José Peñín, pionero de la prescripción del vino en España: “En los últimos 50 años he sido uno de los tres o cuatro críticos más severos del país”

Beber

Explica en sus memorias que en el último medio siglo “el vino ha dejado de ser un producto estratégico de consumo alimentario para convertirse en un producto hedonista y cultural”

El vino de la semana: Pazo Señoráns Selección de Añada 2014

José Peñín

José Peñín 

Miguel A. Sánchez de la Morena

José Peñín, pionero de la prescripción de vinos en España, ha sido comprador y vendedor de vinos, reportero, catador, editor, consultor e incluso comunicador empresarial del sector. En el último medio siglo ha sido testigo de “la mayor revolución de la vitivinicultura a nivel mundial desde la civilización grecorromana”.

Ahora ha recogido su dilatada trayectoria en unas memorias de 704 páginas (Mis memorias del vino, Planeta Gastro Ensayo) en las que explica que “en los últimos 50 años el vino ha dejado de ser un producto estratégico de consumo alimentario para convertirse en un producto hedonista y cultural”. Y aclara que “esto ocurre cuando el vino deja de ser una bebida diaria y se convierte en ocasional”. Ha invertido 15 largos años en concluir unas memorias trufadas de pasión y anécdotas fruto de sus recuerdos y de sus archivos personales.

Desde Planeta Gastro se afirma que este libro “es el relato de un espectador aventajado que ha visto pasar la mayor revolución que se ha producido a nivel mundial en la historia del vino”. Se añade que “sus páginas son el pretexto para contar los cambios profundos que han ocurrido desde el final de la década de los setenta hasta nuestros días, una revolución que todavía no ha terminado: cambios en la producción, en la elaboración, en el comercio, en la comunicación, en el consumo e incluso en la estética del vino”.

José Peñín nunca se ancló en los vinos más elitistas. También puso el mismo interés en los de abajo, los de los lineales de los supermercados. Incluso se atrevió a catar vinos de 3 euros. Más de uno de sus colegas le frunció el ceño por  tratar con unos vinos “de bajo pelaje”. 

Conversamos con este referente imprescindible del mundo del vino cuya relación personal con el sector se inició en 1975, “por pura casualidad”. En esos inicios encontró el apoyo y la estima de la enóloga María Isabel Mijares García-Pelayo, considerada la primera mujer en ejercer la profesión, en dirigir una bodega y en presidir un consejo regulador del vino en España.

¿Cómo empezó en el mundo del vino?

En 1975 cuando monté la segunda empresa de venta de vinos por correspondencia en España, que se llamó CLUVE. Fue un proyecto algo insólito puesto que se vendían vinos desconocidos a nivel nacional.

¿Catalunya jugó un papel especial?

Catalunya en aquellos años contaba con un espíritu más activo en la comercialización y exportación de vinos. Las zonas españolas más conocidas en la exportación eran Tarragona y, naturalmente, Jerez. Torres era la firma más conocida tanto a nivel internacional como nacional porque abarcaba todos los niveles de vinos, principalmente de gama media. En aquellos años esta firma comenzó su escalada en vinos de culto con el Gran Coronas Etiqueta Negra.

¿Cuántos años ha invertido en redactar sus memorias? ¿Son obra de su memoria o de su archivo personal?

En un principio quise escribir mis memorias sin recurrir a ninguna editorial para evitar la presión de fechas, tal y como me ocurrió en 25 libros anteriores. Lo que no podía imaginarme es que sin la presión solo pude escribir el 20 por ciento del libro en 12 años. Planeta Gastro se enteró del proyecto ofreciéndome una fecha de entrega. Al final el resto del libro lo tuve que escribir en 3 años. Escribir mis memorias de 50 años lo consideré como una obligación informativa porque coincidía con el periodo más importante de la historia del vino. Cuento solamente mis vivencias guardadas parte en mi memoria y el resto en mis archivos tanto analógicos como digitales de artículos que escribí en los principales diarios y revistas nacionales y también aprovechándome de la memoria de otros con los que compartí mi vida profesional.

Cubierta del libro 'Mis memorias del vino'

Cubierta del libro 'Mis memorias del vino' 

Planeta Gastro

¿Cuáles son los principales cambios que ha vivido el mundo del vino en los últimos 50 años?

En el libro cito los cambios en todos los sentidos que se han producido no solo en España sino también en el resto de los países que he visitado, incluso en la hermética Burdeos. Relato como eran entonces los vinos de esos países frente a los de hoy.

¿Qué estilo le atrae más?

Soy más catador que bebedor. Por lo tanto, no tengo ninguna inclinación hacia un territorio o marcas. Mi curiosidad casi enfermiza me lleva a descorchar todo.

¿Qué estilo le gusta menos?

He catado vinos de todo el mundo poniendo más interés en aquellos que lucen una historia humana interesante. Sin embargo, si tuviera que beber compartiendo mesa me inclino ante los vinos identificativos de texturas más livianas donde la expresión de la fruta y la de la crianza están perfectamente fundidas.

¿Es de cava o de champán?

Hasta hace 25 años champán, hoy los dos. De los espumosos pido la elegancia, lo sutil, lo envolvente que proporciona la crianza con las lías y no tanto la variedad y el suelo que sí  demando en los vinos tranquilos.

Dígame ¿qué vinos le han emocionado más en el último medio siglo?

Quizá diría que más que emoción he sentido curiosidad cuando me dieron a probar en Burdeos un Château Margaux, creo recordar de la cosecha 1820.

¿Cómo son los vinos que más y mejor ha puntuado?

Los vinos de crianza biológica, los rancios y los dulces porque son potentes, expresivos complejos y fáciles de evaluar. De hecho, en la Guía Peñín la puntuación media de los vinos de Jerez ha sido la más elevadas durante los 35 años de la Guía.

¿Cree, como George Brassens, que el mejor vino no es necesariamente el más caro, sino el que se comparte?

De acuerdo con Brassens, al menos para mí. Soy bastante indulgente con los vinos que comparto. Nunca bebo solo, excepto cuando cato.

José Peñín detalla 50 años de trayectoria en sus memorias

José Peñín revela que nunca bebe solo, excepto cuando cata. 

Miguel A. Sánchez de la Morena

Cuénteme alguna de las anécdotas más divertidas y curiosas que le han ocurrido.

Recuerdo cuando Enrique Forner, el fundador de la bodega Marqués de Cáceres, viajaba desde Burdeos a Cenicero a comienzos de los años 70 en plena construcción de su bodega en esta localidad. Dejaba en Bayona su coche de matrícula francesa y lo cambiaba con uno de matricula de Logroño para pasar desapercibido ante lo que gran número de riojanos consideraban como una invasión gala.

¿El vino español es bastante más barato que su competencia?

No es verdad. El mantra de que nuestros vinos son baratos procede del vino a granel, que durante toda la vida ha sido y sigue siendo el más barato del mundo. En el embotellado no existe apenas diferencia. Lo malo es que los importadores extranjeros se lo crean y atornillen a las bodegas de calidad y que éstas, en la mayoría de las veces, cedan con el clásico '2 x 1' quedándoles unos márgenes comerciales ridículos.

¿Le preocupa el futuro del consumo de vino?

Un poco. Ese movimiento por lo light, lo ecológico, la salud, la sostenibilidad y la proliferación del alcohol '0' entre los nuevos y jóvenes consumidores no benefician al vino

¿Cómo haría para que los jóvenes beban vino? ¿Cómo sociabilizaría en consumo del vino?

¿Por qué esa obsesión de que los jóvenes beban vino? Los jóvenes desde siempre han llevado la contraria a sus padres, que en el pasado imponían beber vino por tradición. Hoy percibo que a través no solo de una mayor información, sino también en el divertimento y competitividad de las catas de vinos, hay un interés por el asunto como fenómeno cultural y no midiéndolo como consumo. Nunca como en los últimos tiempos los vinos de calidad están más al alcance de los bolsillos de los consumidores.

¿Cree que los tiempos pasados fueron mejores en el mundo del vino?

En absoluto. Tengo el crédito de vivir en persona la trayectoria del vino en 50 años.

Nunca como en los últimos tiempos los vinos de calidad están más al alcance de los bolsillos de los consumidores”

José Peñín
José PeñínPrescriptor de vinos

¿Qué vinos cree que se pondrán de moda?

Vivimos unos tiempos de tendencias potenciadas por la comunicación, que es más rápida que antes y más global. Yo creo que después de contemplar en los últimos 40 años pasar de los vinos ligeros con madera astillosa y vieja en los 80, los tintos corpóreos y oscuros de los 90, y en el siglo actual la irrupción del modelo borgoñón, el espectacular aumento del consumo del blanco y el refinamiento del rosado de crianza, poco queda por hacer. Es cierto que estamos viendo una mayor flexibilidad de los reglamentos de las DO, atrevimientos como el de mezclar vinos de distintos orígenes, la recuperación de variedades olvidadas y la exaltación de los viñedos de modelo medieval de multitud de variedades en la propia viña y embotellar los superblending o el español conjunto de varias cosechas (CVC) en el que se mezclan varias cosechas.

¿Cuántos vinos habrá catado/bebido en su vida?

No lo he medido, pero bastantes miles.

¿Se ha emborrachado alguna vez?

Solo una vez, para experimentar mi aguante y alcanzar ese momento desgraciadamente corto de lucidez y seducción. El problema fue cuando la ingesta fue tan elevada que pasé de la cordura al vómito.

Hoy su principal medio de comunicación son las redes sociales ¿Qué opina de las nuevas formas de comunicar el vino?

Como en el periodismo vinícola, los hay mediocres y lúcidos. Es posible que los buenos influencers o blogueros estén más cerca de las inquietudes de los jóvenes interesados por el vino porque utilizan el mismo lenguaje tanto gestual como de contenido. Por otro lado, las webs de las bodegas y de las páginas de las empresas del comercio on-line se hallan más cerca del consumidor, con mucha mayor información que la del puro negocio. Sin embargo, echo de menos el sentido crítico que practicábamos décadas atrás. La mayoría de los comunicadores on-line actuales operan por intereses comerciales. Lejos de una actitud divulgativa de algunos, me horroriza la frase: “yo solo hablo de los vinos que me gustan”, una frase que se puede incluir entre los que destilan temor o provechos monetarios.

José Peñín se confiesa más catador que bebedor

José Peñín se confiesa más catador que bebedor 

Planeta Gastro

¿Cree que la crítica de vinos, donde prácticamente nadie cata a ciegas y no se comprueba el origen de las botellas, puede estar sujeta a ciertos intereses y no ser tan objetiva o neutra como parece?

La cata a etiqueta vista es indudablemente una práctica muy profesional que requiere mucha experiencia. Cuando se catan muchos vinos, la influencia de la etiqueta es escasa. En una prueba que publiqué en mi blog catando a ciegas y a vista los mismos vinos, la evaluación apenas sobrepasaba un punto arriba o abajo entre las dos formas de cata.

En una cata a ciegas para puntuar un vino embotellado, si al descubrir la etiqueta el resultado no corresponde al nivel de calidad que se conoce, hay que confirmarla con una cata vista correctora. Para ello se descorcharía otra botella. En cambio, la cata a ciegas es recomendable para los menos duchos en esta práctica y, por lo tanto, más influenciables.

¿Qué debe tener una guía de vinos para ser creíble?

Coherencia entre sus puntuaciones. Lo importante no es la diferencia de puntos entre una guía y otra, sino que el catador valore un vino en concordancia entre su baja y alta puntuación. Respeto las diferentes tablas de medir de cada uno. Si, por ejemplo, una guía da 90 puntos a un vino y la otra guía 88, lo importante es que, si la primera califica otro vino con 88, la otra puntúe al mismo vino con 86. Son diferentes tablas de valores, pero ambas son coherentes en sí misma.

¿Cómo lleva las críticas un crítico?

En mi caso mal. Porque tengo pocas y no estoy acostumbrado, jajaja.

¿Le han intentado comprar para conseguir altas puntuaciones?

Lo mediático sería decir que sí. Sin embargo, el sector no mueve el dinero tan alegremente como en otros gremios y, además, no somos tan importantes para producir una demanda. Cuando se habla del fenómeno Parker capaz de agotar las existencias de una determinada marca con una puntuación alta, nadie repara que la producción de esa marca en su mayoría es baja.

¿Se ha dejado comprar alguna vez?

Nadie me lo ha insinuado, temeroso de mi respuesta.

¿Se ha dejado algo por contar? ¿Algo que no se ha atrevido a explicar?

La memoria no es infalible. En los últimos 50 años he sido uno de los tres o cuatro críticos más severos de este país. Fui el primero que puntuaba los vinos hace 45 años. Incluso me atreví a reseñar en las ediciones de la Guía Peñín a finales de los 90 un listado de los “vinos no recomendables”, y nadie me llevó a juicio.

José Peñín dice no haber

José Peñín dice no haber “medido” cuántos vinos ha catado 

CLV

¿De qué se siente más orgulloso ahora que ha hecho balance de toda una pionera y larga carrera profesional?

De ser escritor sin pasar por la Facultad de Letras y escribir artículos sin ser periodista.

¿Por qué o por quién brindaría hoy?

Por acabar las dos estúpidas guerras de gentes que las sufren y con la impotencia de los que solo nos informamos de ellas.

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