Hubo un tiempo en que cada episodio de una serie se esperaba como un pequeño acontecimiento. Hace apenas dos décadas, los capítulos de Perdidos (Lost), la serie que lo cambió todo, a menudo se visionaban en grupo, con los amigos o en familia. El lunes se comentaba en la oficina lo que había pasado el domingo en la tele, y durante una semana entera se mascaba la intriga de qué ocurriría en el siguiente episodio. Pero ese tiempo ya pasó.
Hoy, lo normal es sentarse un viernes por la noche y encadenar media temporada sin levantarse del sofá. El ritual semanal se ha transformado en consumo exprés. Y esto está afectando a nuestra memoria, según un estudio. Cuando una plataforma de streaming lanza la nueva tanda de capítulos, muchos espectadores no recuerdan ni cómo terminó la anterior.
Ver temporadas de golpe debilita las conexiones que consolidan los recuerdos; antes, esperar el siguiente episodio, comentar e anterior o leer sobre él reforzaba esas conexiones
Expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) advierten de que la manera en que consumimos algunos programas de entretenimiento afecta a cómo nuestro cerebro procesa y retiene la información. Lo que popularmente se conoce como “memoria de pez” es un efecto potenciado por estos nuevos procesos de atención en el consumo de estos programas.
“El problema no es que tengamos mala memoria, sino que saturamos el cerebro con demasiada información sin darle tiempo a procesarla bien”, explica el Profesor de Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC e investigador de NeuroADaS Lab, Juan Luis García Fernández. La memoria, dice, necesita tres pasos básicos: codificar, almacenar y recuperar. Si el visionado es acelerado, esas fases se debilitan. Es como atiborrarse de comida sin saborear nada, comenta el experto.
La profesora de estudios de Ciencias de las Información y de la Comunicación de la UOC e investigadora del grupo GAME, Elena Neira, lo matiza desde la perspectiva cultural: “Ver temporadas enteras de golpe influye en los procesos de codificación de la memoria y debilita las conexiones que ayudan a consolidar los recuerdos. Antes, esperar el siguiente episodio, comentar el anterior o leer sobre él reforzaba esas conexiones. Ahora, con ellas maratones, se pierden y es mucho más fácil olvidarlas”. Y es que tal y como afirma Neira, este 'Fast Fiction', refuerza el placer inmediato pero limita la memoria, la exploración y la plasticidad cerebral.
El ‘efecto túnel’ provocado por el algoritmo

William Zabka y Ralph Macchio en una imagen de la sexta temporada de Cobra Kai.
El segundo fenómeno es el que Elena Neira denomina como ‘efecto túnel’: “Nos hemos convertido en espectadores activos en el consumo, pero pasivos en la elección”. Los algoritmos, esos filtros invisibles que nos recomiendan unas pocas series provocan que el espectador rara vez explore más allá. Además, el 'autoplay' encadena un capítulo tras otro y mantiene al espectador enganchado. “Cada episodio nuevo activa el circuito de recompensa con un chute de dopamina”, explica por su parte García Fernández. Esa dopamina es la que genera placer, pero no asegura que lo visto se grabe en la memoria. Y cuando la serie termina, llega la caída: “muchos sienten un vacío, incluso síntomas de ansiedad o frustración, porque el circuito de recompensa se apaga de golpe”.
Otro enemigo de la memoria es la multitarea. Ver una serie mientras se revisa Instagram o se responde un correo significa repartir la atención y dejar la historia en segundo plano. “Cuanta menos carga cognitiva destinemos a la serie, menos información grabaremos. Te quedarás con algunas pinceladas, pero sin un recuerdo completo”, advierte García Fernández.
Se trata de disfrutar de lo que vemos cuando lo vemos, darle el tiempo y el valor que merece, como cuando leemos un libro
Según el experto, el uso intensivo de redes sociales está moldeando nuestra capacidad atencional. Cada vez cuesta más sostener la concentración durante 50 minutos seguidos, la duración estándar de un episodio. De ahí la tendencia a preferir capítulos cortos o contenidos que proporcionen un placer más rápido.
Pero no todo está perdido. Ambos expertos coinciden en que es posible recuperar el control. Espaciar capítulos, evitar el piloto automático del algoritmo, comentar lo visto y explorar títulos que no aparecen en la portada pueden ser la solución a este problema de memoria. “El problema es que, si siempre elegimos lo mismo, reducimos la plasticidad cerebral”, advierte García Fernández.
“Salir de la zona de confort y explorar otros contenidos activa nuevas áreas, fomenta el pensamiento crítico y enriquece la experiencia”. Asimismo, Neira afirma que diversificar y simultanear series es una buena alternativa al consumo maratoniano actual. Al final, mirar menos, y mejor, también es una forma de resistencia. “Se trata de disfrutar de lo que vemos cuando lo vemos —resume García Fernández—, darle el tiempo y el valor que merece, como cuando leemos un libro”.