Irene Albacete, coach y escritora: “No puedes salvar a tus padres, no puedes cambiar sus hábitos ni hacer que vean lo que no quieren ver”

Visto en TikTok

La autora y terapeuta emocional reflexiona sobre una de las heridas familiares más comunes: querer transformar a nuestros padres y fracasar en el intento

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@irene.albacete / TikTok

Aceptar que nuestros padres no van a cambiar puede ser una de las lecciones más dolorosas de la vida adulta. La coach emocional y escritora Irene Albacete lo resume con claridad y contundencia en uno de sus vídeos más compartidos en redes sociales: “No puedes salvar a tus padres, no puedes cambiar sus hábitos ni hacer que vean lo que no quieren ver”. Su mensaje, que ha tocado la fibra de miles de usuarios en TikTok, invita a dejar atrás la culpa y abrazar la aceptación como forma de sanación.

Albacete explica que muchas personas arrastran desde la infancia una necesidad profunda de proteger a sus progenitores, especialmente cuando estos han vivido situaciones difíciles o mantienen patrones autodestructivos. Sin embargo, esa expectativa de cambio rara vez se cumple. “Una de las lecciones más importantes y dolorosas de la vida es entender que no todo el mundo quiere cambiar, incluidos nuestros padres”, afirma.

El miedo al cambio y la zona de confort emocional

Según la experta, aunque nuestros padres se encuentren en situaciones de dolor, infelicidad o estancamiento, eso no implica necesariamente que estén dispuestos a transformarse. “Lo conocido les resulta seguro y el cambio les asusta demasiado”, sostiene Albacete. Esta resistencia no tiene por qué interpretarse como una falta de amor hacia los hijos, sino como una expresión de sus propios límites personales y emocionales.

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En ese contexto, ella propone un giro en la mirada: en lugar de desgastarnos intentando que nuestros padres sean diferentes, podemos enfocarnos en algo más poderoso y reparador: construir relaciones sanas desde cero.

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Sanar sin cambiar a los demás. “El mayor regalo que podemos darles es construir nuestras propias relaciones sanas, nuestros propios hogares sanos y, si llega el momento, criar hijos sanos”, propone Albacete. 

Este enfoque no significa cortar lazos ni distanciarse emocionalmente, sino dejar de cargar con una responsabilidad que no nos corresponde: la de cambiar a alguien que no quiere ser cambiado. “Podemos amar, respetar y honrar a nuestros padres aceptándolos tal y como son”, concluye con serenidad.

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