Qué podemos hacer por Bob Dylan (y por David Johansen)

BLUES URBANO

Qué podemos hacer por Bob Dylan (y por David Johansen)
Director adjunto

Hay anécdotas que definen el abismo que separa a las estrellas de rock de los seres mortales, y cómo el éxito puede marcar sus vidas, no siempre para bien. Esta la protagonizó un alcalde de Boston, Kevin White, en 1972. El tipo, una persona de orden, tuvo que subir a un escenario para dirigirse a 15.000 fans enloquecidos de los Rolling Stones (nada ver con las audiencias festivas de ahora) y comunicarles que el concierto que esperaban llevaba retraso porque Mick Jagger y Keith Richards habían sido detenidos por una bronca con la policía en el aeropuerto. 

Tras tener que escuchar los peores insultos que le habían proferido en su vida, White tranquilizó a la masa diciendo que había hecho una gestión de alto nivel y que los ídolos ya estaban de camino. Los improperios dieron entonces paso a una ovación tan formidable como la trifulca previa. “¡Kevin!, ¡Kevin!, ¡Kevin!”, aullaban los fans.

American folk singer Bob Dylan pictured backstage at De Montfort Hall on his visit to Leiciester, 2nd May 1965. (Photo by Leicester Mercury/Mirrorpix/Getty Images)

Bob Dylan en los camerinos, durante una visita a Leicester en 1965. 

Mirrorpix / Getty

El reportero Robert Greenfield, que cubrió aquella gira, escribió lo siguiente (Viajando con los Rolling Stones , Anagrama): “Y White, un hombre no desacostumbrado a recibir castigos y recompensas en su vida pública, degustó por un día lo que es ser un rolling stone y oír a la gente gritar de aquel modo, para ti, cada noche”.

Acompañemos hasta el final a los rockeros que forjaron nuestra educación sentimental

No se pretende aquí disculpar algunas actitudes de las endiosadas figuras del rock. Como narra Greenfield en su libro, la gira de los Stones en 1972 –talento y oficio aparte– fue un compendio de todas las actitudes detestables en las que puede incurrir una banda de jóvenes nuevos ricos que no deben rendir cuentas a nadie, desde el machismo más rancio hasta los brotes de violencia derivados del consumo compulsivo de narcóticos.

Pero, para entender ciertas derivas, habría que ponerse en la piel de unos postadolescentes que acabados los estudios se ven proyectados a la fama sin libro de instrucciones, en una sociedad occidental inflamada por consignas subversivas y con unas sustancias estimulantes de las que apenas se conocían sus efectos campando por doquier.

Con decenas de mujeres jóvenes apostadas en la puerta de los camerinos deseosas de sumarse, de la mano de sus rockeros preferidos, a la revolución sexual en boga. Todo ello, día tras día, gira tras gira, con audiencias vociferantes como la de aquella noche en Boston elevándolos al altar de su propia egolatría.

2007-11-09 New Yoek Dolls.

David Johansen, con los New York Dolls en el Sidecar barcelonés, en 2007

SIDECAR

Fue por culpa de aquellas vivencias superlativas que muchos de los poetas electrificados que nos invitaron a conocer abismos desconocidos acabaron despeñándose por ellos. Otros sobrevivieron hasta edades tardías, aunque arrastraron para siempre las secuelas de los años más salvajes y de ese flirteo con el lado oscuro de sus pensamientos.

Malas inversiones y menos ventas llevan a los músicos a girar hasta edades imposibles

Hace unos días falleció, a los 87 años Garth Hudson, el último miembro que quedaba vivo de la mítica formación The Band, un grupo que acompañó a Bob Dylan en sus mejores momentos. Se disolvieron en 1976 porque no querían morir en la carretera.

Hay supervivientes que siguen a pie de micrófono. Se acaba de confirmar que Neil Young (79) y Rod Stewart (80) comparecerán este verano en el festival de Glastonbury junto a jóvenes a los que cuadruplican la edad. Y Bob Dylan, que cerró en noviembre en Londres su eterna gira Rough and Rowdy Ways , tiene previsto reaparecer el 25 de marzo en Tulsa poco antes de cumplir 84 años.

Las estrellas de los 60 y los 70 ganaron muchísimo dinero, pero no disponían ni de la formación ni del asesoramiento necesarios para administrarlo. Al contrario. Muchos, como los mismísimos Rolling Stones, cayeron en manos de mánagers que los esquilmaron sin escrúpulos.

Inversiones equivocadas, costosísimos divorcios, la irrupción de los controllers en el negocio, que puso fin a la fiesta y, sobre todo, la caída en picado de los ingresos por venta de discos, han acabado motivando que los músicos alarguen sus carreras sobre el escenario hasta edades insospechadas, convertidos a veces en juguetes rotos.

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Pero ¿quién es Bob Dylan?

Gabriel Lerman
Bob Dylan and his girlfriend Suze Rotolo pose for a portrait in New York City, New York, September 1961. (Photo by Michael Ochs Archives/Getty Images)

Siguen siendo artistas adinerados y no deberían inspirarnos compasión pero, por todo lo apuntado hasta ahora y, sobre todo, por haber sido personas determinantes en nuestra educación sentimental, sus admiradores deberíamos acompañarlos hasta el último momento. Poco importa que en los indescifrables directos actuales de Dylan sea imposible distinguir si está cantando Desolation Road o If not for you , o que Iggy Pop ya no se lance semidesnudo sobre la platea, o que de las guitarras de Richards y Ronnie Wood salgan sonidos cada vez más extraños.

Ir a verlos en directo y estar con ellos hasta el último bis del último concierto de la última gira es un deber ineludible para quienes tanto hemos disfrutado de su talento.

En otros casos, se requieren acciones más directas. Por ejemplo, en el del extraordinario cantante de los New York Dolls, David Johansen, quien a los 75 años vive días críticos. Johansen, único superviviente de la formación original de una banda pionera del punk y el glam-rock, está ahora incapacitado en una cama tras romperse la espalda al caerse por una escalera, cuando ya había sido diagnosticado de un agresivo cáncer que se ha extendido a su cerebro. Su hija, Leah Hennessey, ha colgado un post en las redes sociales en el que explica que la familia es incapaz de hacer frente al astronómico coste que requieren el cuidado y el tratamiento del músico.

Johansen, que tras el frenesí inicial ha tenido una larga carrera como crooner o cantante de country (memorable su disco David Johansen and the Harry Smiths ), aterrizó por última vez en Barcelona en el Sidecar de la plaza Reial, de la mano de unos resucitados New York Dolls. Sucedió en 2007. El entonces propietario del club, Roberto Tierz, escribe en Este no es el libro del Sidecar (66rpm) que Johansen y los suyos, pese a las limitaciones del local, se comportaron con exquisita profesionalidad.

Quién quiera ayudarle a él y a su familia puede contribuir al David Johansen Fund.

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