Michael Anton y la doctrina Trump

El director de Planificación Política del Departamento de Estado de los EE.UU. no es un cargo cualquiera. Quienes lo ocupan se dedican a algo tan divino como la creación de mundos. George Kennan, el primero en ejercerlo, creó el mundo teórico bipolar de la guerra fría a imagen y semejanza de su doctrina de la contención. Y Paul Nitze, su sucesor, lo reconfiguró militarizando esta guerra. El mundo del Plan Marshall pasó a ser el mundo de la OTAN. Y los europeos viajaron del uno al otro como quien cambia de barrio siguiendo el trayecto indicado en un plano.

Desde su origen, la misión principal de la dirección de Planificación Política fue diseñar un orden internacional que permitiera mantener la posición de ventaja que los EE.UU. habían logrado en la II Guerra Mundial. El mundo creado por Kennan y redescrito por Nitze tras la derrota del III Reich, buscaba este objetivo. El que diseñó desde el mismo cargo el neoconservador Paul Wolfowitz tras la derrota de la URSS y el 11-S, también. En una situación unipolar en que ninguna otra potencia resultaba creíble como enemigo estratégico, había que buscar nuevos medios para el mismo fin y la guerra contra el terror sustituyó la guerra fría.

Anton caracteriza a Maquiavelo como el gran teórico del populismo estratégico

En un momento como el actual en que se vuelve a dar por muerto un mundo viejo, le corresponde a Michael Anton, el flamante director de Planificación Política, hacer de demiurgo del nuevo. Anton, que ya fue el asesor presidencial en el Consejo de Seguridad Nacional durante el anterior mandato de Trump, es un político sui generis al que le gusta repetir que lleva más de treinta años leyendo y releyendo Maquiavelo. Sus lecturas y relecturas siguen los pasos de las de Leo Strauss, que recetó el pensador florentino como autor de referencia para el aprendizaje del papel de la propaganda en la realización de cambios de época. 

Retrato de Maquiavelo.

Retrato de Maquiavelo.

REDACCIÓN / Terceros

Anton caracteriza a Maquiavelo como el gran teórico del populismo estratégico y, en un artículo en Foreign Policy de 2019, describió la “doctrina Trump” sobre política exterior como si fuera una ilustración de esta teoría. Según él, la “doctrina Trump” quiere sustituir las reglas de juego del orden internacional liberal y la globalización, que ya no sirven a los intereses de los EE.UU., que las había impuesto en el pasado, por otros que vuelvan a estar a su servicio. Y considera que la mejor estrategia para conseguirlo es promover internacionalmente el principio del “nacionalismo para todos” explotando la oposición conceptual entre naciones homogéneas y élites liberales globalizadoras. 

Evidentemente, esta explotación no es nueva. Lo disruptivo es su uso en beneficio de la configuración de un mundo que permita perpetuar la hegemonía americana. 

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Mientras Trump sigue interpretando, de acuerdo con el consejo de Maquiavelo, el papel de príncipe nuevo que prefiere ser temido a amado, la cumbre de los “patriotas” de la derecha autoritaria celebrada en Madrid ha ofrecido una experiencia inmersiva del nacimiento de este mundo.

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