Conforme los niños van avanzando en su desarrollo, los padres se ven sometidos a más y más desafíos en lo que se refiere a comprender ciertos comportamientos de sus hijos. Así como a ayudarlos a lidiar con factores clave, por ejemplo, el autocontrol. Al fin y al cabo, los menores se encuentran continuamente enfrentándose a la frustración y la gestión de sus emociones. No obstante, esto será determinante en su crecimiento e influirá en su vida adulta. “Es importante que los niños y las niñas desarrollen la noción de que algo no es fácil de alcanzar y requiere esfuerzo, así como mecanismos de autocontrol”, señalan los especialistas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Esto adquiere especial relevancia teniendo en cuenta cuál es la reacción natural de los menores ante estas situaciones: la agresividad. De hecho, morder es una reacción muy común con la que los niños expresan su frustración, según explica la Academia Estadounidense de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AACAP). Una respuesta que suelen presentar los niños de entre uno y tres años, dado que carecen de otras herramientas para compartir sus emociones. Sin embargo, los padres han de ser conscientes de que este es uno de los comportamientos infantiles que no deben pasarse por alto.
Estos son los motivos por los que los niños muerden cuando se enfadan
Hay veces que los padres no son capaces de comprender determinadas reacciones o comportamientos de sus hijos. Uno de ellos suele ser el hábito de algunos menores de morder cuando se sienten enfadados. ¿Cómo actuar si un niño muerde cuando se enfada? Antes de nada, se debe entender el porqué de esta acción. El neuropsicólogo Álvaro Bilbao, a través de una publicación en su cuenta de la red social Instagram, apunta a tres claves que explican esta tendencia y que ayudan a los padres a saber cómo lidiar con estas situaciones.
Lo primero que el especialista aclara es por qué muerden los niños cuando se enfadan: todo sucede en la amígdala de su cerebro. Esta estructura cerebral está vinculada con las emociones, de manera que, cuando esta percibe una amenaza, libera una respuesta de ira que, como consecuencia, activa el “eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal”, según especifica Álvaro Bilbao. Esta reacción activa tanto las glándulas salivales menores como los músculos masetero facial y temporal. ¿En qué se traduce esto? En “una respuesta preparatoria para la lucha”, apunta el neuropsicólogo, lo que requerirá de una descarga de tensión para aliviarla, ahí es donde se produce el mordisco.
Los padres posiblemente se preguntarán qué situaciones podrían despertar esa señal de alerta en los niños. Álvaro Bilbao señala las reacciones nerviosas intensas, y, en especial, los gritos, como principales causantes. Por lo que, para prevenir estas reacciones, se aconseja tratar de evitar que se den este tipo de circunstancias. No obstante, si el niño ya siente la necesidad de morder para liberar esa tensión, el neuropsicólogo recomienda a los padres que hablen con él de forma tranquila. “Eso le hará sentir seguridad y le ayudará a relajar la mandíbula”, explica. También es fundamental que los adultos ayuden a sus hijos a entender que no pueden morder a los demás. Siempre con un tono calmado pero claro.


