El vino de la semana: Vi de Palla 20 Anys de Ferrer-Bobet

Beber

Muy dulce, pero con una acidez que le da profundidad, es este gran vino del Priorat que ha tardado 20 años en llegar a su plenitud. Es glicérico y redondo. Complejo y goloso sin ser empalagoso, rico y sensual

Vi de Palla 20 Anys de Ferrer-Bobet

Vi de Palla 20 Anys de Ferrer-Bobet 

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Desde Ferrer-Bobet, una aventura iniciada hace 20 años por el empresario y winelover Sergi Ferrer-Salat y el enólogo Raül Bobet, cuentan que su bodega del Priorat “refleja la sofisticación con un equilibrio natural, que se da a partir del aprecio que hay desde el inicio del proceso, donde cuidamos de la naturaleza que nos rodea, pasando por la transformación de los frutos y hasta que se sirve en la copa”.

Ahora, dos décadas después de dar los primeros pasos en su bodega rodeada de viñas de la carretera de Falset a Porrera, estrenan su vino más sofisticado y costoso de elaborar. Lo empezaron a crear en 2005. Lo califican como “una joya de colección”. Al parecer de Raül Bobet, “es un vino que parece dialogar con la eternidad dado su inmenso potencial de envejecimiento”. También considera que “invita a la meditación y a la contemplación sin prisa, recordándonos que la esencia de muchas cosas y conceptos se encuentran en la paciencia”.

Las uvas del Vi de Palla deshidratándose en cañizos

Las uvas del Vi de Palla deshidratándose en cañizos 

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Y ahora, asegura Raül Bobet, “ha llegado a su plenitud”. Ya dijo Esther Tusquets que “el ser humano siempre está buscando algo que le falta... Yo creo que es simplemente la realidad: estamos insatisfechos, buscamos cosas que no se consiguen nunca porque sólo se dan breves momentos de plenitud”. Raül Bobet afirma que “sus dos décadas de maduración es un tiempo insólito y casi irrepetible”. Esta larga crianza, añade, “le ha conferido una profundidad y una complejidad únicas”.

Sergi Ferrer-Salat asegura que “este vino nació ya el primer día que nos encontramos con Raül Bobet con la idea de crear Ferrer-Bobet”. Reconoce que “personalmente siempre he tenido una irresistible atracción por los vinos dulces y por sus infinitos matices, fruto de haber tenido la suerte de haber degustado una extraordinaria diversidad, desde Alemania a Italia, pasando por Hungría o Australia”. 

Sergi Ferrer-Salat añade que “un vino dulce nuestro tenía que ver la luz sí o sí”. Con Raül Bobet y la enóloga Isabel Fortuny “nos pusimos de acuerdo en seguida en el estilo que queríamos crear: debía ser un vino dulce de gran complejidad y carácter, y considerando las características climáticas del Priorat, nos decantamos por secar la uva de manera natural y controlada, para así concentrar el azúcar, y después aplicar un largo proceso de envejecimiento bajo una delicada oxidación en pequeñas barricas”.

Barricas donde se ha criado el Vi de Palla

Barricas donde se ha criado el Vi de Palla 

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Sergi Ferrer-Salat no puede estar más satisfecho: “después de dos décadas de amor y paciencia, el vino ha alcanzado finalmente ese grado de complejidad y personalidad que buscábamos. ¡El camino ha sido largo, pero ciertamente, ha valido mucho la pena!”

Este vino amparado por la DO Calificada Priorat, que se ha presentado esta semana en el Museu Tàpies de Barcelona, es fruto de la reflexión y, sobre todo, de la paciencia. Bebe de la tradición. Se inspira en los grandes vinos dulces de Jura (Francia) y en los recioto de Verona (Italia). Se trata de un dulce de la más alta gama que empezaron a elaborar con la variedad macabeo, procedente de un viñedo centenario, que acabaron substituyendo por la viognier. Sus uvas se desecaron en la buhardilla ventilada de la bodega, sobre cañizos, hasta conseguir una óptima maduración.

Las uvas se colocan manualmente en la buhardilla ventilada de la bodega

Las uvas se colocan manualmente sobre cañizos 

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Sus viñas están plantadas en laderas y también en terrazas, con suelos ricos en pizarra (llicorella). Sus uvas se cosecharon a mano en pequeñas cajas de 10 kilos. Practicaron ya en el viñedo la selección de las mejores bayas.

Es un vino de pasas, un vin de paille. Se elabora en estático. Debido a la elevada concentración de azúcares en las uvas deshidratadas, el vino detiene de forma natural la fermentación alcohólica por un proceso de inhibición enzimática provocado por el propio etanol (alcohol etílico) producido. La fermentación se detuvo en los 14,5º de alcohol, con 220 gramos de azúcares por litro.

Sergi Ferrer-Salat y Raül Bobet

Sergi Ferrer-Salat y Raül Bobet 

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Su crianza es oxidativa, durante 20 años en barrica de roble francés de grano fino. Durante este tiempo el vino no se tocó, y las barricas no se rellenaron. Entre un 40 y un 50% del vino se evaporó (la conocida como la parte de los ángeles), y acabó con unos 15º de alcohol por concentración. De esta primera añada sólo se comercializan 633 botellas.

Se presenta en una bonita botella especial de medio litro de capacidad acompañada de una bellota. Pretenden que sus consumidores planten encinas y contribuyan a la reforestación. Presenta un bonito color entre dorado y ámbar, y es nítido y brillante. Se expresa con notas que recuerdan a los orejones y también a los frutos secos (principalmente nueces). 

“Es un vino que parece dialogar con la eternidad dado su inmenso potencial de envejecimiento”

Raül Bobet
Raül BobetCopropietario de Ferrer-Bobet

Se hace perceptible su volátil. También muestra atisbos de dátil y de cáscara de naranja confitada. Es muy dulce, pero con una acidez que le da profundidad. Es algo graso (glicérico) y redondo. Complejo y goloso sin ser empalagoso. Rico y sensual. Con una acidez total de 7,3 gramos por litro en tartárico. 

Uvas sobremaduradas destinadas a la elaboración del Vi de Palla de Ferrer-Bobet

Uvas sobremaduradas destinadas a la elaboración del Vi de Palla de Ferrer-Bobet 

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A Raül Bobet, que dice que “es un vino excepcional madurado en silencio durante 20 años”, le gusta disfrutar del Vi de Palla 20 Anys solo, sin acompañamientos gastronómicos. Dice que lo prefiere “escuchando música, leyendo y oliendo”. Pero también recuerda sus bondades acompañando repostería catalana o mediterránea, como un brazo de crema o una coca de San Juan. Eso sí, Raül Bobet desaconseja intentar armonizarlo con foies.

A Sergi Ferrer-Salat le gusta con quesos azules. Desde la bodega también lo recomiendan para maridar con quesos. Y a la enóloga Isabel Fortuny le encanta maridarlo con un buen postre de músico. Proponen una temperatura de servicio de entre 12 y 14º C.

Las bayas se pansifican en la buhardilla ventilada de la bodega

Las bayas se pansifican en la buhardilla ventilada de la bodega 

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Desde esta bodega de referencia del Priorat se asegura que sus vinos están ideados, de principio a fin, “pensando en la experiencia”. Al hilo también añaden que la experiencia de sus vinos “empieza con la toma de contacto con la cultura, la historia y la dedicación que hay durante todo el proceso”.

También afirman que “Ferrer-Bobet se basa en el respeto por la tradición vitivinícola secular del Priorat, por el desarrollo económico y social de esta mágica comarca del sur de Catalunya y por las personas que buscan un Priorat que refleje con pureza y armonía la esencia mineral tan propia de estas tierras”. 

La bodega Ferrer-Bobet, entre sus viñedos

La bodega Ferrer-Bobet, entre sus viñedos 

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Las viñas propias de Ferrer-Bobet se plantaron, en los alrededores de la bodega, entre 2004 y 2005. Se dispusieron en laderas y terrazas “minuciosamente seleccionadas”, después de exhaustivos estudios edáficos y de adaptabilidad, con las variedades cariñena, garnacha negra, syrah, cabernet sauvignon, viognier y roussane. Utilizaron, en cada caso, portainjertos y clones de baja productividad.

De las 70 hectáreas de que consta la finca, han plantado exclusivamente 15 “en consonancia con nuestro respeto por la biodiversidad de estos parajes únicos”. Trabajan sus viñas en ecológico, sin insecticidas ni herbicidas. Han buscado el mimetismo de su bodega con el paisaje, y han incidido en su reforestación. En este sentido manifiestan que la bodega “funciona como un barco encajado entre viñas, un objeto que reposa su precario equilibrio en el paisaje indómito de este rincón escondido del Priorat”.

La bodega Ferrer-Bobet elabora en torno a las 45.000 botellas anuales, una producción de la que exportan un tercio. Suiza, China y Alemania son sus tres principales mercados internacionales. Están abiertos al enoturismo con dos propuestas con reserva previa que incluyen visita a la bodega, la cata de tres vinos y un aperitivo con productos locales. Afirman que “la experiencia de nuestros vinos comienza con la toma de contacto con la cultura, la historia y la dedicación que existe durante todo el proceso”.

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