Intoxicación silenciosa: pequeños enemigos en la cocina que amenazan tu salud

Microplásticos

Más allá del plástico en sí, las sustancias químicas de envases, sartenes, utensilios se acumulan en nuestro cuerpo, llegando a provocar enfermedades cardíacas y cáncer

Una ingeniera en alimentos advierte del error que estás cometiendo al prepararte una infusión: “Estás bebiendo microplásticos”

18 envases herméticos de plástico

Una de cada dos personas usa incorrectamente los envases plásticos

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Llevamos nuestras propias bolsas de tela al ir al súper, sustituimos envases de plástico por los de vidrio en el trabajo y optamos por botellas reutilizables cuando vamos al gimnasio. El plástico fue declarado el principal enemigo del medio ambiente y de nuestras vidas cotidianas. Ya hemos ganado conciencia de lo peligroso que puede ser, pero existe un riesgo silencioso que se oculta en ese material como un caballo de Troya: las sustancias tóxicas que este libera.

A pesar de las regulaciones cada vez más estrictas de la industria, sobre todo en la Unión Europea, numerosos químicos utilizados en la producción de plásticos siguen amenazando la salud y el medio ambiente. Un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) de 2019 reveló que de los 100.000 productos químicos que hay en el mercado solo 500 obtienen el visto bueno.

Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA)

De los 100.000 productos químicos que hay en el mercado solo 500 obtienen el visto bueno

Esas sustancias presentan varias dificultades simultáneas. En primer lugar, es difícil detectar los efectos negativos de la mayoría de ellas. Cuesta identificar su origen exacto en muestras procedentes del organismo. Además, resulta complicado y costoso medirlas debido a su tamaño microscópico. “El ser humano no está expuesto a una sola sustancia, sino a un cóctel constante de sustancias químicas. La exposición es crónica, silenciosa. No se perciben los efectos hoy, pero pueden pasarte factura dentro de 20 años”, explica Miguel Motas Guzmán, profesor titular de Toxicología en la Universidad de Murcia.

El bisfenol A (BPA), presente en productos que usamos a diario como latas de refrescos, conservas, botellas, envases, es uno de los compuestos más conocidos y preocupantes. Aunque este año la Unión Europea prohibió el BPA en plásticos de uso alimentario, la industria ha recurrido a alternativas como el bisfenol S (BPS) y el bisfenol F (BPF). Es algo que se conoce como “sustitución lamentable”: los compuestos, aunque menos, siguen siendo tóxicos y están detrás de algunos tipos de tumores, afectan al sistema inmunitario y pueden alterar el sistema nervioso. Por si fuera poco, algunos actúan como falsos estrógenos, lo que en mujeres puede favorecer el cáncer de mama y en hombres reducir la cantidad y calidad de los espermatozoides.

Todos queremos tener una funda de móvil resistente o una sartén antiadherente. Pero esos beneficios tienen un coste”

Miguel Motas GuzmánProfesor titular de Toxicología en la Universidad de Murcia

Después de los bisfenoles, se encuentran los ftalatos, usados para fabricar un plástico más flexible, y los perfluorados (PFAS), conocidos como “químicos eternos” por su resistencia y persistencia en el medio ambiente. Estos últimos, comunes en textiles, utensilios de cocina y dispositivos electrónicos, ofrecen ventajas tecnológicas, pero el equilibrio entre seguridad y funcionalidad todavía es difícil de alcanzar. “Todos queremos tener una funda de móvil resistente o una sartén antiadherente. Pero esos beneficios tienen un coste”, explica Miguel Motas Guzmán.

La ley europea sobre materiales en contacto con alimentos, aunque actualizada en 2025, permite sustancias peligrosas como bisfenoles, ftalatos y PFAS. Por ello, la iniciativa Hogar sin tóxicos ha solicitado a la Comisión Europea y a los eurodiputados que cambien la ley antes de que termine esta legislatura para que refleje las investigaciones científicas actuales y proteja mejor la salud pública.

Organización de Consumidores y Usuarios

Una de cada dos personas usa incorrectamente los envases plásticos

Mientras tanto, el primer paso para reducir su impacto es, sin duda, saber que existen. Una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios en 2023 mostró que una de cada dos personas usa incorrectamente los envases plásticos, lo que aumenta el riesgo de transmisión de los químicos a alimentos. Solo el 47% sabía que los plásticos pueden liberar sustancias al tocar alimentos ácidos o grasos y solo el 15% sabía que el riesgo es mayor cuando el plástico está en contacto con comida caliente.

Entre los consejos principales está optar por materiales de calidad como vidrio o acero inoxidable, ser precavidos a la hora de usar utensilios elaborados con plástico de color negro, evitar calentar alimentos en envases de plástico –aunque algunos sean etiquetados como seguros– y elegir productos libres de bisfenoles. “Todo puede ser tóxico dependiendo de la dosis: el agua, las vitaminas, la sal… El tóxico no es exclusivo de un origen artificial, sino que también está en la naturaleza, desde toxinas en plantas y legumbres hasta metales pesados. Todo depende de cómo manejemos el riesgo”, concluye el toxicólogo Miguel Motas. 

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