El ayuno intermitente podría ser una técnica útil para controlar el peso de adultos con obesidad. Además, un nuevo estudio expone que no tendría efectos adversos sobre la salud del sueño ni el bienestar psicológico, sin importar la ventana de restricción implementada.
El análisis de la Universidad Pública de Navarra y de la Universidad de Granada examinó a un total de 197 adultos con sobrepeso. Todos recibieron un programa educativo sobre la dieta mediterránea, pero fueron divididos en dos grupos: unos mantuvieron sus tiempos de consumo habitual, mientras los otros comieron en ventanas limitadas a ocho horas diarias.
Después de tres meses, los investigadores observaron que no hubo diferencias significativas en el sueño, el estado de ánimo o la calidad de vida de ambos conjuntos. Tampoco se identificaron efectos adversos en la salud de las mujeres, a pesar de que tienden a experimentar más trastornos del sueño, depresión y ansiedad que los hombres.
Quienes implementaron ayuno pasaban 16 horas sin comer, con distintas alternativas para retomar la ingesta: a las 10 de la mañana, una de la tarde o con libre elección. Según el estudio, no hubo diferencias significativas entre las diferentes técnicas.

Durante la ventana sin comer, se puede tomar agua, café e infusiones con endulzantes sin calorías
La investigación plantea que la obesidad a menudo se asocia con falta de sueño y alteraciones al estado de ánimo que afectan la calidad de vida, con una mejora de estos parámetros a medida que se pierde peso. Sin embargo, advierte que la adherencia a largo plazo a las dietas de restricción calórica convencionales sigue siendo limitada.
Por esto es que se propone el ayuno intermitente como una estrategia para perder peso más sostenible en el tiempo, al provocar una reducción no intencional en la ingesta de calorías. Y, ante las dudas sobre su impacto en la calidad del sueño y bienestar psicológico, los hallazgos de este análisis sugieren que puede ser una técnica sin efectos adversos significativos.