Entre lo mejor del 2024

Opinión

Un cómic: El cuerpo de Cristo (Astiberri), de Bea Lema. No solo cuenta una historia autobiográfica terrible y memorable, la de una madre enferma que cree vivir poseída por el diablo; lo hace a través de poderosos recursos gráficos, entre los que destacan las viñetas bordadas, que unen el arte de la autora con la artesanía de las mujeres de su familia. Muy merecido premio Nacional.

Un libro: Un lugar inconveniente ( Galaxia Gutenberg), de Jonathan Littell y Antoine d’Agata. En la tradición de John Berger y Jean Mohr, el escritor francoestadounidense y el fotógrafo francés trabajan la crónica ilustrada con pulso comprometido y voluntad artística. Un viaje multicapa a la Ucrania previa y posterior a la invasión rusa, con epicentro en las múltiples masacres de Babyn Yar.

Los grandes temas de este año son la salud mental, Ucrania, la IA, la amenaza a la democracia y Palestina

Una exposición: Calculating empires A genealogy of power and technology, 1500-2025 ( Osservatorio de la Fondazione Prada de Milán), de Vladan Joler y Kate Crawford. Una fascinante instalación inmersiva que, a través de la infografía, reconstruye la historia tecnológica de la dominación occidental, desde la conquista de América o la invención de los museos nacionales, hasta el teléfono móvil y las redes neuronales de aprendizaje profundo.

Un podcast: Sin control ( Anfibia / El País). La segunda temporada del programa sobre Javier Milei retrata Argentina un año después de su triunfo electoral y analiza tanto sus redes de seguidores (su base) como a sus colaboradores más cercanos (el aparato político que dirige su hermana, El Jefe). Con la periodista María O’Donnell como anfitriona y una polifonía que permite oír la opinión de todos los bandos.

Un proyecto digital: Cartography of genocide, de Forensic Architecture. La agencia de investigación que dirige Eyal Weizman ha documentado el desplazamiento del 90% de la población de Gaza, los millares de actos de violencia del ejército de Israel, sus ataques a mezquitas, hospitales, panaderías, campos de refugiados o escuelas. El impresionante despliegue de gráficos, vídeos y mapas evidencia que la obra interviene tanto en los derechos humanos como en el campo de la estética y la comunicación.

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Niños palestinos llevan paraguas mientras llueve cerca del campo de Nuseirat en el centro de la franja de Gaza

EYAD BABA / AFP

Una serie: Ripley (Netflix). Lenta. En blanco y negro. Con sutileza psicológica e interpretaciones memorables (Andrew Scott, Johnny Flynn, Dakota Fanning). Cada plano, una composición perfecta. En inglés y en italiano. La miniserie de Steven Zaillian (creador, guionista y director), a partir de las novelas de Patricia Highsmith sobre el camaleón Tom Ripley, es en todos los sentidos de otra época. Un triunfo del deliberado anacronismo, con una escena (la de la lancha) imposible de olvidar.

[Es decir, los grandes temas de este año: la salud mental, Ucrania, la inteligencia artificial (y sus genealogías), la democracia bajo amenaza, Palestina y –pese a todo– nuestra necesidad de crear crítica y belleza.]

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