¿Cuándo empezamos a envejecer? Responder a esta pregunta no es fácil, depende de muchos factores: genéticos, ambientales e incluso sociales… Sin duda, los hábitos saludables son el gran freno al deterioro que va ligado a la edad.
El doctor José Viña, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia y uno de los mayores expertos españoles en medicina antienvejecimiento, arranca su libro La ciencia de la longevidad (Sinequanon) con una cita del Premio Nobel norteamericano Linus Pauling: “El gran beneficio de cuidarse es que se incrementa el periodo de felicidad que tiene lugar en la madurez. La madurez puede ser un periodo de gran felicidad. La juventud es tiempo de infelicidad. Los jóvenes, que buscan su sitio en el mundo, viven bajo un gran estrés”.
Viña explicaba en una entrevista a La Vanguardia sus reflexiones sobre el envejecimiento y la longevidad, y repasamos algunas de las más destacadas.
El inicio del envejecimiento
El envejecimiento empieza relativamente pronto, aproximadamente a los 30 años, cuando el cuerpo se estabiliza, según cuenta Viña. “¿Cuántas veces se dice aquello de que ha echado la barriguita de la felicidad porque se ha casado? No, la ha echado porque ha pasado los 30 años y ya está empezando el proceso de envejecimiento. En ese sentido, otra idea muy reciente es que no se envejece de una forma continua, sino que hay fases en que el envejecimiento se acelera. Alrededor de los 40 y de los 60, por ejemplo, sucede. Pero el mensaje fundamental es que a partir de los 30 ya te puedes ir cuidando”, dice el doctor Viña a La Vanguardia.
“La velocidad máxima en las carreras de 100 metros, en las de 800 metros y en la maratón, ocurre a los treinta años y decae progresivamente a partir de esa edad.
Hay que empezar a cuidarse ya a esa edad, como mínimo. Pero diré más, la etapa anterior a los treinta es un periodo en el que la educación es fundamental. Por tanto, educar a los jóvenes desde la niñez en el buen estilo de vida es crucial para que ellos lo sigan cuando sean adultos jóvenes y en etapas posteriores de la vida”.
Extracto de “La ciencia de la longevidad”.
La longevidad saludable
Ese concepto de longevidad saludable va aparejado a la posibilidad de modular la velocidad de nuestro propio envejecimiento. ¿Eso es posible? “La respuesta es un sí rotundo. El envejecimiento no se puede eliminar, pero la velocidad de envejecimiento sí se puede modular, podemos intervenir sobre ella a través de nuestros hábitos de vida”.
“Piensa que en la actualidad podemos esperar vivir alrededor de ochenta y cinco años y que los achaques y las enfermedades empiezan a manifestarse con más frecuencia a partir de, digamos, los setenta y cinco. Naturalmente, sería muchísimo mejor que las enfermedades empezaran a los ochenta y cuatro, y que uno se muriera a los ochenta y cinco. Por descontado, sería mucho mejor llegar a la longevidad máxima, que podemos decir que está alrededor de los ciento quince años, poniéndonos enfermos a los ciento doce, aunque lo que sería una verdadera catástrofe es que estemos llegando a los ciento diez, pero desde los setenta vivamos
atados a una silla de ruedas. Lo digo así, en un
lenguaje bastante crudo, porque quiero que te conciencies de la trascendencia que tiene lo que puedes hacer para vivir muchos años, si bien con una gran calidad de vida”.
Extracto de “La ciencia de la longevidad”.

Llegar a los 100 años es posible hoy en día, pero es mucho más satisfactorio llegar a mayor con buena salud.
Usar bien el tiempo
Sobre este concepto de usar bien el tiempo, apunta el doctor, “es algo que leí cuando era un hombre joven, en un libro que me ha acompañado siempre, El arte del tiempo, de Jean-Louis Servan-Schreiber. Es importantísimo para la felicidad que controlemos nuestro tiempo y que no queramos saturar nuestros días de actividades. Cuando se es muy joven siempre se quieren hacer más cosas de las que caben en un día; y eso, además de imposible, es un error. Yo, sinceramente, no siempre he acertado en ese aspecto de la vida, pero siempre he intentado tener cierto control sobre mi tiempo, porque eso es fundamental para la felicidad y para la longevidad saludable”.
”¿Te has dado cuenta de que muchas veces hablamos de los tiempos que corren? ¿Cuántas veces has dicho «en los tiempos que corren pasa esto y esto»? Hacemos correr al tiempo. Y si aceleramos el tiempo (esto es, nuestra percepción subjetiva del tiempo) aumentamos nuestra edad biológica, envejecemos. Los pedagogos empiezan ya a documentar el error que cometemos metiendo prisa a los niños: «Corre, haz los deberes», «Corre, que llegamos tarde al colegio», o al fútbol o a lo que sea… pero corre. Nunca, nunca, decimos «vayamos tranquilamente al colegio o al fútbol, lo va a ver a la abuela…», siempre corre, corre… Les estamos condicionando para el resto de sus vidas”.
Extracto de “La ciencia de la longevidad”.
Como conclusión de su libro, el doctor Viña hace una lista concreta de 10 propuestas para la longevidad saludable, que es interesante repasar.
- Tú puedes modular la velocidad a la que envejeces. Si te cuidas un poco, envejecerás mucho mejor y serás más feliz en las últimas etapas de tu vida.
- Si aprendes a manejar el tiempo, para no tener nunca prisa, estarás menos estresado y envejecerás mejor. La prisa acorta la vida.
- El estrés no controlado es el gran asesino. Si llevas una vida llena de paz interior, envejecerás más lentamente y serás más feliz.
- El sueño es muy necesario para tu cerebro. Duerme más, y si puedes, duerme la siesta.
- Hacemos poco ejercicio físico. Haz ejercicio diariamente, sin agotarte, variado, relajante… Pero haz ejercicio. Procura integrarlo en tu vida cotidiana.
- Come menos, y aumenta la fruta y la verdura. Si puedes, haz una comida de fruta al día. Bebe mucha agua, no solo cuando tengas sed.
- Aumenta la creatividad en tu trabajo (y en tu vida). Más creatividad te hará más feliz (y, casi seguro, más eficiente en tu trabajo).
- Evita las relaciones personales tóxicas. Aumenta las que te resulten interesantes.
- No crees estrés en los demás: sonríe. No albergues odio en tu interior.
- Si algún consejo de los anteriores (o cualquier otro) te impide ser feliz, ¡no lo tengas en cuenta!