La revolución regenerativa en la alimentación

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La agricultura regenerativa consiste en mezclar diferentes tipos de plantas en un mismo campo, permitiendo que un manto vegetal se extienda libremente y nutra la tierra

¿Es cierto que la cena debe ser la comida menos abundante del día?

Planeses, finca y fotos de Marc Gràcia, investigador del CREAF y
responsable de la finca Planeses.

Planeses, finca de Marc Gràcia, investigador del CREAF y responsable de la finca Planeses.

Galdric Mosoll (CERAF)

La agricultura regenerativa sigue alegrando la vida al puñado de valientes que ya la practican. Todos ellos forman parte de un movimiento realmente emocionante que va al alza en todo el mundo, pese a ser todavía muy incipiente.

La idea, explica Marc Gràcia desde la finca Mas Planeses de La Garrotxa (Girona), es mezclar diferentes tipos de plantas en un mismo campo, permitiendo que un manto vegetal se extienda libremente y nutra la tierra. Eso significa que la hierba se regenera constantemente, que el suelo está lleno de lombrices y que los animales (pollos, ovejas, vacas) se alimentan con las plantas que encuentran, lo que evita usar herbicidas. Gracias a ello, los suelos retienen mejor el agua y permiten que no suba tanto la temperatura (además de tener una mayor capacidad para capturar carbono).

Según la ONU, el 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas, algo que afecta a casi la mitad de la población mundial. Para remediarlo, la agricultura regenerativa propone no dejar la tierra peor de cómo se encontró (como sucede con los monocultivos de carácter industrial que promueve la agricultura convencional), ni siquiera igual (agricultura ecológica), sino mejor. “Demasiado fertilizante, ya sea orgánico o no, puede ser perjudicial para las plantas”, manifiesta Gràcia, quien es también investigador del CREAF, organismo que lidera diversos proyectos regenerativos.

Si una imagen vale más que mil palabras, se trata del regocijo que produce, por ejemplo, pasear por los viñedos, protegidos de los rayos solares por cubiertas vegetales, mientras rebaños de ovejas dan buena cuenta de las hierbas de los márgenes, “fertilizando el terreno de forma natural y reduciendo el uso de maquinaria”, recalca Mireia Torres, directora de Innovación y Conocimiento en la familia Torres.

Finca Familia Torres

Finca Familia Torres

Galdric Mossoll (CERAF)

Aunque la familia Torres cultiva los viñedos bajo los preceptos de la agricultura ecológica desde el año 2008, Miguel Torres, el hermano de Mireia, decidió apostar por la agricultura regenerativa en 2020 para hacer realidad el sueño de ser una bodega con cero emisiones lo antes posible.

Algo parecido opina Ernest Mas, responsable técnico de Verd Camp Fruits y miembro de la quinta generación de una empresa familiar que dirige en compañía de cuatro de sus primos. Según explica mientras hace un pequeño alto en el camino en su finca de 300 hectáreas situada en Cambrils (Tarragona), en la que cultiva sandías, calabazas, calabacines y berenjenas (en verano) y coliflores, puerros, hinojos o acelgas (durante el invierno), su empresa decidió apostar por la agricultura ecológica en el año 2008. No obstante, ya en 2013 tomó la decisión de colocar en medio de los cultivos plantas florales, para promover la llegada de polinizadores y poder controlar las plagas de manera natural, en lo que fue un primer paso hasta la agricultura regenerativa.

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“Llegó un momento en que vimos que en lugar de luchar contra la sequía, contra las hierbas y contra todo, debíamos de aliarnos con la naturaleza”, reconoce Mas. “Pero, sobre todo, nos dimos cuenta de que con la agricultura ecológica la tierra no iba a peor, pero que tampoco mejoraba, lo que nos llevó a replantearnos regenerar el suelo”, rememora.

Aunque cada viticultor, agricultor y ganadero es un mundo aparte, la opinión más extendida entre quienes participan en este modelo es que con la agricultura regenerativa encajan todas las piezas del puzle. Por ejemplo, que el suelo no esté tan compactado mantiene mejor la humedad, así como garantiza temperaturas más moderadas y constantes a lo largo del año, además de una mayor tendencia a acumular carbono y aumentar la diversidad microbiana.

Verdcamp Fruits, finca de Ernest Mas responsable de la finca.

Verdcamp Fruits, finca de Ernest Mas responsable de la finca.

Galdric Mossoll

La otra cara de la moneda es que en ocasiones se precisan años para que el terreno recupere los nutrientes que había hace muchos años. “¿Cuánto tiempo? Menos de lo que uno se piensa”, responde Mas. “Todo depende del tipo de tierra –porque no es lo mismo una huerta que un cultivo leñoso o plantar cereales– así como del punto de partida”, sigue contando este agricultor tarraconense de 47 años que cuando tenía 12 años se pasaba los veranos recogiendo melocotones y plantando alcachofas. “Cuando decidimos transformar nuestras tierras estaban por debajo del 1% de materia orgánica, mientras que ahora casi llegan al 3%”, cuantifica. “El plan es dejarles los campos a nuestros descendientes mejor que nos llegaron a nosotros”, admite.

Finalmente, Gemma Llanes y Xavier Viladot dirigen Pomona Fruits, una empresa de Ivars d´Urgell (Lleida) que produce peras, manzanas, melocotones y albaricoques a partir de la agricultura regenerativa. Sin dejar de atender las comandas que le llegan, LLanes explica que su empresa era de agricultura ecológica, pero que el documental Mi gran pequeña granja (una tierna reflexión, a modo de fábula, sobre la indomabilidad de la naturaleza, la perseverancia y, a fin de cuentas, la búsqueda de sentido a la vida) les animó a dar un paso adelante y a focalizarse en el suelo.

Desde entonces, y de eso hace ya unos cuantos años, las 25 hectáreas de cultivos de Pomona (la diosa romana de la fruta) tienen un 3,5% de materia orgánica, “aunque lo óptimo sería llegar al 5%”, según reconoce Llanes. Cuando empezaron, sus propiedades solo tenían un 1% de materia orgánica.

“Cuando tienes hijos, lo que quieres es darles una alimentación saludable”, reconoce Gemma en relación a sus tres vástagos, LLuc, Pot y Pau. “El cambio más grande fue pasar de la agricultura convencional a la ecológica. Pero hubo un momento en que nos dimos cuenta de que teníamos que mirar más al suelo y menos a los árboles. Fue entonces cuando nos decidimos por la agricultura regenerativa”, manifiesta.

Pomona Fruits

Pomona Fruits

Gerard Gaya (CERAF)

“Del mismo modo que sabemos que la solución a muchos problemas estomacales pasa por alimentar a las bacterias intestinales con probióticos, también el suelo debe nutrirse adecuadamente para que sea fértil”, sentencia Llanes.

Los agricultores consultados en este artículo señalan con una sola voz que todavía no existe un sello acreditativo para la agricultura regenerativa, lo que está favoreciendo que algunos hagan pasar gatos por liebres. Sin embargo, la zanahoria está ahí: un modelo que recupera técnicas ancestrales para garantizar el futuro de la alimentación y, por ende, de todos los comensales.

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