Nuestra sociedad valora enormemente el éxito, la productividad y el rendimiento, pero rara vez resalta la importancia del trabajo personal como un pilar fundamental para el bienestar y el crecimiento profesional. Se nos enseña a desarrollar habilidades técnicas, a alcanzar metas y a gestionar responsabilidades. Pero no a reflexionar acerca de cómo nuestros sentimientos, creencias o experiencias emocionales influyen a la hora de relacionarnos, liderar o afrontar determinadas situaciones.
El trabajo personal conlleva un proceso basado en el autoconocimiento, a través de la introspección y la autoindagación. Este proceso consiste en atender sentimientos y comprender reacciones, explorando la propia biografía. Se pone especial énfasis en aquellos episodios que han podido dejar huella en uno mismo y que, en el presente, puede que se manifiestan en forma de inseguridades o mecanismos de protección, generando malestar.
Los fenómenos de transferencia y contratransferencia de Freud

La terapia psicológica puede ayudar a guiarnos en nuestra vida profesional
A través del trabajo personal, es posible reducir la intensidad de las activaciones emocionales personales que surgen en las interacciones y evitar proyectarlas en los demás. Esto permite abordar las situaciones de manera más consciente y menos reactiva. La falta de autoconocimiento puede llevar a la persona a actuar de manera impulsiva, erosionando tanto su propia imagen como la confianza de los demás. Aunque no siempre seamos conscientes de ello, lo personal impacta en lo profesional.
En este sentido, los fenómenos de transferencia y contratransferencia, descritos por Sigmund Freud en el marco del psicoanálisis, desempeñan un papel crucial en las relaciones humanas, especialmente en ámbitos donde se establece un vínculo cercano con otras personas. Freud introdujo el concepto de transferencia para explicar cómo los pacientes proyectaban inconscientemente en sus terapeutas emociones y patrones de relación derivados de experiencias pasadas, especialmente de la infancia. Mientras que la contratransferencia se refiere a las reacciones emocionales y actitudes que el terapeuta proyecta hacia su paciente, influido por su propia historia personal. Aunque ambos conceptos provienen del ámbito terapéutico, la proyección a la que se refieren puede ocurrir en cualquier tipo de relación, ya sea como profesionales de la salud, docentes, líderes, entre otros.
Estos profesionales están expuestos a situaciones de estrés, a enfrentar dificultades, a tomar decisiones cruciales o a brindar apoyo a los demás en momentos de vulnerabilidad. La falta de un conocimiento profundo de uno mismo y de habilidades para gestionar las emociones puede afectar negativamente su desempeño. Por ello, cualquier persona que trabaje de manera cercana con otras necesita una base sólida de autoconocimiento y manejo emocional.
En el ámbito de la salud, por ejemplo, donde se acompaña el dolor, el sufrimiento o la fragilidad de otros, es esencial que el profesional haya trabajado su propio desarrollo personal. De lo contrario, sus propias experiencias podrían resonar con las del paciente, afectando su objetividad e intervención profesional. Este proceso de autoconocimiento le permite mitigar los miedos y las sombras que frecuentemente interfieren en la relación terapéutica. Una enfermera o médico que no se haya trabajado en este sentido, podría desarrollar un distanciamiento excesivo con sus pacientes o, por el contrario, verse afectado emocionalmente por cada caso, lo que podría llevar al desgaste y al agotamiento.
El punto de partida de la trayectoria de un auténtico líder es entender su propia historia vital
En el ámbito del liderazgo, entre las diversas funciones y responsabilidades de un líder, se encuentra la necesidad de enfocarse en su desarrollo personal. Las heridas del pasado y las inseguridades derivadas de ellas pueden influir en su estilo y capacidad para liderar, así como en la manera en la que se relaciona con su equipo y enfrenta los conflictos. Por ejemplo, si un líder ha experimentado rechazo o fracaso en el pasado, podría ser muy reactivo cuando las cosas no salen como las había planeado o sentirse atacado cuando alguien de su equipo cuestiona una decisión. De igual manera, no haberse sentido valorado o reconocido puede moldear a líderes muy exigentes y perfeccionistas consigo mismos y con los demás, llevándolos a exigir más de lo que otros pueden dar. En definitiva, las experiencias emocionales dolorosas se proyectan inconscientemente en los demás y, en ocasiones, no son las personas quienes lideran, sino sus heridas.
En este contexto, donde la biografía tiene un peso fundamental, el libro El auténtico liderazgo de Harvard Business Review (Ed. Reverté, 2023) recopila artículos de diversos autores que presentan los testimonios de líderes y CEOs. A través de sus relatos, estos profesionales comparten cómo han desarrollado sus habilidades de liderazgo y cómo sus experiencias personales han influido en su crecimiento. Tal como se señala en la obra: “El punto de partida de la trayectoria de un auténtico líder es entender su propia historia vital”, ya que, cuando se ha realizado un trabajo personal es posible liderar, acompañar y construir desde un lugar más consciente y estable.