Al escuchar hablar de Manuel Pérez-Alonso (València, 1962), experto en genómica e investigación biomédica, dan ganas de tomar notas mentales continuamente. Apasionado de la ciencia para mejorar la salud y lograr una vejez saludable, considera que, para comprometerse con el autocuidado, las personas tienen que comprender qué nos hace daño y cómo. Por eso habla de forma cerca y explica cosas como que fumar no solo hace mal a los pulmones, sino que “introduce sustancias mutagénicas que dañan directamente el ADN”, lo que “provoca un deterioro en nuestras células y en nuestro genoma”.
Además, el doctor en Biología y catedrático de Genética en la Universitat de València, y miembro del comité científico del Longevity World Forum –el congreso anual sobre longevidad que se celebra en España–, cuenta, entre otras muchas reflexiones sobre el envejecimiento, que ir al baño con regularidad también ayuda a cumplir años con salud. “Si los restos de alimentos permanecen mucho tiempo en el intestino, en la fermentación que se produce las bacterias generan sustancias mutagénicas y carcinógenas. Evitar el estreñimiento reduce ese riesgo y mejora las previsiones de envejecimiento saludable”, cuenta.
Pionero del emprendimiento científico, su interés por los avances y la genómica le han llevado a fundar diez empresas de biotecnología. Una de ellas, IMEGEN, ha contribuido a llevar las técnicas de secuenciación del ADN desde los laboratorios universitarios a los hospitales de toda España. “Eso ha permitido diagnosticar enfermedades raras y anticiparse a ellas. “Prevenir enfermedades es una forma también de conseguir una mayor longevidad. Conocer el genoma permite entender mejor el envejecimiento”, destaca.
Usted ha fundado diez empresas biotecnológicas. ¿Cómo puede ayudar la biotecnología a envejecer mejor?
La biotecnología nos está permitiendo conocer el genoma y eso nos ayuda a entender el proceso de envejecer para lograr tener una vejez más saludable. También nos permite aplicar ese conocimiento al diagnóstico y la prevención de enfermedades. Todo eso es uno de los principales avances de la biotecnología. Por ejemplo, mi empresa Health in Code, antes Instituto de Medicina Genómica, ha contribuido a llevar las técnicas de secuenciación del ADN desde los laboratorios universitarios a los hospitales de toda España. Eso ha permitido diagnosticar enfermedades raras y anticiparse a ellas.
Prevenir enfermedades es una forma también de conseguir una mayor longevidad, y conocer el genoma permite entender mejor el envejecimiento
¿Cree que los nuevos tratamientos biotecnológicos cambiarán la sociedad y mejorarán la longevidad?
Podría ser, eso es en lo que ya estamos, en comprender el camino que lleva al envejecimiento y a la senescencia. Empezamos a entenderlo mucho mejor, yo diría que bastante bien, gracias a la biotecnología. Si algún día aparece una pastilla que nos permita vivir sanos 130 o 140 años, será una revolución. Habrá que repensar cómo se organiza el mundo si eso ocurre.
¿Qué relación hay entre la genética y la longevidad?
Muchísima. Comprender la longevidad pasa por estudiar el genoma y lo que le ocurre cuando envejecemos. Se están descubriendo marcadores que explican cómo envejecemos, muchos de ellos ligados a cambios en el genoma, o más concretamente en el epigenoma.
¿Qué cambios son esos?
Uno de ellos es la inestabilidad genómica. El genoma debería mantenerse estable toda la vida, pero no ocurre así: con la edad se vuelve inestable. Otro fenómeno es el acortamiento de los telómeros, los extremos de los cromosomas, que se van acortando con los años. Y luego están las alteraciones epigenéticas, cambios en cómo se expresan los genes de nuestras células. Todo eso está íntimamente ligado al envejecimiento.
¿Por qué se produce esa inestabilidad genómica?
Cada vez que una célula se divide, puede cometer pequeños errores al copiar el ADN. Son las llamadas mutaciones somáticas. Existen mecanismos para corregirlas, pero no son perfectos, y con la edad se relajan. Eso provoca pérdida de fragmentos de ADN o incluso cromosomas enteros.
¿Qué consecuencias tiene ese proceso?
Pueden ser de todo tipo, pero la más conocida es el cáncer. De hecho, el riesgo de cáncer aumenta con la edad precisamente por esta inestabilidad genómica.
¿Se puede prevenir?
No hay ningún tratamiento disponible más allá de las pautas de vida que sí que sabemos que son muy convenientes para cualquier persona. No existe aún un tratamiento fiable que la prevenga, pero sí hay empresas biotecnológicas invirtiendo miles de millones en encontrar terapias que frenen el envejecimiento. Algunas de ellas, como Altos Labs [la empresa de Jeff Bezos y otros inversores], trabajan justo en eso.
Fumar introduce sustancias mutagénicas que dañan directamente el ADN; está más que demostrado científicamente que fumar provoca un deterioro en nuestras células y en nuestro genoma
Mientras tanto, ¿cómo podemos cuidar nuestro genoma?
Lo primero, dejar de fumar. Fumar introduce sustancias mutagénicas que dañan directamente el ADN. Sabemos claramente, y está más que demostrado científicamente, que fumar provoca un deterioro en nuestras células y en nuestro genoma. Por eso, si lo dejamos y además evitamos ser fumadores pasivos, desde luego que vamos a cuidar nuestro genoma de una manera muy eficiente. Y después, mantener hábitos de vida saludables: buena alimentación, ejercicio físico y poco estrés.
Lo escuchamos muchas veces pero, por temas de salud y en concreto relacionándolo con el genoma y un envejecimiento saludable, ¿por qué es tan importante comer fruta y verdura?
Cierto, decimos constantemente que es bueno comer fruta y verdura, ya lo sabe todo el mundo, pero no hemos explicado todavía bien por qué, y es importante comprenderlo. Conviene hacerlo porque contienen fibra natural, que acelera el tránsito intestinal. Si los restos de alimentos permanecen mucho tiempo en el intestino, en la fermentación que se produce las bacterias generan sustancias mutagénicas y carcinógenas. Evitar el estreñimiento reduce ese riesgo y mejora las previsiones de envejecimiento saludable. El intestino tiene que ser considerado un sitio de tránsito, lo que hay ahí cuanto antes salga mejor, para evitar que esas bacterias generen sustancias genotóxicas que aumentan el riesgo de mutaciones en nuestras células y, por tanto, el riesgo de cáncer.
¿Y qué ocurre con los alimentos ultraprocesados?
Muchos contienen conservantes como nitritos y nitratos (E249, 250, 251, 252), que suelen estar presentes en fiambres y embutidos. A dosis bajas son legales, pero se sabe que pueden generar compuestos mutagénicos. Lo ideal sería reducirlos, o elegir productos sin esos conservantes.
La dieta mediterránea suele considerarse saludable.
Sí, pero la auténtica dieta mediterránea no debería incluir conservantes, sino productos frescos. A veces pensamos que estamos comiendo dieta mediterránea, así que todo bien, cuando estás metiendo en tu nevera todos esos conservantes que, al final, te pueden provocar daño en la salud. Comer productos frescos, naturales, sin aditivos, es la mejor forma de cuidar la salud y el genoma. Cada vez está más claro que el aumento de los casos de cáncer tiene mucho que ver con nuestro modo de vida, por un lado el estrés y por otro la alimentación. A veces ir al supermercado es como si fueras a un estanco. Cuando estudié Biología, tuve la suerte de tener una gran profesora de microbiología que nos explicaba que se añaden aditivos por la relación coste-beneficio. Por ejemplo, para que los productos cárnicos puedan llegar prácticamente a casi todo el planeta con facilidad. Está muy estudiado que, a dosis bajas, el riesgo para la salud es bajo. Pero no es cero, ni mucho menos. Así que, como opción personal, si uno puede ver la lista de ingredientes de lo que está tomando y evitar en lo posible estos conservantes y aditivos, siempre es una mucha mejor opción. Además, ya hay alternativas.
La auténtica dieta mediterránea no debería incluir conservantes, sino productos frescos; comer productos frescos, naturales y sin aditivos es la mejor forma de cuidar la salud
En algunos estudios indican que los telómeros, los marcadores de la longevidad, pueden alargarse, incluso con actitudes como la amabilidad. ¿Es posible?
No puedo confirmarlo con evidencia científica, no lo he estudiado en concreto, aunque me parece plausible. Lo que sí sé que está demostrado es que el estrés acelera el envejecimiento. Reducir el estrés, vivir con serenidad y amabilidad, sin duda ayuda a mantener la salud celular.
Hablaba antes de las las alteraciones epigenéticas, ¿qué son y cómo influyen en la longevidad?
La epigenética regula cómo se leen los genes y la manera en que nuestro genoma funciona de manera distinta en cada tipo de célula. Cada una lee el genoma de forma distinta. Con el envejecimiento, esa lectura se altera. Entender esos cambios epigenéticos podría permitir revertir o frenar el envejecimiento.
¿Podrían desarrollarse a partir de eso fármacos rejuvenecedores?
Es probable. Se cree que se podrá revertir esos cambios y restablecer nuestra epigenética para llevarla a estados más jóvenes. O al menos frenar para que esos cambios no avancen hacia el envejecimiento, hacia la, digamos, la senescencia. Muchas empresas biotecnológicas, casi todas en EE.UU., trabajan en ello. Pero cuando lleguen, probablemente serán muy caros y no estarán al alcance de todos, lo que plantea dilemas éticos.
¿Es el acceso a los avances científicos igualitario?
Bueno, inevitablemente los avances en la ciencia y la salud no llegan por igual a todas las personas, ni a todos los segmentos de la población en el mundo. Incluso en España, ahora mismo se está discutiendo que en el screening prenatal en distintas comunidades autónomas se cubren más o menos posibles enfermedades, dependiendo de cada una, para poder diagnosticar de forma precoz.
No creo que lleguemos a 200 años, pero sí a 120 con buena salud, como algo más común
¿Y cree que queda poco para que se desarrollen fármacos relacionados con el envejecimiento muy avanzados?
Si hay que coger la bola mágica para pensar qué va a pasar, yo me atrevería a decir que puede que alguna de estas empresas biotecnológicas norteamericanas con estas grandes inversiones consiga desarrollar un tratamiento o un fármaco que frene los avances del envejecimiento. Yo personalmente creo que puede ocurrir, que en los próximos 20 años tendremos algún fármaco así.
¿Qué opina de las afirmaciones sobre vivir 200 años o ser inmortales?
No creo que lleguemos a 200 años, pero sí a 120 con buena salud, como algo más común. Ya hemos alargado la esperanza de vida en un siglo. Solo con que redujéramos el estrés, dejáramos de fumar de forma radical y siguiéramos una dieta sana, ya supondría un gran avance en longevidad.
¿La contaminación también influye?
Sin duda. Ya está demostrado que las personas que viven en entornos limpios, alejadas de la contaminación industrial y urbana, tienen marcadores biológicos que asociados a una mayor longevidad que las personas que están en un entorno industrial y urbano. Respirar permanentemente contaminantes a través del aire daña el genoma y acelera el envejecimiento.
Para terminar, ¿qué lección de vida le han dejado sus estudios y su trayectoria profesional?
He aprendido que las personas son la clave de todo. Cuidar de los demás es una forma de cuidarse a uno mismo. Creo que estamos en un mundo en el cual ahora hay demasiada tendencia al individualismo y al egocentrismo. Hay que recuperar los vínculos, cuidar a nuestro entorno social, el más próximo, no solo el familiar, sino el de amigos y colaboradores de nuestro trabajo, y saber que nuestro futuro depende en una medida muy grande de todos ellos. Las relaciones humanas son fundamentales para vivir más y mejor.







