Corrían los años 80. Un camarero golpeaba con fuerza una cubitera metálica que parecía no querer entregar a su agresor ni un solo pedazo de hielo. Al otro lado de la barra, José María Llorente presenciaba la escena. De pronto, una idea lo asaltó: ¿por qué no replicar aquel utensilio con un material más flexible? ¿Caucho, quizás? Ahorraría esfuerzos a aquel joven y evitaría que otros clientes que visitaran la cafetería tuvieran que soportar ese estruendo desde su mesa. Y así lo hizo.
Aquel fue el primer producto que lanzó Lékué, la empresa que Llorente fundó en Barcelona hace ya 45 años. Hoy, venden en más de 60 países —su presencia internacional ha aumentado gracias a su adquisición por parte de Brabantia, que el pasado octubre anunció el cierre de la histórica planta de La Llagosta— y cuenta con cientos de productos en su catálogo. “Fuimos pioneros en introducir cubiteras flexibles, y la acogida por parte del mercado fue muy positiva. Más adelante incorporamos mejoras como la tapa, que facilita el llenado”, explica Luis Cortegoso, Innovation Director de la compañía catalana.
El verdadero impulso vino cuando empezamos a colaborar con un equipo de diseñadores
En sus inicios, el leitmotiv de la empresa era el material; principalmente el caucho y, más adelante, la silicona platino. Fabricaron gorros de baño, protectores para lavaderos o fregaderos, alfombrillas de ducha, cepillos para escobas… Pasaría un tiempo hasta que decidieran centrarse exclusivamente en el mundo culinario. “En 2005, vivimos un punto de inflexión con la entrada de nuevo capital y un equipo directivo renovado. Pero el verdadero impulso vino cuando empezamos a colaborar con un equipo de diseñadores”, explica Silvia Arch, actual Branding Director de la marca.
Apostar por el diseño y la funcionalidad les ayudó a conectar con un nuevo consumidor que buscaba cocinar de una forma sencilla y creativa, pero antes tuvieron que enfrentarse a ciertos prejuicios. “Había la percepción errónea de que la silicona era un tipo de plástico, cuando es un polímero derivado del silicio”, aclara Cortegoso. Al asociarse con el plástico, existía incredibilidad y confusión sobre su resistencia al calor, pese a que la silicona platino puede soportar hasta 220 °C.

El estuche para cocinar en el microondas de Lékué
Tuvieron otro problema parecido con sus utensilios para cocinar en el microondas. “Su seguridad está avalada por organizaciones como la OMS y su presencia en los hogares, especialmente en España, está muy extendida, pero había cierta reticencia a cocinar con él”, apunta Arch. Paradójicamente, uno de sus productos más exitosos ha terminado siendo el estuche de vapor para cocer alimentos en este electrodoméstico, del que han vendido más de 7 millones de unidades en todo el mundo.
El Microwave PopCorn, un recipiente para hacer palomitas al microondas con 8 millones de unidades vendidas, y el Kefir & Yogurt Maker, un artilugio para preparar yogur y kéfir caseros de manera sencilla y rápida que han lanzado recientemente, son otros de sus éxitos. A lo largo de su trayectoria, han diseñado más de 500 productos que hoy comercializan en 64 países.
El estuche de vapor para cocinar en el microondas, con 7 millones de ventas, es uno de sus productos más icónicos
Les ha ayudado a posicionarse el auge de la comida saludable en redes sociales como TikTok, donde hashtags como #alimentosaludable, #recetassaludables o #comebien acumulan miles de menciones. “Apostamos porque la buena comida sea fácil de preparar, con productos para cocinar al microondas y al vapor que permiten conservar mejor los nutrientes y reducir el uso de grasas; o nuevos utensilios para freidoras de aire”, dice Arch.
De hecho, los nutricionistas han cobrado especial importancia en el diseño de sus artículos. “En el momento en que un producto de consumo se vincula con la preparación o transformación de alimentos, el conocimiento en nutrición se vuelve no solo útil, sino en muchos casos imprescindible y diferenciador”, afirma Guido Mancini, diseñador de la firma. “Contar con la perspectiva de estos profesionales permite desarrollar productos más alineados con las necesidades de un consumidor cada vez más consciente de su salud”.

Una botella de la marca
Desde la compañía insisten en que la creación de un nuevo producto es un proceso estratégico y colaborativo liderado por el departamento de innovación, pero en el que también participan los equipos de marketing, investigación, diseño e ingeniería industrial. En él, tienen el mismo peso la estética y la funcionalidad del futuro artilugio. “Son fundamentales y están profundamente conectadas. La funcionalidad es clave para que el utensilio cumpla su propósito, mientras que el diseño es la primera vía de atracción y conexión emocional con el usuario”.
En este sentido, el color también es clave. “Afecta a la percepción del producto y contribuye de forma significativa a que sea reconocido”, apunta Mancini. Dependiendo del tipo de utensilio, su importancia incluso puede ser mayor. “En recipientes para transportar comida y agua fuera de casa, el color pasa a formar parte del estilo personal (…), mientras que en el ámbito de la cocina, facilita la comprensión del uso del artículo”.
El origen y la edad del usuario son otros factores que Lékué tiene en cuenta a la hora de diseñar sus instrumentos, “pese a que los best seller de la marca suelen ser aquellos que se usan para cocinar ingredientes más transversales y multiculturales, como el arroz, las palomitas o el queso”, concluye Mancini.