“La playa proporciona efectos físicos positivos como potenciar la movilidad o la circulación, pero también mejora el estado psicológico”: disfrutar mar y el sol sin riesgos, sin que la edad sea un problema

Longevity

La playa es un espacio que puede aportar muchos beneficios a la población sénior, pero también implica  ciertos riesgos que conviene tener en cuenta 

En la edad sénior debemos tener en cuenta algunos consejos para disfrutar sin riesgos del sol y el mar

En la edad sénior debemos tener en cuenta algunos consejos para disfrutar sin riesgos del sol y el mar. 

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“Bajar a pasear a la playa a las 7 de la mañana es mi momento de conexión con la calma. Además, como sufro insomnio, es la manera en la que empiezo el día con energía y de forma agradable”, cuenta Juan, de 78 años, veraneante de Benicàssim (Castellón). “Además, me va bien para las varices”, añade.  

La playa es un espacio que puede aportar muchos beneficios a la población sénior, puede ser mucho más que un lugar de ocio o de vacaciones; el mar y su entorno natural ofrecen beneficios físicos, emocionales y sociales que pueden contribuir al bienestar y a un envejecimiento más saludable. Pero también implican ciertos riesgos —como la deshidratación o la sobreexposición al sol— que conviene tener en cuenta.

La playa proporciona efectos físicos positivos como potenciar la movilidad o la circulación, pero también mejora el estado psicológico

María Calle Llorente Psicóloga

Algunos beneficios

“La playa proporciona efectos físicos positivos como potenciar la movilidad o la circulación, pero también mejora el estado psicológico. Escuchar el sonido del mar, pasear por la orilla o simplemente estar al aire libre contribuye a reducir el estrés y la sensación de aislamiento”, explica María Calle Llorente, psicóloga de Blua de Sanitas. El mar, añade, “estimula los sentidos, activa recuerdos positivos y favorece las conversaciones espontáneas”, lo cual ayuda a reforzar vínculos familiares o sociales.

Numerosos estudios han subrayado el efecto positivo de los entornos naturales sobre la salud mental, especialmente entre personas mayores. Un estudio publicado en Health & Place (White et al., 2013) reveló que vivir cerca del mar se asocia con niveles más bajos de angustia psicológica. Otra investigación liderada por la Universidad de Exeter confirmó que la exposición regular a espacios azules —como playas o lagos— puede mejorar el estado de ánimo y reducir el riesgo de depresión.

“En inglés hay una palabra para describir esta emoción de conexión con el mar: awe. Y existe una línea de investigación extensísima en psicología positiva acerca del fenómeno. A los beneficios comprobados para la salud y el bienestar derivados del contacto con entornos acuáticos naturales, especialmente el mar, se les conoce con el nombre de salud azul. ¿A qué se deben? Los científicos barajan varias explicaciones. Por un lado, estar cerca del agua hace que tengamos más actividad física (salud física). Además, hay que reconocer la capacidad restaurativa que tienen la naturaleza y la interacción social (salud mental)”, explicaban en un artículo de divulgación en The Conversation los especialistas David Gallardo-Pujol, Jordi Renom y Laura Viñals, de la Universidad de Barcelona.

En efecto, el contacto con el mar promueve el ejercicio físico ligero, muy adecuado en la edad avanzada. Caminar sobre la arena mejora el equilibrio, fortalece la musculatura y puede ser beneficioso para personas con artrosis o problemas articulares leves. Además, mojarse los pies o tomar un baño —siempre con precaución y sin contraindicaciones médicas— ayuda a relajar la musculatura y estimula la circulación sanguínea.  

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En España, como es el caso de Juan, una de cada cinco personas tiene varices, pero a partir de los 50 años afecta al 50% de la población, según informan desde Quirón Salud. Los especialistas del centro recomiendan, en la playa, “sumergir las piernas en el agua hasta las rodillas. Los paseos por la arena son un excelente masaje para ellas”. 

Pero todos estos beneficios y ventajas requieren cuidados y seguir consejos para que no se conviertan en riesgos y problemas.  

Riesgos y consejos

Cuidado con el sol y la temperatura

El sol y la temperatura son los principales riesgos para la población sénior en la playa y en verano. Por ello desde Sanitas Mayores recomiendan “evitar las horas de mayor calor, ya que son más vulnerables a los golpes de calor, por lo que es recomendable acudir a la playa a primera hora de la mañana o al final de la tarde, evitando la franja entre las 12 h y las 17 h. Fuera de ese horario, la temperatura es más suave y favorece una mejor tolerancia a la actividad física, mejorando también el estado de ánimo y el descanso posterior”. 

Desde esta entidad aconsejan proteger la piel con ropa ligera y protector solar, “la piel de las personas mayores es más fina y sensible, por lo que conviene cubrirla con prendas frescas de algodón, sombreros de ala ancha y gafas de sol. Por otro lado, es aconsejable aplicar crema de protección solar de factor 50 y reaplicarla cada dos horas para disminuir el riesgo de quemaduras”. 

El dermatólogo Ramon Grimalt es mucho más tajante con esta cuestión, como explicaba en una entrevista en Longevity. “No son los años lo que envejece, sino las horas de sol recibidas durante la vida”, afirma. Para este especialista —como para muchos de su campo—, hay que evitar la exposición al sol. “La persona que se pone crema de protección solar, a veces hace lo contrario de lo que debería hacer, se expone al sol con la conciencia tranquila de que se ha protegido, y yo lo que quiero como médico es que no se exponga al sol”.

Caminar en la playa puede ser muy beneficioso para la circulación de las piernas

Caminar en la playa puede ser muy beneficioso para la circulación de las piernas. 

REKINA KATYA

A tener en cuenta en baños y paseos

Mojarse los pies, pasear por la orilla del mar o darse un baño tranquilo, puede aportar muchos beneficios, si la movilidad lo permite y no hay ninguna contraindicación médica. Pero si bien es cierto que el agua del mar estimula la circulación, relaja y genera una sensación placentera, se deben tener en cuenta algunas cuestiones. 

“Para las personas mayores, caminar por la playa puede ayudar a mejorar la circulación, estimula la planta del pie, que es la bomba del retorno venoso, fortalece la musculatura, promueve el bienestar mental”, dice Neus Moya, podóloga. “Sin embargo, especialmente cuanto mayor es la persona, hay que tomar más precauciones”. 

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Según Moya, “durante el invierno el pie va encorsetando, no se mueve, y a lo mejor lleva tacón. De repente, en la playa, estamos en una superficie inestable, la arena, donde se hunde el talón. Así se crean tensiones, y es más fácil desarrollar fascitis plantar, o tendinitis del tendón de Aquiles, además de caídas si el terreno es inestable”. 

Moya añade que para evitar estos problemas, “debemos trabajar el pie durante el año en casa, haciendo ejercicios de tonificación”. Algunos ejemplos: tirar con los dedos de los pies de una toalla, pasar una pelota por debajo de la planta, hacer puntillas y bajar de forma gradual… “Además, debemos tener en cuenta la pendiente del terreno de la orilla del mar, ya que hace pendiente, y habrá un lado del cuerpo que trabajaremos mucho más. Esto puede generar tensión y problemas articulares como inflamaciones en la rodilla y la cadera. Se debe intentar caminar por la arena húmeda, más que por la arena seca (que genera más fatiga y desequilibrios)”.

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Más allá del ocio: socializar y vivir

Además de los beneficios para la salud física, como decíamos, hay muchas ventajas de la playa que van más allá, en el plano mental, psicológico. “La playa es también un espacio relacional”, señala Miryam Piqueras, directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores. “Salir de la rutina, estar en un entorno distinto, compartir momentos con otros… Todo eso favorece el estado de ánimo y refuerza la autoestima”.  Por eso, cada vez más centros residenciales o asociaciones de mayores organizan salidas puntuales al mar durante el verano.  

Como apuntan algunos expertos en envejecimiento activo, la clave está en adaptarse a las capacidades de cada momento, teniendo en cuenta el entorno. La playa puede ser un escenario intergeneracional, una oportunidad para el movimiento, el contacto con la naturaleza y el fortalecimiento de vínculos.   

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