“Hay que prestar atención a minerales como el potasio, que abunda en frutas como el melón, el plátano, la sandía o los albaricoques”: pautas de dieta y salud para séniors, aliadas contra el calor

Longevity

El calor, la deshidratación y los cambios en la rutina diaria reducen el apetito en las personas mayores durante los meses de verano

Algunas recomendaciones generales pueden ayudar a mantener una buena nutrición y a evitar los riesgos para la salud que conlleva el calor

La sandía, el melón, o los albaricoques tienen potasio, que ayuda a los mayores a combatir el calor.

La sandía, como el plátano o el melón, son alimentos que ayudan a controlar el calor en verano, gracias a su contenido en potasio. 

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Para hacer frente a los efectos del calor en la salud, especialmente de los grupos de población vulnerable, Sanidad ha actualizado el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud, activado entre el 16 de mayo y el 30 de septiembre de 2025, incorporando una nueva guía de interpretación de alertas térmicas.

“El impacto de la exposición a altas temperaturas está influido por el envejecimiento fisiológico y las enfermedades subyacentes. Normalmente, un individuo sano tolera una variación de su temperatura interna de aproximadamente 3 °C, sin que sus condiciones físicas y mentales se alteren de forma importante. A partir de 37°C se produce una reacción fisiológica de defensa”, dice el documento de Sanidad. Las personas mayores y los menores son más sensibles a estos cambios de temperatura.

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De hecho, en 2023, 2.155 personas fallecieron en España por causas relacionadas con las temperaturas extremas. En 2022, la cifra fue de más de 3.000 muertes, según los datos oficiales, y llegaron a más de 11.000, según una investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que apuntaba que el 81% de fallecidos eran personas mayores de 80 años.

“Los adultos mayores tienen reducida la sensación de calor y, por lo tanto, la capacidad de protegerse, existiendo un paralelismo entre la disminución de la percepción de sed y la percepción del calor, especialmente cuando sufren enfermedades neurodegenerativas”, apuntan desde la guía del Ministerio. “A ello se suma la termólisis reducida del anciano (numerosas glándulas sudoríparas están fibrosadas y la capacidad de vasodilatación capilar disminuida). La capacidad de termólisis menor ocurre también en la diabetes y las enfermedades neurodegenerativas”.

Los adultos mayores tienen reducida la sensación de calor y, por lo tanto, la capacidad de protegerse, existiendo un paralelismo entre la disminución de la percepción de sed y la percepción del calor

Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la SaludMinisterio de Sanidad

En este mismo sentido se expresaba en Longevity  el doctor Gregorio Jiménez Díaz, especialista en geriatría del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares y vicesecretario general de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. “El cuerpo humano necesita mantener una temperatura estable de alrededor de 37°C para que sus funciones metabólicas se desarrollen correctamente. Pero con la edad, los mecanismos de regulación térmica comienzan a fallar” comenta. 

Hay datos recientes por géneros. Según una investigación en la que participa la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) que ha analizado cómo perciben y viven el calor urbano personas mayores de 65 años, hay diferencias entre mujeres y hombres: ellas expresaron más experiencias relacionadas con el calor que ellos, como sudoración, hinchazón, debilidad, pesadez, dolor de cabeza o disminución del apetito. El estudio, con participación de la Universidad de Varsovia y el Instituto de Etnología y Antropología Cultural (Polonia), ha demostrado también que las mujeres sufren una mayor afección por el calor, una mayor pérdida de capacidad física y más dificultades de salud a corto y largo plazo.  

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Dado que los adultos mayores son un grupo de población especialmente sensible a las altas temperaturas, los especialistas dan una serie de recomendaciones a seguir, que son útiles para cualquier grupo de población, pero tienen una especial relevancia en personas de edad avanzada.

Las recomendaciones generales

En cuanto a la temperatura del ambiente, dentro de casa, según Jiménez Díaz, “lo ideal es mantener una temperatura estable alrededor de 22°C, tanto en invierno como en verano, con sistemas de climatización”, un aspecto conocido, pero que a menudo es difícil de llevar a cabo por el coste de la energía y el difícil acceso a los sistemas de climatización por parte de la población más vulnerable.

Fuera de casa, el especialista y las guías oficiales de salud, aconsejan usar ropa ligera de algodón o lino y procurar no salir a la calle en las horas de mayor calor, buscar siempre la sombra y llevar siempre agua y protección solar.

Además, es fundamental “garantizar una buena hidratación, a pesar de no tener sensación de sed, ya que la deshidratación también agudiza el deterioro de la función renal, comprometida en muchas de estas personas. Es importante mantener una ingesta adecuada de líquidos y aunque no apetezca beber, porque el cuerpo sigue perdiendo agua”, según el geriatra.

Ampliar Decálogo de recomendaciones generales para prevenir los efectos de las altas temperaturas

Decálogo de recomendaciones generales para prevenir los efectos de las altas temperaturas. 

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El apetito y la nutrición con el calor

El calor, la deshidratación y los cambios en la rutina diaria reducen el apetito en las personas mayores durante los meses de verano. Esta situación, conocida como hiporexia, puede llevar a una ingesta insuficiente de nutrientes, “con el consiguiente riesgo de desnutrición, pérdida de masa muscular o debilitamiento del sistema inmunológico”, según explican desde Sanitas Mayores.

El aumento de las temperaturas altera los mecanismos naturales de regulación del hambre y la sed. “Esto genera la reducción de la sensación de apetito, haciendo que el organismo priorice la termorregulación frente al proceso digestivo. Como resultado, las comidas calientes o copiosas suelen resultar poco apetecibles. A este efecto físico se suman factores emocionales como la tristeza, la soledad o la ansiedad, que también afectan a la relación con la comida”, añaden.

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El potasio, clave para la hidratación y la función muscular, abunda en frutas de temporada como el melón, la sandía, los albaricoques y en hortalizas como el tomate. 

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“El apetito está influido por múltiples factores, no solo fisiológicos, sino también emocionales, sociales e incluso ambientales. Por eso, ante una pérdida de interés por la comida, es fundamental realizar una evaluación individualizada. Sin embargo, en muchos casos, pequeñas intervenciones como ajustar la textura de los alimentos, cambiar los horarios de las comidas o introducir estímulos sociales en el entorno, pueden evitar complicaciones derivadas de una nutrición inadecuada”, explica Miryam Piqueras, directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores.

En este contexto, resulta fundamental ofrecer platos frescos, ligeros y fáciles de consumir, que estimulen el apetito sin suponer un esfuerzo para el organismo. “En esta época del año es mejor priorizar alimentos que aporten hidratación, pero también un buen perfil de micronutrientes esenciales. Hay que prestar especial atención a minerales como el potasio y el calcio, o a vitaminas como la D, ya que sus niveles pueden verse comprometidos si el apetito disminuye durante varios días seguidos”, apunta María Aguirre, nutricionista de Blua de Sanitas.

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El potasio, clave para la hidratación y la función muscular, abunda en frutas de temporada como el melón, la sandía, los albaricoques y en hortalizas como el tomate

María Aguirre Nutricionista 

Según Aguirre, “las altas temperaturas y el aumento de la sudoración pueden alterar el equilibrio de minerales y afectar tanto la hidratación como la salud muscular y ósea”.

¿En qué alimentos debemos focalizar la atención, como fuentes de estos nutrientes señalados? “El potasio, clave para la hidratación y la función muscular, abunda en frutas de temporada como el plátano, el melón, la sandía, los albaricoques y en hortalizas como el tomate”, señala Aguirre.

El potasio es un tipo de electrolito que ayuda al funcionamiento de los nervios, a la contracción de los músculos y a que el ritmo cardíaco se mantenga constante. También permite que los nutrientes fluyan hacia las células y que estas expulsen sus “desechos”. La OMS recomienda una ingesta diaria de 3.510 mg de potasio. Además de los alimentos citados, son ricos en este mineral la soja, los garbanzos, los pistachos, patatas y boniatos, cacao o champiñones.

El plátano tiene mucho potasio, un mineral importante para combatir el calor

El plátano tiene mucho potasio, un mineral importante para combatir el calor. 

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Según Aguirre, “el calcio, fundamental para huesos y músculos, puede obtenerse en verano a través de acelga, espinaca, higos frescos y productos lácteos como yogur o queso”. Además de estos, podemos señalar las algas como el wakame, el sésamo, la algarroba o las sardinas en conserva.

Para la nutricionista, “aunque el sol favorece la síntesis de vitamina D, muchas personas no la producen en cantidad suficiente, por lo que conviene incluir alimentos como pescado azul (sardinas, caballa) y huevos”.

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