Comprar fruta ya cortada ahorra tiempo, esfuerzo y, para algunos, el engorro de enfrentarse a frutas de gran tamaño difíciles de manipular en casa. Es especialmente conveniente para quienes viven solos, tienen poco espacio en la cocina o simplemente no consumen una pieza entera antes de que se estropee. Además, permite disfrutar de una porción exacta, sin desperdicio. Sin embargo, esta comodidad tiene un precio.
Duna Nicolau es una nutricionista que, a través de su canal de TikTok, ha señalado los inconvenientes de comprar melón y sandía cortada en el supermercado. La exposición al aire hace que la fruta se oxide más rápido, perdiendo vitaminas y nutrientes. La piel de la fruta hace una función protectora sobre ella.
Sandía cortada en un supermercado
“Desde el momento en que se corta la fruta, comienza la proliferación de microorganismos”
Comodidad. La experta es consciente de lo cómodo que puede resultar comprar estos productos cortados, pero expone que puede llegar a ser peligroso: “He ido al supermercado y me he encontrado con esto: melones y medios melones, sandías y medias sandías. Tal vez muchos no vean nada raro, pero al ver eso, muchos se llevarán el melón cortado porque para uno solo es suficiente o porque no quieren un melón entero”, empieza diciendo.
Sandía
Puede ser un peligro para la salud. Duna afirma que el principal problema está en que la pulpa de la fruta esté al descubierto: “Las frutas como el melón y la sandía tienen una protección natural que es su piel, la cual es especialmente gruesa debido a que estas frutas crecen en el suelo. Desde el momento en que se corta la fruta, comienza la proliferación de microorganismos, un proceso que puede verse acelerado si la fruta no se maneja adecuadamente. En el campo donde crecen, pueden desarrollarse microorganismos, y en el supermercado no siempre se garantiza una manipulación correcta de estos alimento”, explica.
Recomendaciones de conservación. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria establece que estas frutas pueden mantenerse a temperatura ambiente (inferior a 25 °C) por un máximo de tres horas, siempre que el lugar esté bien ventilado y protegido de la luz solar. Posteriormente, deben refrigerarse a temperaturas inferiores a 5 °C para evitar riesgos para la salud.

