Esta es la 43a entrega de ‘Después de los 60’, la sección de testimonios sénior donde recogemos experiencias vitales en esta etapa de la vida. Nos puedes hacer llegar tu historia a [email protected].
Marina Castillo (nombre ficticio) tenía una relación maravillosa con su marido. Habían viajado y nunca habían arrastrado problemas graves más allá de las peleas habituales de cualquier pareja. Sin embargo, hubo un momento en el que él se empezó a distanciar sin ninguna explicación. “Me fue haciendo el vacío y entré en una espiral de culpabilidad pensándome que estaba haciendo algo mal, pero le preguntaba y me decía que todo estaba bien”, explica esta madrileña de 66 años. Aguantó en esta situación un año y medio, hasta que poco antes de la Navidad de 2019, no aguantó más: cogió un par de prendas y una bolsa y decidió irse de casa.
En ese momento, Marina estrenaba la sesentena y llevaba más de 40 años con su pareja, además de tener tres hijos en común. Separarse no entraba en sus planes y la decisión no partió directamente de ella, pero la situación era tan insostenible que terminó dando el paso. “Cada vez estaba peor y con más estrés, adelgacé muchísimo, empecé a fumar y perdí pelo, y sabía que no era una crisis temporal”, recuerda. Al tomar la decisión, y después de unos días en casa de una amiga y hacer noche en un hotel, volvió a casa para hacerlo real. “En ningún momento me preguntó que por qué me había ido”, dice.
En este mundo en el que vivimos, divorciarse es un artículo de lujo
A partir de ahí, Marina vivió una enorme debacle personal y emocional. Tuvo varias crisis de ansiedad, empezó terapia y cayó en una depresión que ha ido gestionando los últimos años. “Fue muy traumático”, sentencia. Explica que el golpe fue mayor porque nunca se había imaginado que esto le pasaría a ella. “Puedo decir que tuvimos una relación maravillosa, hemos hecho cantidad de cosas juntos, hasta que él decidió no seguir conmigo y fue un cobarde por no decírmelo; me estaba destrozando, así que estoy agradecida de haberlo hecho”, clarifica Marina, que llegó a adelgazar 17 kilos por todo el proceso vivido.
La marcha de su exmarido llegó unos días antes del confinamiento por el COVID en marzo del 2020. El parón mundial hizo que el proceso quedara algo estancado, y en 2021 empezaron a gestionar la venta de la casa y todo el resto de los asuntos del divorcio. Marina se fue a vivir a un piso de alquiler un año y medio, hasta que pudo comprarse otra vivienda en otra ciudad, también empujada por la crisis de la vivienda. “En este mundo en el que vivimos, divorciarse es un artículo de lujo; me hubiera gustado quedarme donde vivía, pero no me lo podía permitir”. Sin embargo, reconoce que es una privilegiada por haber podido separarse, ya que disponían de patrimonio. “Hay mucha gente que quiere y no puede, porque económicamente todo está pensado para parejas”.
La mitad de los amigos íntimos que éramos antes ya no están
También lamenta que la relación con los amigos que compartían con su expareja ha cambiado. “No te voy a decir que se han ido, pero la situación ha cambiado mucho; la mitad de los amigos íntimos que éramos antes ya no están”. Por eso ahora tiene ganas de conocer a gente nueva y tener un grupo con quien hacer planes, aunque reconoce que es complicado. “Soy una persona supersociable, pero es muy difícil empezar de cero; lo que más me gustaría del mundo es poder tener un círculo de gente nuevo”.
Pese a su vivencia, Marina reconoce que todo el proceso la ha hecho aprender y crecer, a darse cuenta de que nada es seguro y que hay que vivir el día a día. “Siempre he sido una persona muy cuadriculada y me ha gustado vivir de una forma controlada, pero te das cuenta de que tu vida puede pasar de cero a 100 en segundos”. También tiene la esperanza que su testimonio llegue y pueda ayudar a otras personas que están viviendo situaciones similares.
Historias séniors
‘Después de los 60’
En La Vanguardia queremos recoger tu historia sénior. ¿Has cambiado de vida a los 60 y tantos? ¿Has llevado a cabo un hito personal que te ha sacudido? ¿Has cambiado de pareja, de ciudad, de profesión o de manera de vivir? ¿Has llevado a cabo un viaje transformador o un reto personal? Nos puedes hacer llegar tu experiencia a [email protected].
A mis 66 años he conseguido cosas que ni loca pensaba que podría hacer
“En estos cuatro años he tenido que sacrificar muchas cosas que quería, he hecho tres mudanzas y lo he pasado muy mal, pero estoy orgullosa, como tantas otras mujeres de mi generación, de haber aprendido a hacer cosas que jamás había hecho; a mis 66 años he conseguido cosas que ni loca pensaba que podría hacer”, concluye.