El deseo es una llama centelleante que en ocasiones reluce con más brío en la memoria que en el día a día. Ocurre especialmente en las relaciones asentadas en años de convivencia y complicidad que descubren que la pasión se les ha escabullido por las rendijas de la rutina.
Esta es la principal preocupación de los que se plantan en una consulta sexológica. “El distanciamiento sexual, entendido como la baja frecuencia de relaciones sexuales o la falta de entendimiento en estas es uno de los grandes motivos de consulta”, ratifica Sigrid Cervera, sexóloga y responsable del Departamento de Educación del Museo de la Erótica de Barcelona.
Es común que se convierta en un problema lo que no dejan de ser dificultades comunes (...) Y ahí empiezan los líos
Quien padece la falta de deseo se culpa a sí mismo y el que no se siente deseado desconfía del otro. La inseguridad y la frustración los golpean por igual y como es una cuestión incómoda acostumbra a enterrarse bajo la alfombra hasta que abulta demasiado para mirar a otro lado.
“Una intimidad insatisfactoria no afecta únicamente a nuestra sexualidad, puede incidir en otras áreas de nuestra vida y provocar menor rendimiento profesional, obsesiones, alteraciones del sueño o problemas de alimentación. No en vano hablamos se salud sexual, pues la sexualidad forma parte integral de nuestra salud”, puntualiza Miren Larrázabal, psicóloga clínica especializada en sexología en el instituto de urología Lyx
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Suele ser la pregunta que formulan las parejas que temen que no les quede otra alternativa que la resignación. “Es común que se convierta en un problema lo que no dejan de ser dificultades comunes y ahí empiezan los líos. La buena noticia es que estos círculos de agobio se pueden transformar”.
Además de forma rápida y exitosa. Es uno de los problemas de pareja con mejor pronóstico, según aseguran los especialistas entrevistados que nos han proporcionado cinco claves para revertir el distanciamiento.
1. Expectativas realistas: recreando el jarrón
Pretender que la intimidad de pareja resulte tan arrebatadora como a los inicios de la relación es poco realista
Tras lustros de compartir baño y facturas de la luz pretender que la intimidad de pareja resulte tan arrebatadora como cuando la relación estaba por estrenar es poco realista. Y dañino. Básicamente porque ninguno de los dos miembros es el mismo y eso no tiene nada de malo. “El deseo no es el mismo. Para que este aparezca deben que concurrir dos factores que cambian con la edad: el impulso y la motivación. El impulso se relaciona con las hormonas: en la juventud somos más impulsivos en todo, incluyendo el sexo. La motivación se alcanza con la madurez y nos hace más conscientes de lo que nos rodea y de lo que deseamos”, explica la doctora Francisca Molero, sexóloga clínica en el centro Máxima Barcelona.
El ruego que muchas parejas exponen en las consultas sexológicas: “queremos que todo sea como antes” es una batalla perdida si se aspira a ganar la guerra. Larrazábal sugiere un clarificador ejemplo basado en la técnica de Kintsugi, que traducido literalmente significa reparar en oro. Siguiendo esta técnica cuando un jarrón se rompe, se reúnen sus piezas y se unen con lacas y polvo de oro originando un objeto más valioso que el anterior. Y diferente. Del mismo modo, una relación fracturada por la falta de intimidad puede reconstruirse conservando el espíritu de estar juntos pero renovando, por fuerza, el encaje.
2. Planificación de encuentros
La Dra. Molero reconoce que este es el punto más controvertido para las parejas que acuden a su consulta. ¿Cómo se va a planificar el deseo? ¿Cómo voy a hacerlo si no me nace? ¿No es la pasión algo que te sorprende y te arrastra? Pues no.
Según Molero las cosas que más nos importan son las que planificamos. “Si deseamos hacer un viaje, no nos vamos al aeropuerto sin más. Lo planificamos, hablamos de él, compartimos la ilusión que nos produce. Ese sentimiento es el que ha de imperar en la planificación de encuentros, que en ningún momento debe suponer presión”.
No se trata únicamente de apuntar día y hora, sino de grabarlo en la agenda a fuego (y con ilusión), pues la situación que condujo al distanciamiento fue, precisamente, dejar la relación para lo último, para cuando todo lo demás estuviera acabado. “Somos animales de costumbres y en algún momento sustituimos la intimidad por otras rutinas. Pero precisamente porque somos animales de costumbres podemos recuperarla y convertirla de nuevo en un hábito. Yo lo comparo a ir al gimnasio: tal vez al principio tienes que forzarte a hacerlo, pero cuando coges el ritmo te falta algo si te lo saltas”, puntualiza Molero.
Planificar, por tanto, no mata la pasión: la reaviva. Convertir los encuentros en citas esperadas, deseadas, fantaseadas es un antídoto contra el distanciamiento.
3. El despertar del cuerpo dormido
En las consultas sexológicas se brindan ejercicios en común, trucos que se adecúan a cada pareja como un traje a medida, pero también se presta atención por separado a cada uno de los miembros. Y a su autoconocimiento. “Lo primero que se ha de hacer es trabajar por separado el autoconocimiento, el autoerotismo para despertar el cuerpo dormido”, expone Larrazábal.
Sin caer en estereotipos de género, parece que el cuerpo de las mujeres permanece ligeramente más dormido que el de los hombres. La encuesta de la compañía Womanizer, especializada en productos de placer femenino entrevistó a 8.000 personas en ocho países concluyendo que el 65% de hombres se masturba más de una vez a la semana, frecuencia que alcanzan el 33% de las mujeres. De todos modos, los cuerpos españoles están ‘más despiertos’ que el del resto de países de la encuesta pues España fue el país que encabeza la entrega al onanismo, seguido por Japón y Canadá.
Indiquen lo que indiquen las encuestas, el deseo bien entendido empieza por uno mismo: por conocerse y detectar todos los interruptores que encienden el placer. Por volver a sensualizarnos y sexualizarnos.
4. Profundizando en la intimidad
La intimidad no tiene que ver sólo con el sexo
Cuando hablamos de sexualidad o de intimidad inmediatamente lo relacionamos con coito. Esa visión, excesivamente genital de las relaciones que muchas veces juega a la contra. “Como tener sexo entendemos popularmente una serie de prácticas que consiste en emplear los genitales para alcanzar un resultado orgásmico”, define Cervera. Pero la intimidad no empieza ni acaba ahí.
En muchos casos, en las consultas sexológicas para este proceso se “prohíbe” el coito en los primeros encuentros. “Lo más importante es que empiecen a mirarse el uno al otro con interés, que trabajen su comunicación no sexual para movilizar su relación y una vez eso ocurre se encontrarán en disposición de abordar sus dificultades”, comenta Larrazábal. Y de ahí que el juego sexual recupere protagonismo.
En ese punto se ha de tener en cuenta que si existe algún problema sexual específico como disfunción eréctil o dispareunia (dolor durante el coito), paralelamente se llevará a cabo un tratamiento específico.
5. Conversaciones alejadas de la cama
Dos mujeres pasean por Barcelona con una rosa
En estos procesos surgen dudas, comentarios, propuestas que requieren verbalizarse. Pero los especialistas recomiendan que se haga siempre fuera de la cama. La reflexión compartida es muy útil siempre y cuando no obstaculice otro tipo de comunicación no verbal.
“Yo recomiendo a las parejas que están en este proceso que paseen. El paseo sirve para que traten esos temas, pero también para que conozcan sus ritmos, respeten sus silencios. Además, toda pareja debe mantener conversaciones incómodas por el bien de la salud su relación y ese es un momento propicio para hacerlo. Es mejor si están alejados de los espacios en los que comparten intimidad”, apunta Molero.
En definitiva, recuperar la pasión no supone regresar el pasado sino construir un presente donde el deseo ocupe un lugar destacado en el día a día. Y se puede hacer. Según Cervera “es posible conseguir un reencuentro y un reajuste de la relación, ¡claro que sí! Nos encontramos, nos queremos y queremos durar; y ahí pasan muchas cosas, es así de fácil y maravillosamente complejo. La pareja es un terreno fértil, siempre con semillas eróticas por germinar”.



