En la última década, el auge de plataformas de alquiler turístico como Airbnb ha transformado de manera radical la forma en que los propietarios perciben y gestionan sus viviendas. Lo que comenzó como una oportunidad para rentabilizar una habitación vacía se ha convertido en un modelo de negocio global que mueve miles de millones al año.
Ashley Class es una estadounidense que ha relatado con incredulidad la situación que tuvo que vivir con unos inquilinos que gastaron un total de 1.375 euros en electricidad: “Desde entonces he instaurado una norma que obliga a pagar un extra a todos los inquilinos que superen los 380 euros de factura eléctrica”, empieza diciendo.
“Al parecer les salía más barato alquilar una vivienda que pagar la electricidad que les correspondía”
Explicación. Los inquilinos del inmueble aprovecharon su estancia para dedicarse a la criptominería. Miles de computadoras de todo el mundo compiten para resolver problemas muy difíciles. Cada vez que una de ellas logra la solución, se confirma que las transacciones de criptomonedas (como Bitcoin) son seguras y correctas. Como premio, esa computadora gana nuevas monedas digitales. El problema es que estas máquinas necesitan muchísima electricidad para funcionar, por lo que minar criptomonedas puede ser costoso y generar un gran impacto ambiental.

Airbnb
Sorpresa. Ashley cuenta que se dio cuenta de la situación al comprobar las cámaras exteriores de la residencia: “Estaban sacando como 10 ordenadores diferentes de mi casa. Al parecer les salía más barato alquilar una vivienda que pagar la electricidad que les correspondía”, cuenta en el vídeo.
Reacción. La propietaria decidió cobrarles un extra, pero descubrió que los beneficios que habían conseguido los inquilinos eran mucho mayores: “Una vez que probé lo que había sucedido con la documentación, el inquilino pagó la factura. Fue muy honesto y durante las tres semanas que pasó en mi casa ganó unos 86.000 euros, por lo que una factura de más de 1.000 euros en electricidad no era nada”, termina diciendo.