El horno de Nulles lleva años en marcha. Ha pasado por varios propietarios, pero desde hace 16 años son las manos de Jordi Gasqué las que amasan el pan.
Gasqué lo adquirió en 2009, en plena crisis inmobiliaria. Entonces perdió su trabajo de encofrador y, ante el abismo, decidió emprender un nuevo camino. “Coincidí con el panadero de Nulles en un bar y, haciendo la cerveza, me enteré de que él se jubilaba y me ofrecí a cogerle el relevo”, ha explicado en una entrevista en el Via lliure.

El horno de Nulles
Él lo empezó por estricta necesidad, pero ahora le apasiona. “Si monto algo, lo hago a máximos... Para hacerlo a medias, no lo echo adelante”, sentenció. Sin embargo, no todo fueron flores y violas. Sobre todo al principio, costaba llegar a fin de mes. Pero al cabo de un tiempo todo empezó a rodar y el horno fue creciendo: “Es como una bola de nieve que se fue haciendo mayor... y, de repente, estás aquí”.
Es un referente del pan de calçot. Sin embargo, sí hay algún tipo de pan que se le ha resistido: el pan de vino. “Yo creo que algún panadero sí que lo sabe hacer, pero yo no he probado ninguna que realmente tenga sabor a vino ”, ha explicado.
Quiero hacer una tienda en la que tú entres y veas un cielo proyectado en el techo”
Pero ahora tiene otra idea en la cabeza. No es un nuevo producto, sino una nueva tienda. “Quiero hacer una tienda en la que tú entres y veas un cielo proyectado en el techo para que la gente tenga la sensación de que compra el pan al aire libre, encima de un campo de trigo”, anheló. Y quiere que tenga otra particularidad: “Quiero que no haya mostrador ni caja para pagar, sino que te lo cobren directamente cuando salgas por la puerta”.
Quiero que no haya mostrador ni caja para pagar, sino que te lo cobren directamente cuando salgas por la puerta”
Y con todo esto, él mismo se pregunta: ”¿Por qué debería estar en Barcelona, esta tienda? ¿Por qué no podemos tener la mejor tienda de pan de Catalunya en Nulles?”.
Este artículo fue publicado originalmente en RAC1.