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“Durante 30 años he echado de menos el violín”: volver a la música a los 66, y empezar a tocar en una orquesta filarmónica

‘Después de los 60’

Estanislau Tomás dejó de lado el violín por no poder compaginarlo con sus estudios de Arquitectura, y así fue durante unos 30 años, hasta que se prejubiló y empezó a tocar en una orquesta filarmónica. “Es un trabajo en equipo espectacular, porque cada uno a porta su partitura, pero cuando escuchas el conjunto es buenísimo”

Estanislau, con la orquesta. 

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A Estanislau Tomás le apuntaron a piano en la Academia Marshall de Barcelona con solo seis añitos. Sus tías abuelas eran músicas —una pianista y cantante, la otra violinista—, por lo que su familia quiso mantener el legado musical. Se ve que tocar las teclas de ese instrumento no fue lo suyo, como explica él mismo, pero algo debió de removerse dentro suyo, porque de ahí pasó al Conservatorio Municipal de Música, y empezó a estudiar. “Y poco a poco me encontré con la carrera de violín hecha, los estudios de armonías, solfeo, conjunto coral e instrumental”, matiza. Casi sin darse cuenta se había convertido en violinista, compaginando su formación con los estudios de Arquitectura. Y claro, ahí se encontró en una encrucijada que le hizo tomar una decisión drástica: dejar la música.

“Estar en noveno de violín era virtuosismo, pero me enganchó en tercero de Arquitectura, y ahí me di cuenta de que no podía con ambas cosas, porque si no hacía cuatro o cinco horas de violín cada tarde era imposible avanzar”, explica este catalán de 66 años, que en ese momento cortó toda relación con el instrumento de cuerdas. “Lo dejé de forma radical, fue una decisión práctica, porque no veía la manera de desarrollar el talento musical con el trabajo”, confirma. Así estaría mucho tiempo, hasta que la música volvió a tocar a su puerta tras prejubilarse.

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Cuando se graduó como arquitecto, ya habiendo dejado la música, Estanislau entró al mundo laboral. Primero trabajó en despachos de arquitectura como colaborador, también haciendo valoraciones hipotecarias e inmobiliarias, pero quiso estabilizar su situación cuando se convirtió en padre. Así empezó a trabajar como Project Manager en una de las entidades bancarias más relevantes del país, donde ha estado ligado más de 30 años, primero en Barcelona y más tarde en Madrid, donde reside desde 2004.

Durante todo ese tiempo el violín estuvo criando polvo en el armario, durante más de tres décadas, aunque unos años atrás Estanislau volvió a retomar la práctica de forma puntual. Fue fruto de un viaje a Nueva York, donde visitó salas de conciertos y, al entrar en una tienda de partituras, le vino una especie de flash que le empujó a comprar una de ellas y estudiarla para tocar. Y así empezó una nueva tradición. “Todas las Navidades, desde hace unos 8 o 9 años, les preparaba algo a la familia; mi mujer es pianista y otros miembros de la familia también cantan, así que todos preparábamos alguna pieza”, cuenta.

No he ejercido, pero siempre he escuchado mucha música y me ha fascinado, así que nunca la he abandonado

Senior Editor66 años

Era su propia manera de reconectar con el violín de forma residual, un sentimiento que fue in crescendo, hasta que hace un par de años lo tuvo claro: el día que dejó de trabajar fue a cambiar todas las cuerdas de su violín. Y, sin preverlo, le llegó una nueva oportunidad para disfrutar de la música. “Toqué cuatro notas y me dijeron si me apetecería tocar en una orquesta; fui a ensayar, pero no me terminaba de encajar, a los pocos días me llamaron de otra, y fue un cambio radical”, explica.

Ahí se encontró con “un gran ambiente, 80 músicos tocando… fue una acogida brutal”, recuerda Estanislau. Se trata de una orquesta en la que hay miembros de todas las edades —él es de los más mayores—, así como profesionales y amateurs, compuesta por toda clase de instrumentos. En aquel momento estaban tocando la Novena de Beethoven, una pieza nada fácil, pero se puso las pilas para poder estar a la altura de sus compañeros. Ahora ya lleva un año y medio volcado en esta nueva etapa.

Estanislau tiene estudios profesionales de violín. 

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Incluso reconoce que había echado de menos invertir tiempo en el violín durante más de tres décadas. “Lo he echado de menos, me hubiera gustado haber practicado durante más tiempo, pero ahora me llena tanto que no me preocupa demasiado lo que decidí en el pasado”.

Porque, en ese sentido y aunque sin tocar, Estanislau siente que siempre ha estado conectado con la música. “No he ejercido, pero siempre he escuchado mucha música y me ha fascinado, así que nunca la he abandonado”, argumenta. Para él, haber vuelto a tocar es “un trabajo en equipo espectacular, porque cada uno a porta su partitura, pero cuando escuchas el conjunto es buenísimo; a la gente que nos escucha se le abren los oídos, porque la música transmite mucho, y puedo decir que yo formo parte de las personas que pueden transmitir estas sensaciones”.

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Con su actual orquesta filarmónica realizan conciertos, muchos de ellos benéficos, un plus que Estanislau tiene en cuenta. Además, intenta convencer a sus círculos de amistades (y a todo el que quiera escucharle) de los beneficios de escuchar cualquier sinfonía en directo, aunque no estén convencidos, porque está seguro que lo que ahí se transmite traspasa cualquier emoción.

Así, a sus 66 años, Estanislau estudia como un profesional y se lo toma como algo más que una simple afición. Cada mañana se pone a practicar, también algunas tardes, porque subraya que hay mucho trabajo. “Para que salga bien, hay que estudiar el repertorio, que es precioso, pero muy complicado”, matiza. Además, jubilarse —lo hace oficialmente en junio del año que viene— no solo le ha servido para conectar de nuevo con la música, sino también a poder dedicar más tiempo a la familia y a hacer cosas en casa que nunca podía hacer, por lo que le siguen faltando horas.

A la gente que nos escucha se le abren los oídos, porque la música transmite mucho, y puedo decir que yo formo parte de las personas que pueden transmitir estas sensaciones

Senior Editor66 años

Pero aunque quizás es al que le dedica más tiempo, el violín no es el único hobby que está explotando después de los 60. Estanislau también se ha introducido en la escalada, y ya ha hecho algunas salidas. “La sensación que tienes al subir una pared y vencer las dificultades es muy fuerte, adrenalina pura”, explica. “No siento las limitaciones de la edad, aunque tengo alguna; hace un par de años salía a correr, incluso hice una media maratón de montaña, y lo he dejado porque la edad pasa factura y la sobrecarga se nota, pero mi espíritu no, yo no siento la edad que tengo”. Y, además, valora la importancia de tener una buena alimentación. “Cuando trabajaba siempre acababa comiendo en restaurantes, era horrible, y ahora hago una dieta variada y me siento mucho mejor”.