Gabor Maté, médico, escritor y referente internacional en trauma y desarrollo infantil, sostiene que la base de una vida adulta saludable se forja en la infancia. Y uno de sus pilares fundamentales es la validación emocional desde los primeros años. Según explica Maté en el podcast del actor Hasan Minhaj, cuando los niños pueden experimentar sus emociones —ira, miedo, tristeza, juego, lúdico— y estas son “entendidas, aceptadas y validadas por sus padres”, se potencia un desarrollo emocional sólido y equilibrado.
La importancia de validar las emociones infantiles
Sin esa validación, explica el experto, las emociones quedan atrapadas y pueden derivar en patrones disfuncionales en la adultez, como adicciones, ansiedad, depresión o dificultades para establecer vínculos afectivos sanos.
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Las necesidades esenciales del ser humano, desde la niñez
Maté destaca tres necesidades clave para el desarrollo infantil:
- Vínculos seguros e incondicionales, donde el niño se sienta aceptado simplemente por ser, sin necesidad de ganar afecto por méritos.
- Momento de descanso emocional, es decir, que el niño no tenga que “arreglar” emociones ajenas o convertirse en mediador de tensiones.
- Permiso para sentir y expresar emociones, de modo que sus sentimientos no queden silenciados o ignorados.
Cuando esos pilares faltan, el impacto no solo se queda en la infancia: construye cimientos frágiles en la personalidad adulta.
Tiempo de calidad padres e hijos
De víctima emocional a adulto funcional. Las investigaciones relacionadas con los trabajos de Maté muestran que muchos adultos buscan alivio en comportamientos que calman el dolor emocional no resuelto. “No preguntes por qué la adicción, sino por qué el dolor”, apunta el médico. Esto restablece la mirada: la adicción no es la causa, sino una respuesta a heridas precoces, muchas veces vinculadas a la falta de empatía infantil.
Gabor Maté, médico, 81 años
Por ello, validar al niño no es un gesto trivial, sino una estrategia preventiva poderosa contra numerosos problemas físicos y mentales en la madurez.
La reflexión de Maté no es solo teórica: recuerda que las emociones de un niño, cuando se reciben con empatía, construyen adultos más auténticos y resilientes. Un mensaje poderoso para padres, educadores y sociedad.
