5.000 razones para ir a la plaza Reial

El Sidecar celebra su concierto número cinco mil consolidado como emblemática sala underground desde 1982

Desde el principio uno de los objetivos era hacer música en directo. Recuerdo que el primer concierto que hicimos fue en diciembre de 1982, con el grupo Distrito 5, en la noche de Fin de Año. En aquella etapa hacíamos uno o dos conciertos al mes, y a finales de los ochenta ya hacíamos una programación más regular. Hace cinco o seis años llegamos a unos 150 al año y ahora nos hemos quedado en torno al centenar”.

Roberto Tierz sabe de lo que habla. Es el propietario de la sala Sidecar y uno de sus fundadores en aquel lejano año, y hoy estará de celebración porque conmemoran el concierto número 5.000 realizado en el emblemático local de la plaza Reial con la presencia del excelente músico británico Nick Lowe, acompañado por la banda estadounidense Los Straitjackets. “Escogimos a Lowe porque, con toda la modestia del mundo, veíamos alguna similitud, tiene una carrera muy larga, sin demasiados altibajos y llega a este momento de su vida como un tipo de prestigio entre varias generaciones. Nos vemos como Nick Lowe en sala, con un recorrido paralelo ya que llevamos 34 años y seguimos conectando con un público actual, del siglo XXI”.

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SIDECAR

El Sidecar ocupa un veterano espacio esquinero de la plaza Reial con la calle de Les Eures, que arrastra tras de sí una sugestiva y cambiante historia. Entre sus pliegues uno se encuentra con que fue la primera sede la redacción y los talleres de La Vanguardia entre 1881 y 1888, o que, muchos años más tarde, albergó el Bar Texas, que era una suerte de segundo hogar para el personal y la marinería de la VI Flota. A comienzos de los ochenta comenzó a ser transitado por algunos punkies (inolvidable concierto de Último Resorte en una agitada noche de 1980) y acabó bajando la persiana. Pero poco tardó en esa situación, porque en el 82, Tierz y unos colegas suyos decidieron hacerse con el local. “Éramos cuatro amigos que nos aburríamos un poco, veníamos de tocar en grupos y no acabábamos de encontrar un sitio que nos gustara en Barcelona. Era una etapa muy marcada por locales como Zeleste o Màgic y la onda layetana, y te encontrabas que la música que sonaba incluso en horario de discoteca era difícil de bailar, como esa onda layetana, cosas cercanas al jazz, y lo que nos iba a nosotros era la new wave, el primer punk y eso no sonaba aquí. Además, nos gustaba la zona; el Karma, que era más roquero, ya estaba abierto y tenía una programación de conciertos. Nuestro objetivo era poner la música que nos gustaba sin ningún criterio de marketing y empezamos a hacer exposiciones de cómics, ilustración, alguna muestra gastronómica”.

Para conmemorar, celebrar y, sobre todo, compartir todos estos años y tanta música, los responsables de la sala decidieron programar el mencionado concierto de esta noche, y desde el pasado día uno el aficionado podrá disfrutar de la ingente colección de carteles de conciertos que el Sidecar ha ido editando a lo largo de los decenios. Algunos de ellos ya se pueden ver en la propia sala y los restantes se pueden consultar y ver en la web del Sidecar, descargarlos o encargar copias que se imprimirán y enviarán a casa de forma gratuita: la mayoría de los carteles –bastantes inencontrables– llaman como mínimo la atención, y bastantes son transgresoramente atractivos.

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Roberto Tierz, fotografiado hace unos días

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Libre albedrío. Una pequeña muestra de la heterogénea línea programática de la sala, marcada por el libre albedrío: a la izquierda, The National en el 2005; junto a estas líneas, Pau Riba tres años antes, y debajo, una imagen añeja del grupo Raiser, fotografiados en 1990

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La tercera iniciativa de celebración consistirá en una serie de exposiciones de fotógrafos asiduos de la sala, como Xavier Mercadé, Jordi Vidal o Alberto Polo, que protagonizarán una serie de exposiciones monográficas en la primera mitad del año que viene. Y por último, “sacar un libro de relatos, titulado Mi gran noche, escrito por gente de la prensa, gente anónima o algunos conocidos, que rememoren su vista más inolvidable al local”, adelanta Tierz, que a sus 58 años repite con orgullo de ser una especie de rara avis dentro del circuito musical de la ciudad: “algo de eso hay; somos una sala underground porque hacemos lo que nos gusta, y creo que allí está la frescura del sitio; además, interrelacionamos mucho con los grupos que vienen, en una relación casi de fan... ese espíritu amateur nos encanta. Y en buena medida ello fue gracias a una persona como Quim Blanco, que hizo de director artístico de la sala durante años y murió este verano y que nos enseñó esta filosofía”.

Esos 5.000 conciertos han permitido ver y oír de todo en un espacio donde no caben más de 200 personas: Manu Chao, Ojos de Brujo, Susy y Los Quattro, Pau Riba, Morfi Grey Nada Surf, Macaco, Siniestro Total, Howe Gelb, Duquende, Sisa, Pascal Comelade, New York Dolls, The National, Beach House y un infinito etcétera. Tierz, con prudencia, se queda con un Albert Pla cuyo guitarrista flamenco le dejo colgado “y lo bordó, mientras que el que nos puso un poco en el mapa fueron los conciertos secretos de Manu Chao... o ver hace dos años a The National en el Primavera Sound ante 60.000 personas y recordar que en el 2005 lo hicieron aquí ante 60”. Visitantes ilustres, numerosos (Elijah Wood, Scarlett Johansson, cuando rodaba Vicky Cristina Barcelona), los Franz Ferdinand haciendo de dj’s o el alcalde Hereu siendo obsequiado con tanga por una chica...

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