Esta es la 71a entrega de ‘Después de los 60’, la sección de testimonios sénior donde recogemos experiencias vitales en esta etapa de la vida. Nos puedes hacer llegar tu historia a [email protected].
A Rosa Dalmau se le nota en la voz la alegría de quien ha vuelto a encontrar una gran motivación en la vida. Y no por no haber tenido una trayectoria laboral plena, dedicada a la pasión que para ella fue la docencia, sino por haber descubierto que más allá de los 60 todavía podía reinventarse y conectar con aspiraciones que se habían mantenido adormiladas en su interior. “Mi profesión ha sido mi pasión, pero tenía muchas ganas de disponer de mi vida y hacer otras cosas”, cuenta. Y entre ellas asomaban la cabeza la astrología y el tarot, dos ramas que Rosa quería usar para su propio autoconocimiento y que a sus 67 años ha acabado convirtiendo en un trabajo.
Y es que si algo tenía claro esta maestra jubilada era que si seguía trabajando al mismo ritmo, no podría invertir horas en nada más, por lo que lo dejó antes de tiempo, justo cuando tenía 60 años. Poco después la vida le corroboró que había hecho bien, cuando la pandemia llegó a las aulas (y al mundo entero) para ponerlo todo patas arriba. “Di las gracias por haber tomado la decisión, porque debía de ser muy duro hacer clase en esas condiciones; muchos de mis compañeros se jubilaron cuando les tocó, durante el confinamiento, y fue un final muy triste”, razona.
Así fue como, ya liberada de las rutinas del día a día, se le abrió todo un abanico de posibilidades. Pero Rosa tenía claro hacia dónde quería dirigirse, teniendo en cuenta que siempre se había sentido atraída por el mundo del misticismo. “Me interesaba la cartomancia, durante mi vida me habían tirado las cartas y me atraía hasta el punto de haber estudiado algo de forma autodidacta”, relata. Buscando y rebuscando, llegó a la Escuela Mariló Casals, nombre de una tarotista muy conocida en los años 80 y 90 que incluso salía en los medios de comunicación —y que, para esta generación, era referente y pionera en naturalizar estos artes—.
Y pese a que al principio Rosa quería centrarse exclusivamente en las cartas, acabó también enamorada de la astrología, la pseudociencia que interpreta la posición y el movimiento de los astros para interpretar el carácter de las personas. “Era un mundo que nunca me había planteado, pero me pareció superinteresante, porque con los astros puedes entender muchas cosas y me fascinó”, recuerda. Para ella, la astrología y el tarot no son cosa de intuición, que también: el método es primordial para comprender e interpretar. “Yo no soy médium, yo interpreto, y detrás de esto hay mucho estudio; la intuición y la inspiración están, pero también se trabajan”.
Yo no soy médium, yo interpreto, y detrás de esto hay mucho estudio; la intuición y la inspiración están, pero también se trabajan
Pero, ¿en qué se diferencian el tarot y la astrología? Rosa lo explica así: “Una tirada de tarot te hace una pincelada de los temas importantes, de cómo está la persona en ese momento, y te da mucha información, pero nunca con la precisión y la proyección de futuro con la que lo hace la astrología; las personas que nunca han estado en contacto con ello ni se imaginan lo interesante que es”. Sin embargo, es consciente del fraude que también envuelve a este universo, y lamenta que haya mucha gente que se aproveche engañando a los demás.
En ese sentido, una de las cosas que plantean los alumnos de la Escuela Mariló Casals (que ya no funciona de forma presencial, aunque sí online) es adherirse al código ético del Tarot, una especie de reglamento internacional al que se pueden acoger los profesionales del sector de forma voluntaria para desarrollar su actividad. Por ejemplo, y para que se entienda, Rosa tiene claro que en una tirada de cartas no mira a terceras personas que no están presentes.
Historias séniors
‘Después de los 60’
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Además, subraya que no ha dejado de estudiar desde que empezó a adentrarse en este universo, hace ya unos cinco años, y que le aporta una gran satisfacción persona. “Ver que puedes ayudar a una persona, que entra con cara de angustia y sale con una cara distinta, para mí es importantísimo”, explica. Y, como no, empezó a practicar con ella misma, por lo que el tarot y la astrología también le han dado herramientas para su propio autoconocimiento. “Entendí muchas cosas que me pasaban y no entendía, o no sabía ponerles palabras, y también me ayudó a comprender a mis hijos”, reflexiona.
Es aquí cuando Rosa, además, hace hincapié en la nebulosa que durante años (y todavía ahora) impregna todo este cosmos. Porque, para muchos, aún lleva el peso del estigma por bandera. “Antes a la gente que simpatizaba con ello se los trataba de locos, y en general había un gran rechazo”, recuerda. De hecho, este mismo tabú lo arrastró ella misma cuando se decidió a estudiar la materia, ya jubilada, sin ni siquiera decírselo a su entorno más inmediato, muy escéptico y que nunca se había movido en estos círculos.
Antes a la gente que simpatizaba con ello se los trataba de locos, y en general había un gran rechazo
“Para mí fue muy importante dar el paso, pero también muy duro, porque durante todos estos años de estudio casi nadie sabía que yo me estaba formando, no lo explicaba porque no quería que dijeran que estaba zumbada”, explica. “Pero lo vivía con angustia relativa, porque la gente con quien estudiaba lo veía como yo, y cada vez hay más gente entrando en este mundo, aunque no lo cuenta”.
En su caso, ahora hace algunas sesiones a demanda en un espacio, más por pasión y sentido de servicio público que para lucrarse. Eso también lo tiene claro: que la vocación y la ilusión son dos fuerzas que la mueven con la voluntad de ayudar a los demás. “No quiero que me vean como un salvavidas, y siempre digo lo mismo: la astrología, el tarot o la numerología te orientan y te ayudan, y te pueden servir de brújula, pero no hay que vivirlo con desesperación”.



