Cocinar con una sartén rayada puede parecer un detalle menor, pero los expertos advierten que podría tener consecuencias graves para la salud. Al deteriorarse el revestimiento antiadherente, muchas de estas sartenes liberan disruptores endocrinos, sustancias químicas capaces de interferir con el sistema hormonal y alterar procesos vitales del organismo.
El doctor Ángel Nadal, catedrático de fisiología en la Universidad Miguel Hernández de Elche, alerta de su peligrosidad: “Los disruptores endocrinos aumentan la probabilidad de desarrollar determinadas enfermedades como la obesidad, la diabetes y los cánceres hormonodependientes, como el de próstata o el de mama”.
¿Qué son y por qué son tan preocupantes?
Los disruptores endocrinos son compuestos naturales o sintéticos que pueden imitar, bloquear o modificar la acción de las hormonas. Según la doctora Gemma Sesmilo León, miembro del Área de Neuroendocrinología de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), su presencia puede alterar procesos como el crecimiento, la pubertad, la fertilidad o la respuesta inmunitaria.
La sartén puede generar componentes peligrosos al estar la comida en contacto directo con la superficie
Su efecto es especialmente grave durante la infancia y el desarrollo fetal: “Durante el periodo fetal, su acción es más crítica y puede producir efectos que se mantengan durante toda la vida”, explica Sesmilo.
Entre las consecuencias más documentadas se incluyen problemas metabólicos, tumores, alteraciones tiroideas, TDAH e incluso malformaciones en casos de exposición prolongada.
El enemigo invisible en la cocina: el PFOA
Uno de los compuestos más señalados es el PFOA (ácido perfluorooctanoico), utilizado en el teflón que recubre muchas sartenes antiadherentes. Cuando la superficie se raya o se deteriora, este químico puede liberarse y contaminar los alimentos.
UNA MUJER FRIEGA UNA SARTÉN EN EL FREGADERO DE SU CASA.
Los especialistas recomiendan dejar de usar inmediatamente las sartenes con rayaduras visibles y apostar por materiales libres de tóxicos, como el hierro fundido o el acero inoxidable quirúrgico.
La preocupación por este compuesto no es nueva. El caso de Parkersburg (Virginia Occidental, EE. UU.) Reveló sus efectos devastadores: la multinacional DuPont contaminó las aguas con PFOA, provocando miles de casos de cáncer y malformaciones. El episodio fue tan grave que inspiró la película Aguas oscuras (Dark Waters).
Estudios posteriores confirmaron una relación “de manera irrefutable” entre la exposición al PFOA y más de seis enfermedades, incluidas varias de tipo oncológico.
Sarten con capa antideslizante gastada
Un problema más extendido de lo que parece. Según la Comisión Europea y el proyecto Human Biomonitoring for Europe (HBM4EU), millones de europeos presentan niveles elevados de bisfenol A (BPA) en su organismo. Este químico, presente en plásticos, envases y botellas, también actúa como disruptor endocrino.
La doctora Sesmilo advierte de otro problema añadido: “Se sustituye un plástico que contiene disruptores endocrinos, como el BPA, por otro que aparentemente no ha demostrado aún su nocividad, como el bisfenol S o F, aunque también podría tenerla”.
En España, estudios del Hospital Clínico Universitario de Santiago recomiendan adoptar medidas diarias para reducir la exposición, como:
- Priorizar alimentos frescos frente a procesados o enlatados.
- Evitar calentar comida en recipientes de plástico.
- Usar materiales inertes como vidrio o acero inoxidable.
- Comprobar las etiquetas de cosméticos y productos de limpieza.
- Evitar utensilios de cocina con revestimientos antiadherentes dañados.
Más allá de la cocina: un desafío global
Los expertos coinciden en que la exposición a estos compuestos es diaria y silenciosa. Se absorben por el aire, la piel o los alimentos, y se acumulan en el organismo con el tiempo.
El doctor Nadal concluye con una advertencia clara: “Es necesario que las autoridades europeas y nacionales impongan normativas para prohibir determinados compuestos presentes en alimentos y bebidas que actúan como disruptores endocrinos”.
Mientras tanto, los especialistas insisten en que la prevención empieza en casa: cambiar de sartén a tiempo, leer etiquetas y optar por materiales seguros puede marcar la diferencia entre una cocina saludable y una fuente de contaminación invisible.
