El escalofriante pueblo donde hay pocos habitantes y los reemplazan con muñecos

Lugares curiosos 

En Nagoro (Japón) hay 29 habitantes y 350 muñecos.

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Uno de los espantapájaros del pueblo japonés de Nagoro

Terceros

Nagoro es un pueblo ubicado entre montañas, al sur de Japón. Años atrás tenía unos 3.000 habitantes. Pero poco a poco, la gente se fue yendo. Un éxodo lento pero inexorable que no encontró motivos valederos para producirse.

Lo cierto es que ahora sólo quedan 29 personas. Que conviven con 350 muñecos. Que fueron poblando el lugar lentamente. Por obra y gracia de una persona: Tsukimi Ayano. Ella nació allí, pero luego se fue a vivir a Osaka. Un día su padre le escribió y le dijo que a los 85 años ya tenía pocas personas con las que hablar, jugar un partido de cartas o ver una película. Y que iba muriendo de tristeza.

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Regreso al pueblo 

Tsukimi volvió al pueblo. Y decidió que lentamente iba a reemplazar a los vecinos que se marcharon o murieron. A los 65 años puso manos a la obra. Empezó a confeccionar muñecos a tamaño natural que asemejan a los pobladores que ya no estaban.

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Tsukimi Ayano junto a unos cuantos de sus muñecos

AFP

Los muñecos. En las granjas, apoyados contra cercas y árboles, reunidos en un bar, esperando el colectivo en la parada, asistiendo a clases en la escuela. Tsukimi explica el porqué de su tarea: “Los muñecos traen recuerdos. Por ejemplo esa anciana (y señala uno de ellos) solía venir a charlar y beber té a mi casa. Al anciano que está en la puerta del bar le encantaba beber sake y contar historias. Me recuerdan a los viejos tiempo, cuando aún estaban vivos y bien”.

Nagoro es un pueblo de difícil acceso, perdido en medio de las montañas. El lugar era hace 800 años el escondite de los samuráis del clan Taiga, después del conflicto con el clan Minamoto. Allí no existe el WiFi, pero lo increíble es que el único colectivo que llega al lugar tiene internet libre. Y Nagoro se despuebla. Por muertes o por algún que otro habitante que huye por el miedo que le provocan los muñecos que parecen tener vida.

Pocos habitantes. De los 3.000 habitantes de antaño solo quedan 29. Salvo cuatro, todos son mayores de 70 años. Y los muñecos siguen apareciendo para cubrir huecos. Muchas veces, a la mañana siguiente, ya no están en su posición original. Aparecen en otros puntos del poblado. Ese desplazamiento, sin causa alguna.

Un problema sin fin. Más de 10.000 pueblos y aldeas de Japón están despoblados, con viviendas e infraestructuras que se desmoronan conforme el campo se vacía ante la caída de la natalidad y el rápido envejecimiento de la población.

Las comunidades están probando varias estrategias para atraer vecinos jóvenes, que reviertan o al menos retrasen su declive. En Kamiyama, una comunidad agrícola cerca de la capital regional, los organizadores han trazado planes para atraer artistas y empresas de tecnología.

La población japonesa empezó a descender en 2010 tras un pico de 128 millones. Salvo un drástico aumento de la tasa de natalidad o que se suavice la tradicional resistencia japonesa a la inmigración, se estima que la población se reduzca a 108 millones en 2050 y a 87 millones en 2060. Para entonces, cuatro de cada 10 japoneses tendrá más de 65 años.

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