En la vida urbana, marcada por el estrés y la prisa, la relación con un perro puede convertirse en un oasis emocional. No se trata solo de compañía: múltiples estudios han demostrado que convivir con un perro reduce la ansiedad, mejora la salud cardiovascular y fortalece la sensación de bienestar.
Tener una buena relación con nuestro perro significa también entenderlo como parte de la familia, sin humanizarlo en exceso pero reconociendo su papel en nuestro equilibrio emocional. El adiestrador profesional Víctor Mañero ofrece consejos en sus redes de cómo tratar a estos animales tan especiales. En uno de sus últimos vídeos ha explicado por qué no deberíamos saludarles con efusividad al llegar a casa: “No saludes a los perros en la entrada de casa”, empieza diciendo.

Un perro corriendo sobre la hierba
Quedó en shock y no pudo volver a adiestrar hasta que pasaron dos semanas
Corazón. El experto explica que el corazón de los perros va a una velocidad desorbitada cuando nos están esperando: “Recuerdo el caso de un bulldog francés que estaba nervioso porque llegaba la dueña. El corazón si va a 180 lo pones a 220. El bulldog, que es un perro vago, tonto y terco que no sabe ni respirar y que parece que va roncando como un cerdito, infartó”, advierte. A raíz de ese episodio no cuenta que quedó en shock y no pudo volver a adiestrar hasta que pasaron dos semanas. La familia decidió no tener más perros después de vivir el terrible accidente.
Recomendación. Aunque algunas personas puedan verlo como una falta de amor, lo más recomendable es no saludar a los perros cuando llegamos a casa: “Lo que para ti es un gesto de cariño, para él puede ser una sobreexcitación que dispara el estrés y afecta directamente a su salud física”, termina diciendo.