Hoy saco mi docencia de España, y de Europa, ya que os vengo a explicar y recomendar vinos elaborados fuera de nuestro continente. Sí, es momento de abordar a los vinos del nuevo mundo, que son los provenientes de países cuya viticultura aparece después de la llegada de Cristóbal Colón a lo que él pensaba que eran las Indias. Me refiero, claro está, a vinos procedentes de América, Oceanía y Sudáfrica.
Hay más Estados bajo esta etiqueta, como Japón, pero, por aquello de centraros, los países más destacados en esta categoría son Estados Unidos, Argentina, Chile, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia. También existen países emergentes como Perú, Ecuador o Méjico, pero aun están muy lejos del anterior quinteto.
Tampoco hay que confundir nuevo mundo con país al que no asocias que haga vino: por ejemplo, Marruecos, Turquía, Líbano o Georgia son viejo, viejísimo mundo. De hecho, en este último país es donde se data el origen del vino, hará unos 8.000 años.
Los vinos del nuevo mundo se han agrupado no solo por un criterio histórico o geográfico, qué va, sino también por características en común. Normalmente, al no haber tradición de ningún tipo, están bajo reglamentaciones más laxas y permisivas, pues tampoco era cuestión de limitar creatividades con reglamentaciones con sentido en Europa, pero no tanto en estos países.
Por otro lado, tanto tintos como blancos obedecían a perfiles más barrocos, sobremaduros y contundentes. Aquí utilizo el tiempo pretérito porque ya cada vez esto se da menos, dado que estos estilos no están muy vigentes, y como esto va de vender, muchos se están europeizando, haciendo que ya se den los suficientes casos como para desterrar o, al menos, matizar esta distinción. Es por ello por lo que están apareciendo voces críticas a la hora de llamar a medio planeta vinícola como “Nuevo Mundo”. Avisados estáis. Yo ahora paso a la práctica con cinco vinos que son perfectos para iniciaros en cada uno de estos países.
Pedro Parra, Imaginador, 2019, Valle de Itata, Chile (23,91 euros)
A pesar de su apodo, Mr. Terroir, muchos piensan que a Pedro Parra le quedan todos los vinos un poco iguales. La verdad es que puede ser, pero el caso es que están buenos. Sus tintos son un ejemplo de fresqueo chileno, sí, fresqueo. Tanto aquí como en Argentina o Estados Unidos, países que nos tenían acostumbrados al tintazos, ha emergido una nueva ola de vinos fluidos que son una auténtica maravilla. En eso, en zumos con alcohol, el Sr. Parra es de sus mejores exponentes.
Matias Riccitelli, Viñas Extremas, Los Chacayes, Malbec, 2019, Mendoza Argentina (49,72 euros)
Ahora vamos con el productor, a mi parecer, más interesante de toda Argentina. Con proyectos en Mendoza y Patagonia, Matias es todo un elaborador de culto conocido por tener excelentes vinos en cada una de sus gamas de precio. Diseños de etiqueta artísticos, muchos de sus vinos tienen nombres curiosos, pero toda la extravagancia acaba aquí, dado que el contenido es preciso, fino y sabroso. Aquí se marca una Malbec, la uva icónica del país, que es un ejemplo de lo que empiezan a ser los vinos argentinos: fluidos, complejos y divertidos de beber. Una maravilla.
Torbreck, The Struie, 2021, Barossa Valley, Australia (58 euros)
Cambiamos un poco de registro y es que, de este listado, sí estamos ante el tinto más nuevomundista. The Struie es una Syrah de punto maduro, cálida, pero que lejos de ser un problema, la gente de Torbreck lo utiliza para dar un punto licorizado que le sienta fenomenal al vino. Es muy diferente del canon de esta variedad situada en el norte del Ródano, pero también funciona.
Sadie Familie, Pofadder, 2024, Swartland, Sudáfrica (71,45 euros)
Sadie Familie es, con cierta distancia, la mejor bodega sudafricana, eso sí, el nombre de esta etiqueta no hay por donde cogerlo. Pofadder es como se conoce en Sudáfrica a la peligrosa, por mortal, víbora bufadora, pues resulta que hace décadas una de estas mordió a un trabajador de este viñedo de Cinsault que falleció a las pocas horas de la picadura. Bien, pues en vez de poner a este vino el nombre del fallecido va y homenajean a la serpiente. Toma ya. Por lo demás es un tinto espectacular.
Kistler, Les Noisetiers, 2023, Sonoma, California, Estados Unidos (99,50 euros)
Y cierro con una bodega estadounidense icónica que lleva unos años sometida a un matizado, pero constante, cambio de estilo hacia texturas menos barrocas. Los blancos de Kistler eran conocidos por inabordables, sin años de guarda por delante. Sin embargo, desde hace algún lustro han ido aligerando su Chardonnay en busca de un tacto más suave y ejecutando un uso más racional de la madera. Aún les queda recorrido, pero la evolución ya es más que notoria. Ahora mismo es un blanco de clase mundial.




