En su afán por proyectar una amplitud de miras y unos horizontes adelantados a su tiempo, Elon Musk suele trazar escenarios que rozan lo inverosímil. Son planteamientos que, más allá de la frontera de lo posible, podrían funcionar como el guion de una película futurista, donde la ciencia ficción se mezcla con la ambición empresarial y el impulso de llevar la tecnología un paso más allá.
El multimillonario ha pasado los últimos años pensando en cómo desarrollar más la idea del entretenimiento. En una entrevista en el podcast 'WTF is' de Nikhil Kamath, ha reflexionado sobre la gran evolución del último medio siglo. Según su teoría, esta evolución podría demostrar que la humanidad está viviendo dentro del desarrollo artificial de una civilización superior, convirtiendo nuestro mundo en una simulación: “Existe cierta probabilidad de que estemos en una simulación. Probablemente, una probabilidad bastante alta”, empieza diciendo.
Elon Musk, en una imagen reciente.
Una teoría que cuestiona los cimientos de la realidad
Proyectos. Detrás de la mente de Elon Musk está el nacimiento de PayPal, junto a figuras como Peter Thiel y David Sacks. También ha logrado llevar al ser humano a Marte y la conducción automática de Tesla, algo que solo veíamos en películas de ciencia ficción. En los últimos tiempos, gracias a xAI, Musk se está adentrando en el mundo de los videojuegos generados por asistentes artificiales. Su apuesta apunta a un futuro en el que las narrativas, los mundos y las reglas de juego no dependan de equipos humanos de desarrollo, sino de algoritmos capaces de crear, adaptar y expandir universos enteros en tiempo real. Una visión que, una vez más, coloca al empresario en la frontera entre la innovación tecnológica y la especulación sobre el futuro del entretenimiento digital.
El Autopilot 2.0 de Tesla funciona tanto por autopistas, carreteras o por poblado
Evolución de los videojuegos. Elon Musk utiliza la evolución tecnológica que han tenido los videojuegos desde los años 70 hasta la actualidad para ayudar a entender el concepto de una simulación perfeccionada: “Si observamos el avance de los videojuegos a lo largo de nuestra vida, hemos pasado de videojuegos muy simples, como Pong, donde dos rectángulos en un cuadrado rebotan una pelota de un lado a otro, a juegos fotorrealistas en tiempo real con millones de personas jugando simultáneamente”, explica.
Pong. Cuando Pong apareció en 1972, nadie imaginaba que aquel sencillo intercambio de píxeles entre dos barras blancas marcaría el origen de una industria multimillonaria. Su estética mínima y su mecánica casi infantil escondían, sin embargo, una revolución silenciosa. Por primera vez, una máquina no solo respondía al jugador, sino que lo invitaba a competir, a mejorar y a permanecer frente a una pantalla por puro entretenimiento. Hoy, en plena era de los mundos abiertos y la realidad virtual, Pong sigue siendo un recordatorio de que la innovación no siempre nace de la complejidad, sino de una idea lo bastante audaz como para cambiar la forma en que interactuamos con la tecnología.
Estudio. Según un estudio reciente de la Universidad de Oxford, el 20% de los expertos en inteligencia artificial considera plausible la hipótesis de que vivamos en una simulación, una cifra que refleja cómo esta idea, antaño relegada a la ciencia ficción, empieza a cobrar peso en ciertos círculos académicos. En la misma línea, una encuesta publicada por el MIT revela que uno de cada cuatro investigadores en IA no descarta que la realidad pueda ser una construcción computacional extremadamente avanzada, diseñada por una inteligencia superior. Ambos trabajos apuntan a una tendencia emergente: a medida que la tecnología avanza y las simulaciones digitales ganan complejidad, crece también la disposición de la comunidad científica a cuestionar los fundamentos de nuestra propia existencia.
Reflexión. La evolución de la industria de los videojuegos ha experimentado una aceleración notable en los últimos años, impulsada por los constantes avances tecnológicos. A ello se suman las capacidades emergentes de la inteligencia artificial, capaces de generar entornos cada vez más complejos, realistas y autónomos. Con este panorama como telón de fondo, Elon Musk encuentra argumentos más que suficientes para no descartar la posibilidad de que nuestro propio mundo sea una representación avanzada creada por una civilización superior en inteligencia y tecnología. Una idea que borra, una vez más, la frontera entre ciencia, especulación y ficción.

