Loading...

Antoni Carreño, campeón de tenis sénior a los 88 años, sobre sus secretos de salud: “Entreno tres días a la semana y hago pesas, bici estática y paseos” 

Envejecer en plena forma

Nacido en Balaguer en 1937, no cogió una raqueta hasta bien pasados los 40 años, demostrando que el deporte y la competición no entienden de edades: “El 70% de mi salud y ánimo se lo debo al tenis; si en una semana no juego, no me encuentro bien”.

Antonio Carreño, campeón del mundo de tenis a los 88 años. 

Cedida

Los campeones no entienden de edades. No hay que estar tocado por una varita mágica de pequeño y rozar el cielo de Roland Garros o Wimbledon antes de los 30 años para ser un gran tenista. Antoni Carreño es el relato vivo de que ganar es más que levantar cualquier copa: es no abandonar y aprender a seguir disfrutando de competir. A los 88 años, este vecino de Balaguer acaba de proclamarse campeón del mundo de dobles con la selección española en la categoría de más de 85 años, después de ganar a Argentina por 2-0 en los ITF World Tennis Masters Championships, y continúa entrenando tres días a la semana como si acabara de empezar su carrera.

“Cuando hay semanas en que llueve y no se puede jugar, me siento extraño; me gusta y me va muy bien entrenar a menudo en el Club”, asegura Carreño, que con 88 años y una prótesis en cada rodilla no se detiene. Este abril, una lesión en el tendón del hombro del brazo con el que juega casi lo dejó fuera de las pistas, pero gracias a unas infiltraciones sigue jugando y acaba de coronarse campeón del mundo.

La expedición de la Selección española que se llevó el oro en el Mundial de tenis sénior; en el centro, a la derecha, el balaguerense Antoni Carreño sostiene su medalla.

RFET

Nacido en 1937 en Balaguer, Carreño vivió la transformación industrial de la ciudad desde dentro. Trabajó 24 años como jefe de compras en Inpacsa, la histórica fábrica papelera que fue una de las principales industrias de la capital de la Noguera hasta su cierre en 1993. De 1994 hasta su jubilación en 2000 ejerció el mismo cargo por una empresa homóloga de Saint-Gaudens, en Francia.

Paralelamente, en 1976 fue socio fundador de la urbanización Club Segre, en el término municipal de Gerb, y de sus pistas de tenis, y desde sus inicios ha estado vinculado al Club Tenis Balaguer. Su primera raqueta llegó tarde: “Cuando empecé a jugar ya tenía unos 40 años”, recuerda. Unos amigos le hicieron probar a golpear la pelota contra el frontón y, después de cuatro golpes limpios, le dijeron que “empuñaba muy bien”, que siempre tocaba el centro de la raqueta. A los pocos meses, ya ganaba “sobrado” a quienes presumían de saber jugar.

Carrera tardía pero de caché mundial

La segunda vida de Antonio Carreño como tenista veterano empieza en 2005, cuando, con 68 años, decide inscribirse en el Campeonato de Cataluña y, después, en el de España. “Había mucho nivel, pero fui capaz de ganar el cuadro de consolación y eso me hizo pensar que quizá tenía suficiente talento”, explica.

Allí descubre el circuito ITF Tennis Masters, con torneos en Barcelona, La Manga, Marbella, Llafranc, Portugal, Francia o Italia, entre otros. Desde 2010 hasta 2020 se mantiene casi siempre entre los 20 y 40 primeros del ránking mundial de su categoría, y en 2022 firma un año prodigioso: disputa 11 torneos, gana 7 y termina como número 2 del mundo.

La imagen de la deportividad tras la victoria: la foto de los integrantes de las selecciones argentina y española después de disputar la final que se llevó el conjunto español.

RFET

La recompensa a esas ganas y a la consecuente escalada de niveles llega en forma de convocatoria nacional. La Federación Española lo llama para el Mundial por equipos de 2023 en Mallorca, donde el combinado acaba cuarto, solo derrotado por Estados Unidos.

Nuestra meta era entrar entre los cuatro primeros; salir campeones del mundo ha sido un sueño

Antonio Carreñotenista

Dos años más tarde, en Croacia, el equipo español de más de 85 años —tres jugadores catalanes y un madrileño— hace historia. Se adentran en las semifinales, donde tumban a Estados Unidos por 2-1. En la final, España derrota a Argentina por 2-0 y ni siquiera es necesario jugar el decisivo partido de dobles. “Nuestra meta era entrar entre los cuatro primeros; salir campeones del mundo ha sido un sueño”, explica Carreño, que a pesar de ser habitualmente jugador individual ha brillado también en dobles.

Lesiones, prótesis y mucha disciplina

Carreño lleva dos prótesis, una en cada rodilla, pero asegura que ya “ni se acuerda” de que las tiene. En 2013 pasó por el quirófano para reparar el supraespinoso y el infraespinoso del hombro derecho, y en 2025 una caída aparcando el coche le rompió una costilla y, más tarde, un tendón del hombro le hizo pensar que venía lo peor. “Entré en la consulta pensando que el médico me haría el certificado de defunción como tenista”, admite.

A pesar de todo, el médico propuso un tratamiento con infiltraciones y ha podido volver a la pista. El secreto, la disciplina: “No hay milagros, como de todo, pero entreno tres días a la semana y lo combino con pesas, bicicleta estática y buenos paseos”, asegura.

Antonio Carreño repasa su triunfo en el Mundial de Croacia 2025 con la televisión de Balaguer.

Cedida

No hay milagros, como de todo, pero entreno tres días a la semana y lo combino con pesas, bicicleta estática y buenos paseos

Antoni CarreñoTenista

Más allá del tenis: salud, amistades y envejecimiento activo

Hoy, Antonio Carreño sigue jugando en el Club Tennis Balaguer contra rivales que le llevan entre 15 y 20 años. El jugador que viene justo detrás de él en edad tiene 70. “Normalmente, gano más veces de las que pierdo, y a menudo hago mejor el segundo set que el primero”, dice, riendo. Le cuesta calentar el cuerpo, pero cuando entra en ritmo se vuelve fuerte. Se considera “un privilegiado” por poder competir así con 88 años.

Las pistas actuales de tierra batida del Club Tennis Balaguer

Club Tennis Balaguer

Más allá de los títulos, Carreño se queda con la convivencia y la experiencia. En el Mundial de Croacia, explica, el equipo desayunaba, comía y cenaba siempre junto, y por la noche se reunían para analizar a los rivales y decidir quién jugaría individuales y quién dobles. “La convivencia ha sido mejor que el resultado, y eso que hemos quedado campeones”, dice. El tenis le ha dado amigos en Balaguer y en toda Europa, una rutina diaria y una válvula de escape emocional: “Diría que el 70% de mi salud y de mi ánimo es gracias al tenis. Si una semana no puedo jugar, no me encuentro bien”.