“Me daba miedo, nunca había tenido mi negocio, pero nunca es tarde”: María Asunción, cocinera autodidacta, abrió y reformó su propia cafetería casi a los 60

'Después de los 60'

María Asunción Keinbaum Cuyas abrió su cafetería de brunch en el barrio de Gracia (Barcelona) con más de 50 años y el empujón de sus dos hijos

Después de tres mudanzas entre Uruguay y Barcelona y reinventarse, encontró su lugar entre pasteles y cafés. “He perdido mucho por el camino, pero he ganado paz conmigo misma”, reconoce

Asun abrió la cafetería hace dos años.

Asun abrió su propia cafetería a los 56 años. 

Cedida

“Estaba en el hotel, agotada, con una férula en la mano y sin fuerzas. Fue entonces cuando mis hijos me dijeron: ‘mamá, basta, es hora de hacer lo tuyo’”, recuerda María Asunción Keinbaum Cuyas, de 58 años, entre risas y emoción. Esa chispa, encendida en el momento justo, fue la que la llevó a abrir su propio negocio en el barrio de Gracia (Barcelona), después de una vida de idas y venidas, y no pocos tropiezos. Ahora, dos años después de levantar la persiana de su cafetería, puede decir que lo logró. “La gente entra y me dice que aquí se siente como en casa”, explica al otro lado del teléfono.

Asun nació en Uruguay y aterrizó por primera vez en Barcelona con solo 15 años, de la mano de su familia catalana materna. “Me enamoré de la ciudad, y le dije a mi madre que quería quedarme a vivir con mi yaya; yo quería estudiar diseño de moda, pero me dijeron que no, que era muy joven, y me sentí muy frustrada”, cuenta. 

La gente entra y dice que en mi local se siente como en casa

María Asunción Keinbaum Cuyas58 años

Pero aquella negativa no borró su deseo de volver y lo hizo varias veces: primero en los años 90, donde trabajó como secretaria de laboratorio; luego en los 2000, y finalmente hace nueve años. Y asegura que esta vez ya no se mueve del que considera su hogar.

Lo cierto es que la cocina siempre fue un espacio íntimo y de pasión, algo que heredó de su abuela. Y aunque Asun nunca estudió cocina formalmente, llegó a ser jefa de desayunos en un hotel de cuatro estrellas. “Soy autodidacta, siempre lo fui; me encantaba probar e inventar recetas”. Sin embargo, trabajar para otros empezó a pesarle.

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El punto de inflexión llegó tras la pandemia. “Me lesioné, tuve que coger la baja, y mis hijos vieron claro que yo no podía seguir así, que tenía que hacer algo por mí y abrir mi propio negocio. Yo tenía muchas dudas, una autoestima baja, miedo... pero ellos insistieron, buscaron el local y lo reformamos, porque estaba desastroso”, dice esta uruguaya. De hecho, la reforma la hicieron con sus propias manos y ella decoró cada rincón a su gusto.

También hubo dudas. Asun recuerda que, el día de la firma para la compra del local, estaba muerta de miedo. “Dije que no firmaba, que no podía, que tenía un nudo en el estómago y que no podría, pero mi hijo me miró y dijo: ‘mamá, ahora o nunca’, y firmamos”. 

Dije que no firmaba, que tenía un nudo en el estómago y que no podría, pero mi hijo me miró y dijo: ‘mamá, ahora o nunca’

María Asunción Keinbaum Cuyas58 años
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Tampoco les dijo nada a su familia del nuevo local porque prefería mantenerlo en secreto y que nadie lo empañara, que fuera un proyecto de sus hijos y de ella. Por ejemplo, su hermana —que también vive en Barcelona— se enteró del negocio el día de la inauguración. “La llamé para invitarla diciendo que una amiga abría una cafetería, y cuando vio el rótulo se dio cuenta de que era mío”, ríe Asun.

Así nació Asun Brunch Bakery Barcelona, que desde entonces sirve cafés y brunch en una calle entre Gracia y Sagrada Familia y que poco a poco ha logrado hacerse un hueco en la zona. Al principio el vecindario fue algo reacio a la novedad, pero con el tiempo se convirtió en una comunidad. “Tenemos vecinos que ya son amigos, familias que vienen cada fin de semana o turistas que pasan una semana en un piso cercano y vuelven cada día; a mí me gusta salir de la cocina y hablar con la gente, y los clientes se sienten como en casa”, dice, agradecida.

Nunca es tarde, de verdad, los años son un número y lo que importa es el espíritu que uno lleva dentro

María Asunción Keinbaum Cuyas58 años

Las redes sociales también han sido un gran altavoz para el negocio, así como algunos influencers contactados por su hijo, y gracias a ello la cafetería empezó a hacerse conocida. Ya tienen más de 3.000 seguidores en Instagram y más de 1.000 en TikTok, donde la misma Asun se atreve haciendo vídeos. Algunos acumulan miles de reproducciones. “Yo no tenía ni idea de redes, pero ahora hasta hago vídeos y sale la artista que llevo dentro”, bromea, que reconoce que la gente se sorprende de que haya emprendido un negocio cerca de la sesentena.

Sin embargo, antes de llegar a este punto, Asun vivió muchas vidas. Después de volver a Uruguay porque su entonces marido no se adaptaba a Barcelona, se separó, y más tarde tuvo una empresa de eventos con otra pareja, con quien estuvo una década antes de terminar la relación. Y vio claro que tenía que regresar a la ciudad de su abuela materna. “He perdido mucho por el camino, pero he ganado paz conmigo misma; sí que extrañas a las amistades, pero te das cuenta de que las cosas materiales vienen y van, y sé que este es mi sitio”.

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También subraya que, aunque el camino del autónomo es “durísimo” y los trimestres “te dejan temblando”, ella no se arrepiente de la decisión. “Mi hijo dice que en la cocina soy una máquina, para mí la experiencia lo es todo, y cuando uno tiene ganas se nota: puedes tener muchos títulos, pero en la cocina hay una gran parte de intuición e ir probando”, argumenta. “Me siento muy acogida por la gente, no hay ni una persona que no me felicite”.

Ahora, a los 58, Asun sabe mejor que nunca que la edad no es una barrera y que la actitud es crucial para tirar adelante. “Nunca es tarde, de verdad, los años son un número y lo que importa es el espíritu que uno lleva dentro y tener ganas de hacer cosas”.

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