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El trastorno alimentario que puede confundirse con un mal hábito

Nutrición 

La prevalencia estimada del síndrome del comedor nocturno en población general se sitúa entre el 1,1% y el 3,6%, y puede aumentar hasta el 12,6% si el paciente presenta otros trastornos alimentarios

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Para considerarse síndrome del comedor nocturno debe provocar un gran malestar al paciente

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Saltar de la cama, dirigirse a la cocina sigilosamente, abrir la nevera, tomarse un tentempié (o dos o tres) y retomar el sueño. Comer por la noche es un hábito compartido por muchos, pero a veces puede ocultar algo más. “Cuando se ingieren alimentos de forma excesiva y provoca un malestar significativo en la persona —por ejemplo, porque afecta notablemente a su descanso y a su vitalidad— podemos encontrarnos frente a un síndrome de la ingestión nocturna de alimentos o del comedor nocturno”, explica Laura Ramis, psicóloga clínica en el Hospital de Día Baix Llobregat – Parc Sanitari Sant Joan de Déu, en Esplugues de Llobregat. 

En inglés se denomina Night eating syndrome (NES) y es uno de los últimos trastornos alimentarios en incorporarse al Manual Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría, cuya última actualización se produjo en 2014. En sus páginas se define como “un conjunto de episodios recurrentes de ingesta de alimentos por la noche, (…) ya sea al despertarse del sueño o por un consumo excesivo (…) después de cenar”.

Tiene que haber consciencia y recuerdo de las ingestas, tal y como indica el DSM-5, y que afecte negativamente al día a día de la persona

Toñi AmaroPsicóloga clínica de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitari Mútua Terrassa

Toñi Amaro, psicóloga clínica de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitari Mútua Terrassa, apunta que para que se considere síndrome de la ingestión nocturna de alimentos “tiene que haber consciencia y recuerdo de las ingestas, tal y como indica el manual, y que afecte negativamente al día a día de la persona, provocándole un malestar emocional. Pero esta guía no habla de un número de ingestas determinado”. 

Otros sí se refieren a la frecuencia de estos atracones, como los investigadores Ethar J. Salman y Rian Kabir de la Wasit University, en Irak, y la University of Louisville, en Kentucky, respectivamente. En un artículo publicado en 2022 en National Library of Medicine de Estados Unidos, defienden que para considerarse NES deben consumirse al menos el 25 % de las calorías diarias después de la cena; mientras que algunos trabajos señalan que estas deben suponer un 50% de la ingesta calórica diaria. En cuanto al tipo de alimento consumido, tampoco existe consenso, pero hay expertos que aseguran que suelen ser mayoritariamente carbohidratos.

Algunos expertos apuntan que los platos ricos en carbohidratos son los más elegidos por los comedores nocturnos

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La prevalencia estimada del NES en población general se sitúa entre el 1,1% y el 3,6%, y puede aumentar hasta el 12,6% si el paciente presenta otros trastornos alimentarios, como bulimia o anorexia. “Es difícil que se diagnostique de forma aislada”, afirma Amaro. “Nosotros hemos tratado pocos pacientes. Algunos tenían atracón y bulimia, que eran los motivos de consulta. Acuden por estos problemas alimentarios y acabas detectando descontrol nocturno y haciendo un tratamiento integral”. En personas con obesidad o a la espera de una operación bariátrica, los casos aumentan. “Lo sufren hasta un 6% de personas con obesidad y un 60% de pacientes que están esperando una operación bariátrica”. 

Aunque lo más probable, indican ambas especialistas, es que esté infradiagnosticado y que todavía se confunda con un mal hábito. “El conocimiento es aún limitado”, apunta Amaro. “La gente que nos llega, es la aleta del tiburón. Son sujetos a los que ya se les ha complicado con otros problemas de salud, como la depresión, la ansiedad o el insomnio”, añade Ramis. 

Uno de los casos más impactantes que recuerdo es el de una mujer que llegaba a prepararse la comida que iba a consumir al despertarse

Laura RamisPsicóloga clínica en el Hospital de Día Baix Llobregat – Parc Sanitari Sant Joan de Déu, en Esplugues de Llobregat

La psicóloga del Hospital de Día Baix Llobregat–Parc Sanitari Sant Joan de Déu, aclara que suele aparecer al inicio de la edad adulta y que también es común que vaya de la mano con épocas de estrés, porque es una ingesta muy emocional. En su caso, un 15-20% de sus pacientes lo padecen.  “Uno de los casos más impactantes que recuerdo es el de una mujer que llegaba a prepararse la comida que iba a consumir al despertarse. Incluso se preocupaba porque fuera blandita, para evitar atragantarse si se quedaba dormida mientras la ingería”. 

Basándose en un estudio realizado en Suecia, Ramis señala que es un síndrome que causa mucho más malestar a mujeres que a hombres, algo que ha podido comprobar en su propia consulta. “Una vez traté a un señor que consumía cantidades brutales de comida por la noche, pero que no sufría demasiado por ello. La gran presión estética con la que deben lidiar ellas en su día a día podría explicar por qué les afecta mucho más este trastorno”.

Ellas suelen presentar un malestar mayor cuando sufren este trastorno

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La terapia cognitivo-conductual combinada con un cambio de hábitos alimenticios y del sueño, y medicamentos para regular los ritmos circadianos y controlar la ansiedad o la depresión, si están presentes, suele ser el tratamiento más común. “No siempre es posible prevenir el desarrollo de este síndrome, ya que también está relacionado con factores genéticos, pero es posible que las personas con malos hábitos alimenticios, como quienes se saltan comidas y restringen, o que no gestionan bien el estrés, presenten más riesgo de padecerlo”, indica Amaro. 

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“Tener claras las diferencias entre esta afección y un simple mal hábito es clave, porque si no se trata, puede dar lugar a problemas más graves, como obesidad, diabetes y un empeoramiento de la calidad de vida”, termina Ramis.