo llegar a ser estas muy intensas”, afirma Gema Pérez Rojo, doctora en Psicología y catedrática de la Universidad CEU San Pablo.
La experta señala que, en los últimos años, se ha incrementado significativamente el interés por el estudio de la nostalgia y algunas investigaciones muestran que, a medida que pasa el tiempo y vamos envejeciendo, nos invade cada vez más ese sentimiento definido como la experiencia de anhelar o añorar aspectos del pasado personal y que hemos vivido en primera persona.
Se trata de un sentimiento complejo, ambivalente, basado en la identidad sobre el pasado
Con los años, vamos nutriendo más nuestro pasado, lo que explica que la nostalgia sea más frecuente en los mayores. “Se trata de un sentimiento complejo, ambivalente, basado en la identidad sobre el pasado, e implica una conexión entre pasado, presente y futuro”, sostiene la psicóloga, quien añade que, “cuando se es consciente de que el tiempo es limitado con el paso de los años, es más probable que las personas mayores echen un vistazo atrás, para valorar cómo ha sido su vida, si ha sido lo esperado, si se han conseguido logros…, intentando darle un sentido a esa vida y pensar que ha servido para algo valioso para cada uno”, dice.
La soledad es un gran catalizador
Una de las investigadoras que lleva más tiempo estudiando la nostalgia es Krystine Batcho, también profesora de psicología del LeMoyne College, en Nueva York. La doctora ha desarrollado el Inventario de la Nostalgia con el fin de evaluar la tendencia que tenemos a ese sentimiento. Batcho opina que todo aquello que nos provoca nostalgia nos propone una forma de pensar sobre quiénes somos y nos ayuda a dar sentido a nuestro propósito vital.
La investigadora atribuye la aparición de la nostalgia a los problemas y a la adversidad a la que nos enfrentamos en nuestra búsqueda personal. “Recordar quiénes fuimos, puede producirnos nostalgia, pero también nos ayuda con la continuidad de nuestra identidad”, dice en una entrevista emitida en el pódcast de la American Psychological Association. Pero, sin duda, una de las causas más frecuentes que generan nostalgia en los mayores es la soledad. “La nostalgia es una forma de afrontar problemas como el aislamiento social, la desconexión o la soledad”, afirma Batcho. No es un dato menor, si tenemos en cuenta que en España se estima que más de 2,5 millones de ancianos se sienten solos, constituyendo casi el 40% de los mayores de 65 años.
La nostalgia es una forma de afrontar problemas como el aislamiento social, la desconexión o la soledad
Anclarse en el pasado tiene sus riesgos… y su lado amable
Si bien sentir nostalgia puntualmente es normal y trae al presente emociones, momentos y anécdotas que forman parte de la historia de cada uno, es un sentimiento que tiene una doble cara. Quedarse anclados en el pasado en un constante sentimiento nostálgico y melancólico puede ser perjudicial, poco sano y doloroso, e incluso llegar a producir síntomas depresivos o desesperanza en el futuro. “Si nos instalamos en esa nostalgia, puede también llevarnos a no disfrutar del presente, no sacarle beneficio ni aprovechar el tiempo que nos queda. Hay que tener claro que el pasado se fue y no puede volver”, asegura Pérez.
Pero la nostalgia también puede atraer emociones positivas. “Si la nostalgia es sana, las personas recuerdan episodios pasados, comparan cómo eran antes algunas cosas, pero aceptan el momento actual” asegura la doctora en Psicología, Montserrat Lacalle, experta en personas mayores y profesora colaboradora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Es más: hay investigaciones que han descubierto que la nostalgia puede aumentar nuestra sensación de bienestar, potenciar la inspiración y la creatividad, hacernos sentir más jóvenes, despiertos, optimistas y enérgicos, e incluso animarnos a perseguir nuevos retos. “La nostalgia, además, puede permitirnos reflexionar sobre el pasado y aprender de él, utilizando lo válido para el futuro y cambiando aquello que no funcionó”, interviene Pérez Rojo.
En esa misma línea, la investigadora Batcho manifiesta que “la nostalgia, al motivarnos a recordar el pasado de nuestra propia vida, ayuda a unirnos a ese yo auténtico y a recordarnos quiénes hemos sido y, luego, compararlo con quiénes sentimos que somos hoy”.

“La nostalgia ayuda a unirnos a ese yo auténtico y a recordarnos quiénes hemos sido y, luego, compararlo con quiénes sentimos que somos hoy”.
¿La nostalgia nos impide ser felices?
Aunque, en ocasiones, hay recuerdos que nos ponen tristes, aun cuando hayan sucedido eventos negativos en el pasado, con la edad tendemos quedarnos con lo bueno e incluso somos propensos a idealizar lo sucedido en otros tiempos. De hecho, muchas veces, nuestro bienestar y los momentos de felicidad dependen de esa capacidad de olvidar o rememorar. “Si la nostalgia se experimenta sin quedarse fija en el pasado, y se integra de forma adecuada puede ser muy útil para el presente y el futuro”, dice Pérez Rojo, mientras que Montse Lacalle añade que la nostalgia no determina necesariamente que los mayores sean infelices: “dependerá de la relación que establezcan con su pasado. La nostalgia conecta con la tristeza (y no directamente con la depresión), pero también con la satisfacción por lo vivido. Se puede sentir tristeza, con una sonrisa en los labios”, concluye la experta de la UOC.
Montse Lacalle tiene muy claro qué se puede hacer para que la nostalgia despliegue sus beneficios, y no sus inconvenientes: “conectar con el presente es fundamental, aceptar el paso del tiempo en uno mismo, en la sociedad, buscar gratificaciones en el presente y guiarse por un plan de vida adaptado a su realidad. Podemos recordar el pasado, pero debemos vivir en el presente mirando hacia el futuro”, dice.
Conectar con el presente es fundamental, aceptar el paso del tiempo en uno mismo, en la sociedad, buscar gratificaciones en el presente
Por su parte, Gema Pérez Rojo apuesta por las estrategias de afrontamiento optimistas. “Pero un optimismo realista, inteligente, no un optimismo irreal”, matiza. Ese tipo de afrontamiento optimista permite pensar en que todo puede ir bien, pero además, “incluye la motivación para intentar que todo vaya bien. No sabemos si será así, pero al menos, vamos a poner todo de nuestra parte”. La psicóloga del CEU hace hincapié en que “si la nostalgia genera estado de ánimo positivo, ello puede favorecer la autoestima e incluso generar optimismo hacia el presente y el futuro. Además, hace más fácil la expresión de la gratitud y el aprendizaje de estrategias para afrontar situaciones futuras”.
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