Todo lo que puedes hacer con el móvil como si fuera una cámara de cine
Grabar en bruto en la era de la IA
En pleno empacho de la IA, el iPhone 17 Pro o la diminuta cámara Nikon ZR permiten grabar en bruto, como las cámaras cinematográficas
El iPhone 17 Pro se puede usar ya en rodajes de cine como cámara principal o secundaria
Justo cuando la inteligencia artificial lo invade todo, desde la generación automática de imágenes hasta la corrección de vídeo, la industria tecnológica empieza a producir cámaras cada vez más económicas para grabar en estado puro, sin interpretación ni intervención de algoritmos.
Mientras la IA promete simplificar el proceso creativo, el formato RAW en vídeo reivindica lo contrario: conservar la información bruta para que seamos nosotros los que decidamos el aspecto final que deben tener las imágenes de forma casi artesanal.
Frente a la IA
El video en bruto reivinca el proceso manual de grabación de vídeo
La Sigma FP fue una de las primeras cámaras híbridas de pequeño y precio ajustado capaces de grabar vídeo en RAW.
El iPhone 17 Pro, que permite la grabación de vídeo en formato ProRes RAW, ha sido la opción más conocida y llamativa por tratarse de un teléfono. Pero también Nikon, que adquirió la empresa de cámaras de cine Red One, acaba de lanzar una cámara de cine compacta: la Nikon ZR, que permite almacenar internamente el vídeo en RAW sin necesidad de utilizar un disco duro externo. Y lo hace con la promesa de que la cámara no se calentará en exceso ni se apagará si el rodaje dura demasiado. Ni tan siquiera está pensada para hacer fotos, aunque técnicamente sea posible.
No es la primera en llegar, pero llama la atención que una de las principales empresas de fotografía empieza a reconvertirse en una empresa que ahora también produce cámaras de cine digital. De hecho, compró la mítica empresa Red One de cámaras de este tipo.
Cuando aparecieron las primeras cámaras fotográficas réflex que pudieron grabar vídeo, se produjo una conmoción. De golpe parecía romperse la frontera entre la fotografía y el vídeo. Algo que cierto produjo desasosiego entre algunos fotógrafos.
Aunque no era algo tan nuevo. El gran maestro de la fotografía Ramón Masats explicó en 2008 a este periodista algo revelador. En la década de 1960 ya usaba fotogramas de cine como negativos fotográficos cuando dirigía la serie documental Conozca usted España en la década de 1960.
La icónica fotografía de unos curas jugando a fútbol en Madrid, de Ramón Masats el fotógrafo experimentó en la década de 1960 con el positivado de fotos a partir de película de cine
Este mismo sistema, pero basado en negativos digitales de gran calidad, produjo hitos cuando llegaron las primeras cámaras digitales híbridas. La revista Esquire fue la primera que publicó en su portada una fotografía de la actriz Megan Fox extraída de un vídeo. Aquello fue una especie de reto que hablaba del interés que existía por lograr un lenguaje híbrido entre la fotografía y el vídeo.
Aunque la imagen del experimento fue captada en 2019 con una cámara muy especial para la época, la Red ONE 4K. Esta cámara de cine digital podía captar fotografías en bruto, en formato RAW, con una resolución de unos ocho megapíxeles si pensamos en términos de fotografía. Suficiente para imprimir la fotografía con las exigentes características que tiene el papel de las revistas impresas. Eso ahora empieza a ser posible con cámaras mucho más asequibles e incluso con teléfonos.
iPhone 17 Pro
El primer móvil que soporta la grabación de vídeo en formato RAW
Dieciséis años después se ha anunciado la aparición del primer teléfono que soporta la grabación de vídeo en formato RAW por defecto: el iPhone 17 Pro permite captar vídeo en formato Apple ProRes RAW. Un estándar de Apple para cámaras profesionales. Pero este teléfono hace algo más que resulta llamativo.
Permite la grabación con tecnología con tecnología Open Gate. Lo que se traduce en que el vídeo se puede capturar con aplicaciones gratuitas rompiendo el límite del formato 16:9, el más clásico en vídeo, y capturando vídeo en formato 4:3 en todo el sensor de imagen del teléfono con una resolución de unos 12 megapíxeles frente a los 8 megapíxeles del video 4k, lo que permite recortar las imágenes una vez captadas para mejorar el encuadre.
Fotograma de un vídeo grabado en Open Gate con un iPhone 17 Pro Max en Apple ProRAW tras realizar una corrección de la luminosidad y el color con Final Cut.
Ya existía alguna aplicación que permite grabar vídeo en formato RAW en ciertos teléfonos Android de alta gama, como Motion Cam Pro. Esta aplicación de un desarrollador independiente en cualquier caso parece necesario pulirla, pero cuenta con una ventaja: permite grabar en formato Cinema DNG. Un formato de vídeo RAW que permite modificar cada fotograma como un archivo de fotografía en bruto.
Para entender de qué va todo esto, miremos un caso real: el director de cine George Miller se sorprendió con su película Furia en la carretera por muchos motivos, uno de ellos fue la maravillosa dirección artística.
Rodar a plena luz del día en el desierto australiano era un reto, pues la intensa luz solar provoca desajustes extremos en la fotografía. Miller logró superarlo grabando en bruto con su cámara de cine y haciendo una intensa posproducción, ajustando colores y luminosidad para que incluso el ardiente cielo del desierto conservase matices.
Eso es grabar en formato RAW: capturar la imagen antes de cualquier compresión o procesamiento realizado por la cámara. Una técnica habitual en fotografía profesional, pero que hasta hace poco estaba reservada a cámaras de cine digital muy costosas. La dificultad siempre ha sido la misma: almacenar una inmensa cantidad de datos sin pérdida, fotograma a fotograma.
La cámara de cine URSA Cine Immersive Live de Blackmagic Design.
El salto al formato RAW en el vídeo representa uno de los hitos más relevantes en la historia reciente de la imagen digital. Si en la década de 2010 el gran avance fue la grabación en 4K, ahora lo que cambia no es la resolución, sino la calidad y profundidad de los datos capturados. No se trata solo de más píxeles, sino de píxeles más ricos en información, con mayor rango dinámico y más capacidad de corrección en posproducción.
El vídeo en RAW otorga al creador la posibilidad de ajustar la exposición, el contraste o el equilibrio de blancos con una libertad antes reservada a los grandes estudios de cine. Pero también exige equipos potentes y un flujo de trabajo complejo, con archivos de un tamaño descomunal.
Cine digital
La resolución del vídeo desde el 4K no importa tanto como la calidad de los datos
Y esto, como dijimos al principio, choca con la tendencia a crear imágenes con la IA. Es como si la tecnología hubiera abierto dos caminos opuestos: por un lado, las imágenes generadas o corregidas por inteligencia artificial; por otro, el retorno al dato sin procesar, a la materia prima visual. Entre ambas tendencias se dibuja el futuro de la imagen: un territorio donde convivirán la visión sintética y la autenticidad del fotograma en bruto.
Las nuevas generaciones de creadores están llamados a moverse en ese equilibrio. Quizás sea ahí, en esa tensión entre la precisión de RAW y la imaginación de la IA, donde nazca un nuevo lenguaje audiovisual. Incluso es posible que muchos den la espalda a la IA como han dado la espalda sin mayores consecuencias a los efectos visuales generados por ordenador.