El Observatorio Vera C. Rubin, bautizado en honor de la astrónoma norteamericana que, en la década de 1970, confirmó la existencia de la enigmática materia oscura, está a punto para deslumbrar al mundo con sus extraordinarias capacidades de observación.
Situado en Cerro Pachón, en la cordillera de los Andes (Chile), este equipamiento está compuesto por un telescopio de 350 toneladas de peso y por una cámara capaz de fotografiar, en una sola toma, un área del cielo equivalente a 45 lunas llenas, mayor de lo que cualquier otro instrumento astronómico actual puede lograr. De hecho, el equipo podrá captar todo el firmamento visible desde el hemisferio sur cada tres noches. Y en un solo año, generará un volumen de datos superior a toda la información acumulada a lo largo de la historia de la astronomía.
Después de once años de construcción, el observatorio entrará en servicio en septiembre. Y, como preámbulo, hoy, 23 de junio, en un acto oficial que tendrá lugar a las 17:00 (hora peninsular española) y que será retransmitido a través de redes sociales, mostrará su primera captura fotográfica del cielo.
Una pelota de golf a 24 km de distancia
El elemento primario del nuevo observatorio es el telescopio, compuesto por tres espejos que, combinados, aportan una capacidad de recolección de luz equivalente a un ojo de 6,67 metros de diámetro.

Está previsto que, tras once años de construcción, el observatorio Vera Rubin inicie las operaciones científicas en septiembre
Uno de los mayores desafíos en su construcción ha sido conseguir que este instrumento tan pesado pueda moverse para apuntar hacia una nueva dirección y quede estabilizado, sin vibraciones, tras tan sólo cinco segundos.
Sin embargo, la joya de la corona es la cámara fotográfica que funcionará acoplada al telescopio. Se trata de un instrumento del tamaño de un coche y con 3.200 millones de píxeles que, en una sola toma, puede retratar un área del firmamento 7.000 veces más extensa que la que captura el telescopio espacial James Webb. Su sensibilidad permitiría distinguir una pelota de golf a 24 kilómetros de distancia.
Un mapa cada tres noches
La combinación entre el telescopio y la cámara posibilitará obtener, cada tres noches, un mapa completo de toda la bóveda celeste observable desde la ubicación del observatorio, una operación que repetirá una y otra vez para lograr detectar minúsculos cambios que delaten los fenómenos cósmicos que los producen. En este sentido, los astrónomos prevén recibir más de 10 millones de alertas cada noche.

El observatorio Vera Rubin, en la cima del Cerro Pachón en Chile
La cantidad de datos generados será ingente. Nada más y nada menos que 20 terabytes diarios, el equivalente a un millón de libros de 500 páginas cada uno. Tras el primer año de servicio, el volumen de información acumulada ya superará el recolectado por todos los telescopios del mundo en toda la historia.
A la caza de la oscuridad
La denominada materia oscura es un tipo de substancia, de composición aun desconocida y que no emite luz alguna, que en nuestro universo es unas cinco veces más abundante que la materia ordinaria (la compuesta por átomos y de la cual están hechos todos los objetos que observamos, como estrellas y planetas).
La existencia de este enigmático material fue confirmada, en la década de 1970, por Vera Rubin, la astrónoma estadounidense que pudo deducir su presencia en los halos que rodean a las galaxias.

Vera Rubin, fotografiada en 1965 mientras trabajaba en el Observatorio Lowell de Flagstaff, Arizona
Bautizado con el nombre de esta ilustre científica, el nuevo observatorio tiene, como principal objetivo, detectar las acumulaciones de materia oscura existentes en nuestra galaxia. Los astrónomos confían en poder hacerlo analizando las perturbaciones gravitatorias que estas densidades ejercen y que generan grandes flujos de estrellas en la Vía Láctea.
De hecho, se prevé que, a lo largo de los diez años de servicio, se puedan catalogar con precisión más de 17 mil millones de soles. Además, se espera descubrir millones de nuevos objetos del sistema solar, principalmente asteroides y cuerpos que orbitan más allá de Neptuno.
Asimismo, las imágenes permitirán atisbar gran cantidad de supernovas (las explosiones que marcan el fin de la vida de determinados tipos de estrellas) en galaxias lejanas.
El megaproyecto, a punto
Los primeros planes para la construcción de este equipamiento empezaron en la década de 1990, pero pronto quedó claro que se requeriría una gran cantidad de recursos económicos para completarlo.

Imagen de la Vía Láctea, como fondo del observatorio astronómico que podrá fotografiar el cielo como nunca antes se ha conseguido
Los fondos iniciales llegaron unos años después. Las aportaciones incluyeron donaciones de multimillonarios como Bill Gates y Charles Simonyi (uno de los ingenieros de software que fichó Gates tras fundar Microsoft), y después se completaron con presupuestos públicos norteamericanos.
Las organizaciones gubernamentales propietarias del observatorio han programado para hoy, lunes, un acto público en el que verá la luz la primera imagen obtenida por la nueva instalación. El acontecimiento será retransmitido por redes sociales a partir de las 17:00 (horario peninsular en España).
Si todo se desarrolla con normalidad, la entrada en funcionamiento operativo tendrá lugar el próximo mes de septiembre.