La odisea de ser cuidadores y maestros a tiempo completo: “Es necesario rebajar las expectativas”

Crianza

A ser padre y madre se aprende cada día a base de sacrificio, fracasos y errores. Pero lo importante es saber pedir ayuda e incorporar la culpa de un modo más amable

Un niño preadolescente tiene problemas para acabar sus deberes y su madre la está ayudando

Un niño preadolescente tiene problemas para acabar sus deberes y su madre la está ayudando

Getty Images

Taxistas, costureras, enfermeras, cocineros, psicólogas, profesores... Los padres son todo eso y más para sus hijos. Les enseñan y ayudan desde que amanece hasta que se acuestan, y eso implica una carga física y mental que muchas veces no se valora desde fuera ni desde dentro. Convertirse en padre o madre supone que las cosas van a dar un giro de 180 grados. Y hay que estar preparado. ¿Qué sucede cuando uno siente miedo, culpa, cuando siente que no llega, cuando desea huir, necesita relevos...? Porque, ¿pueden los padres hacer de padres solos o el precio es demasiado alto?

Diana Lameiro tiene 43 años y es madre de dos hijos, uno de 15 y otro de 9 años. Desde hace 16 años ejerce como empresaria, liderando en la actualidad un equipo de 20 profesionales. Dice sentirse orgullosa de lo que ha alcanzado, pero también asegura ser consciente de los sacrificios y del coste que ha representado para su salud. Piensa que su pareja ha sido una parte fundamental para conseguir sus objetivos.

Ha sido difícil aprender a diferenciar entre el ámbito familiar y el laboral, y he llegado a sentir que fallaba a todos, incluso a mí misma

Diana Lameiro(43)
parejas hechas trizas por la crianza

parejas hechas trizas por la crianza

Álex García

“Durante muchos años hemos realizado esfuerzos considerables para organizar nuestra rutina: recoger a los niños, atendiéndolos cuando podíamos y alternando los cuidados con los abuelos o una niñera una o dos tardes a la semana. Ha sido un período muy duro, siempre corriendo de un lado a otro, con poco tiempo para una misma. Ir al gimnasio o practicar yoga era impensable”, relata.

Explica que los cargos de conciencia han sido constantes cuando sus hijos eran pequeños. “Cuando estaba en el trabajo, me culpaba por no estar con ellos; y cuando estaba con los niños, era habitual que me culpase por no estar trabajando. Ha sido difícil aprender a diferenciar entre el ámbito familiar y el laboral, y he llegado a sentir que fallaba a todos, incluso a mí misma”, recalca.

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Por último, expone que cuando siente que no puede, tiene miedo y se siente cansada, busca a quien la escuche y la ayude a sacar fuera todo lo que siente porque es consciente que ese peso debe ser compartido.

No ser tan duro con uno mismo

Mirian Galán, maestra de Educación Infantil y autora de Educar sin horario (Plataforma Editorial, 2025) quiere lanzar el mensaje de que como padres: “Siempre lo haces bien”. Para esta profesora, la educación no tiene horario. Opina que es fundamental pedir ayuda sin sentirse mal por ello: a la familia, a los amigos, a cualquiera que se ofrezca. Especifica que, siempre que sea posible, hay que hacer equipo con la pareja y dividir las tareas: turnos para las noches, para los baños, para jugar..., lo que vaya mejor para los dos.

“Es necesario rebajar las expectativas. La casa no siempre estará perfecta, y tú tampoco, y no pasa nada por ello. Lo bueno es que el bebé/niño esté cuidado; y tú también, dentro de lo posible”, señala. Galán subraya que, para sacar tiempo para una misma, pueden aprovecharse los micro-momentos, como las siestas del hijo para tomarse un café, leer un poco o sencillamente respirar profundo. “Cinco minutos de paz cuentan”, afirma.

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Un pequeño plan puede recargar las pilas, como una ducha algo más larga de lo normal, una llamada con un amigo o salir a dar un paseo corto. “Dedicarte un rato no te hace peor padre o madre, ¡al contrario! Un cuidador feliz cría mejor”, sostiene.

Para llegar al final del día con una sonrisa, resalta que hay que celebrar las mínimas victorias. “Sé amable contigo mismo. No te machaques si algo no salió como esperabas porque mañana será otro día y probablemente sea mejor. Practica el positivismo y mira a tu hijo ya que será la mejor de las recompensas”, aclara la especialista en educación.

Hacer por llegar a todo

Pablo R. Coca es psicólogo sanitario, especializado en terapia familiar, adolescencia y neurodivergencias. Además, es el creador del universo @occimorons, un proyecto donde habla de salud mental mediante historietas de cómic.

En su libro Las vidas que construimos cuando todo se derrumba (Lunwerg Editores, 2025), refiere sobre la idea de construir en base a ideales ajenos y exigencias impuestas hasta que uno llega a cuestionarse aquello que ha asumido como “norma”. “La sobrecarga mental en la crianza es, en muchos casos, uno de esos “derrumbes silenciosos”: el agotamiento o burnout parental que se acumula por intentar llegar a todo, responder a todos e incluso, sostener lo insostenible”, indica.

El experto recomienda a las familias, repartir la carga y delegar. Adicionalmente, acentúa la necesidad de:

Pedir ayuda profesional (terapia, grupos de crianza...) es decisivo en muchas ocasiones. Pablo R. Coca cree que debería tratarse de un derecho. Algunos indicativos a tener en cuenta son: estar irritable, ansioso o triste frecuentemente, sentirse desbordado, sin herramientas o desconectado emocionalmente de los hijos, la sensación de no disfrutar de nada, cambios en el sueño y el apetito. Y la culpa...

Según este psicólogo, la culpa es una emoción natural y usualmente, necesaria: “Permite reflexionar, asumir responsabilidad y reparar”. No obstante, en la crianza, puede volverse “excesiva, injusta y paralizante”. “Vivimos expuestos al dictamen externo constante (familiares, redes sociales, consejos no solicitados) y al juicio interno, que a veces, es aún más exigente”, expresa.

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Comparte que el pensamiento de no hacerlo bien imposibilita gozar y vivir con serenidad. “Hay que aceptar que no existe la perfección y transformar ese cargo de conciencia en una emoción más amable y honesta”, confirma.

La responsabilidad de la sociedad

La también psicóloga Marina Ortega Otero piensa que estamos supeditados al bombardeo de información y consejos que se dan a través del mundo digital para ser buenos padres y madres. Considerando que la mayoría de los padres quieren pasar tiempo con sus hijos y lo mejor para ellos, la experta se cuestiona por qué se pone una pantalla en sus manos desde tan pequeños. “¿Son los padres los únicos responsables o juega un papel fundamental la presión social que ejercen aquellas personas a las que les incomodan los niños en un restaurante o cafetería, por si corren, se ríen o gritan?”

Ortega indica que la “infantofobia” existe en ciertos sectores. Por eso se prohíbe el acceso a menores a ciertos restaurantes u hoteles, algo que entiende como “desafortunado e inconstitucional”. “Hace décadas prácticamente todas las familias tenían hijos, por lo que la empatía social y comprensión ante el ruido o movimiento de los menores era el día a día de aquella época. En la actualidad, hay más hogares unipersonales, y eso determina esta falta de costumbre o intolerancia hacia los niños”, manifiesta.

Para la psicóloga no hay que olvidar que los niños juegan, son inquietos, lloran..., y el sedentarismo o la adicción a las pantallas son alguna de las consecuencias negativas para la salud de los menores. “La responsabilidad primera es de los padres, pero también de toda la sociedad para blindar la sociedad del futuro. Cuestionar los modelos educativos es sencillo, pero asumirlo en forma de culpa que lastima es una de las muchas consecuencias negativas para la sociedad actual”, remata.

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